* La autora forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia
¿Sabes qué pasa si se junta el fenómeno del candilazo con las nubes de viento? Pus el resultado lo vemos en este espectacular arrebol captado desde Badalona para Las Fotos de los Lectores de La Vanguardia mirando hacia la ciudad de Barcelona, con la montaña del Tibidabo y la torre de telecomunicaciones de Collserola al fondo.
Las nubes altas o nubes de viento, como los cirros, adquieren coloraciones rojizas al amanecer y al atardecer debido a la forma en que la luz solar interactúa con la atmósfera y las partículas de estas nubes. Este fenómeno se debe principalmente a dos factores: la dispersión de la luz y la altura de las nubes.
1. Dispersión de la luz
Al amanecer o al atardecer, el sol está cerca del horizonte, lo que significa que su luz debe atravesar una mayor cantidad de atmósfera antes de llegar a las nubes y al suelo.
Durante este recorrido, las moléculas de aire y las partículas presentes en la atmósfera dispersan los colores de onda corta (como el azul y el violeta). Esto deja predominantes los colores de onda larga, como el rojo, el naranja y el amarillo.
Cuando la luz rojiza del sol ilumina las nubes altas, estas reflejan y dispersan estos tonos cálidos, creando su característica coloración rojiza o anaranjada.

Candilazo sobre Collserola.
2. Altura de las nubes
Las nubes altas, como los cirros, se encuentran a altitudes de entre 6.000 y 12.000 metros. A estas alturas, estas nubes son las primeras en ser alcanzadas por la luz del sol al amanecer y las últimas en recibirla al atardecer. Esto ocurre porque el sol todavía ilumina las capas más altas de la atmósfera mientras las capas bajas ya están en sombra debido a la curvatura de la Tierra.
Además, las nubes altas suelen estar formadas por cristales de hielo, que reflejan y refractan la luz de manera eficiente, intensificando estas tonalidades cálidas.
3. Relación con el viento
Las nubes de viento (lenticulares) son un tipo de nubes altas que se forman por la acción de corrientes de aire en capas superiores. Su forma alargada y delgada permite que estas nubes capten mejor la luz desde diferentes ángulos, acentuando el efecto visual de las coloraciones rojizas durante el amanecer o el atardecer.
En resumen, las nubes altas o de viento adquieren tonos rojizos porque, al encontrarse a gran altura, reciben la luz del sol durante más tiempo en los extremos del día. Esta luz, ya filtrada por la atmósfera, está dominada por tonos cálidos, lo que produce los hermosos colores que asociamos con el amanecer y el atardecer.

Candilazo y nubes de viento sobre Collserola.
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