* El autor forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia
Esta fotografía que comparto en Las Fotos de los Lectores de La Vanguardia, tomada desde Vallvidrera, muestra cómo el transporte público y el entorno natural pueden coexistir en armonía.
El funicular de Vallvidrera conecta en pocos minutos el núcleo urbano con este oasis verde, salvando un desnivel de más de 150 metros.
Desde su puesta en marcha en 1906, el funicular ha sido testigo silencioso de más de un siglo de historia barcelonesa. En sus inicios, transportaba a la burguesía que veraneaba en Vallvidrera, buscando aire limpio y vistas privilegiadas.
Hoy, sigue siendo esencial para los vecinos, excursionistas y amantes de la naturaleza que encuentran en Collserola un refugio frente al bullicio de la metrópolis.
La imagen no muestra a personas, pero sugiere su presencia: quien viaja en ese vagón vive por unos instantes una experiencia casi mágica, surcando un corredor verde donde el canto de los pájaros se mezcla con el zumbido suave de la maquinaria.
La vegetación parece abrazar el trayecto, y el contraste entre la estructura moderna del funicular y el bosque atemporal crea una poesía visual difícil de ignorar.
Funicular de Vallvidrera salvando el desnivel de la montaña.
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