* Los autores forman parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia
Este castillo está situado en una cima, en la sierra de Comaverd, en la zona de montañas que hacen de límite entre la llanura del Camp de Tarragona y la Conca de Barberà. En el municipio de El Pont d'Armentera, Tarragona. En la vertiente de levante, está el pueblo abandonado de Selmella.
El castillo de Selmella, en el Gaià medio, forma parte de la que hoy es quizás la línea de fortificaciones mejor conservada de la antigua Marca Hispánica, tanto por su densidad, más de cuarenta castillos en poco más de 50 km, como por la entidad de los establecimientos defensivos, muchos de los cuales documentados como mínimo desde la segunda mitad del siglo X.
La conservación del paisaje en el tramo central del río, el cual no se ha visto afectado por la sobreexplotación urbanística vivida en el entorno durante la segunda mitad del siglo XX, es otro factor necesario destacar a la hora de describir la singularidad de esta red defensiva.
Los castillos del Gaià constituyeron la frontera extrema del condado de Barcelona entre los siglos X y XI. Estos fueron, principalmente, siglos de paz con el califato de Córdoba que les condes catalanes aprovecharon para fortificar el territorio fronterizo.
Los castillos del Gaià constituyeron la frontera extrema del condado de Barcelona entre los siglos X y XI
Más tarde, una vez finalizado el peligro sarraceno, ya bien entrado el siglo XII, estas fortificaciones constituyeron la punta de lanza del poblamiento de lo que serían los territorios conquistados, así como polos de atracción de las nuevas órdenes monásticas venidas del norte con la misión de crear riqueza y administrar el territorio. su emplazamiento: en la cima de la colina de Selmella, a 830 m de altura sobre el monte de Selmella, en la sierra de Comaverd, a caballo de las comarcas del Alt Camp y la Conca de Barberà, el cual posiciona la fortificación como uno de los baluartes condales que desde de más antiguo estaba situado en el confín de la Marca de Barcelona, en la orilla derecha del Gaià.
Ésta posición otorga al castillo el control simultáneo del campo de Tarragona y de la Conca, desde antiguo vías de acceso hacia el norte y el interior del territorio y, por tanto, lugar de paso utilizado para llevar a cabo las incursiones y razias andalusíes, como indica la documentación que hace referencia a la historia de la fortificación.
Este aspecto es de especial relevancia en el ámbito económico, ya que el establecimiento defensivo controla la ruta que va desde Santes Creus y el Pont de d'Armentera hasta Vallespinosa, es decir, una parte de lo que hoy se conoce como GR 175. Esta vía en época medieval y moderna fue muy utilizada para la trashumancia de ganado (principalmente ovejas), ya que confluye con el tramo del GR 7 que pasa por la zona y comunica Cabra del Camp con Pontils.

El castillo de Selmella fue construido encima de unos peñascos.
Historia del castillo
La primera noticia referente al castillo de Selmella es del año 1012, que sale mencionado en un documento en el que Hugo de Montagut o de Cervelló pleiteó con Borrell, obispo de Vic, y su tío Sala, por razón de la propiedad del castillo. Hug alegó que su padre, Ansulf de Gurb, apresuró el territorio, y que tiempo después su hermano Amat había edificado un castillo en el lugar llamado Atonel.
Amat murió decapitado cuando los sarracenos asediaron y tomaron el castillo (seguramente una referencia a la razia de Almanzor del año 985). Hugo heredó el castillo de Selmella de su hermano y de aquella hazaña ya habían pasado treinta años. Esta controversia se resolvió a favor de Hugo de Cervelló.
Posteriormente, en 1018, el propio Hug cedió a sus hijos Bonfill, Alemany, Gerbert y Humbert diversas tierras y posesiones situadas en los términos de los castillos de Olèrdola, Selmella, Casserres, Montagut y Querol. Concretamente, el castillo de Selmella lo legó a su hijo primogénito Bonfill. De éste el castillo pasó a su hermano Alemany ya lo largo de los siglos XI, XII y XIII permanecerá en manos de los Cervelló, aunque el monasterio de Santes Creus fue adquiriendo importantes derechos sobre el castillo y el término de Selmella a partir de la segunda mitad del siglo XII.

Arriba de esta empinada pared de roca estaba la puerta de entrada al castillo.
Un hijo de Guerau Alemany IV de Cervelló, de nombre Bernat, dio lugar a una línea secundaria de los Cervelló, que serán feudateros o castlans de Selmella y que se extinguirán en el siglo XIII. En 1182 aparece documentado Guillermo de Selmella, el cual se llama hijo de Bernat Guerau él poseía en varios lugares dentro del término de Selmella.
El mismo año Guillem de Pontils vendió a dicho cenobio la mitad del castillo de Selmella con todas sus pertenencias y la cuadra de Conejo. se efectuó una sentencia por la que se confirmó la donación hecha en 1182. En 1193, al testar, Guerau Alemany V de Cervelló, de la línea principal, legó el castillo de Selmella a su hijo, Ramon Alemany.
A lo largo de todo el siglo XIII se irán incrementando los derechos del monasterio sobre el término de Selmella gracias a donaciones de fieles ya adquisiciones hechas a particulares. En 1203 Ramon Alemany de Cervelló, señor del término, cedió al cenobio de Santes Creus una propiedad cerca de Fontscaldetes dentro del término de Selmella.
En 1256 es Guillermo de Selmella el que dará al monasterio de Santes Creus todos los derechos que él posee dentro del término de Selmella.
Según el fogamiento del año 1365 este castillo seguía siendo propiedad de los Cervelló. Posteriormente, en el siglo XVII, consta que era de la familia Armengol. A mediados del siglo XIX este castillo ya estaba arruinado y casi destruido.

Antiguo castillo de Selmella en ruinas.
En el castillo de Selmella existen dos construcciones defensivas, separadas entre ellas unos 10 metros. En el noreste, hay un edificio alargado. Mide, en el interior, unos 31 m de largo, por unos 11 m de ancho. Queda compartimentado, por tabiques, en varios ámbitos: uno en el extremo noreste y tres o cuatro en el lado occidental. Las paredes perimetrales, en algunos tramos curvas, tienen un grosor de unos 90 cm. Las mejor conservadas son las de la banda meridional. Están hechas con sillares de tamaño medio. En algún trozo se puede ver un opus spicatum.
Sin embargo, en principio, hay que datar muchos de estos elementos constructivos en una época románica tardía o ya en época gótica. Al suroeste de esta construcción, hay otra, que, en planta, tiene forma de L y está situada junto a unas rocas grandes. Vemos un cuerpo oriental ligeramente rectangular, actualmente abierto, pero, por el lado norte, donde debía estar la entrada. Mide, en el interior, unos 5,40 m de largo por 4,50 m de ancho. Junto a poniente de esta construcción se abre otro cuerpo más reducido (mide 3,85 m por 3,60 m, siempre con tamaños interiores). La altura total de este edificio es de 6,8 m; a 4,7 m hay un reflejo.
En el castillo de Selmella existen dos construcciones defensivas, separadas entre ellas unos 10 metros
En el nivel superior, vemos varias aspilleras (en el interior miden 50 cm de alto por 20 cm de ancho), en el lado meridional y en el oriental del cuerpo oriental. El grosor de los muros oscila alrededor de los 90 cm. Está hecho con sillares bien trabajados, de tamaño medio (30 cm de alto por unos 40 cm de largo, por ejemplo).
Estas construcciones, al norte, eran cerradas seguramente por una arcada y eran defendidas por las mismas numerosas rocas del sitio. Hay que pensar que fue hecho en un momento tardío dentro del románico, aunque pueda tener unos precedentes más remotos. Frente a este segundo edificio, en el lado oriental, a unos 5 m de su pared este, aprovechando una roca prominente, vemos varios agujeros rectangulares, destinados a soportar una estructura de madera (miden 35 cm por 20 cm) y, asimismo, vemos el encaje aplanado, hecho en la parte entre los que en la roca y destinado agujeros.
Estas dos construcciones, de acuerdo con la planta de los edificios y con las características de la obra conservada, cabe pensar que fueron realizadas hacia el siglo XII o, incluso, en el siglo XIII. Muy probablemente, primero se construyó la fortificación superior y después el edificio inferior. Todo esto no impide, evidentemente, que en ese lugar no hubiera habido antes otro castillo.
Iglesia de Sant Llorenç de Selmella

Iglesia de Sant Llorenç de Selmella.
Sant Llorenç de Selmella es una antigua iglesia del despoblado de Selmella Está protegida como bien cultural de interés local. Se encuentra a pocos metros de los restos de un antiguo castillo fronterizo de la Marca Hispánica, situado en lo alto de la colina del mismo nombre que preside el núcleo urbano y que está datado a finales del siglo X o principios del siglo XI.
El pueblo de Selmella es un conjunto de piedras amontonadas. Pero la iglesia aún conserva las paredes derechas, el ábside, el campanario y una parte de la bóveda del techo de la nave.
El 2009 todavía estaba en un estado ruinoso, en parte por el abandono del núcleo y en parte por el expolio al que se ha visto sometida. Sin embargo, conserva todavía la puerta de acceso, de arco de medio punto con grandes dovelas de piedra, y la bóveda parcialmente desmoronada.
También se pueden observar elementos que, a pesar de las transformaciones experimentadas a lo largo del tiempo, muestran características románicas de transición al gótico y plenamente góticas (arcos apuntados). La cubierta exterior es de teja, en una vertiente.
La iglesia de Sant Llorenç es un edificio románico del siglo XII que, junto con el castillo, formaba parte del conjunto fortificado de Selmella. Se trata de un edificio de planta trapezoidal, de una sola nave, y con un ábside también trapezoidal escalones.
La iglesia de Sant Llorenç es un edificio románico del siglo XII que, junto con el castillo, formaba parte del conjunto fortificado de Selmella
La puerta de acceso está en el muro sur y está enmarcada por un bonito arco de medio punto. Al lado de la puerta arranca un campanario, de planta cuadrada, que sobresale del muro de la nave.
Esta torre tiene unas ventanas muy simples, posiblemente rehechas mucho después de la construcción del edificio. También en este muro sur, hacia el este, hay dos grandes contrafuertes que lo sustentan, ya que posiblemente en algún momento debía correr el peligro de desplomarse.
A pesar de la inexistencia de fuentes documentales que hagan referencia a las mismas y las profundas transformaciones que ha sufrido el edificio, se puede decir que esta iglesia es una de las muestras más antiguas del románico en esta zona del noreste de la comarca del Alt Camp (dentro de la actual provincia de Tarragona), junto a las de la Conca de Barbera y el Anoia.

Iglesia de Sant Llorenç de Selmella, se puede apreciar que se está intentando recuperar su tejado.
Apenas se conocen referencias históricas sobre esta iglesia. El lugar fue repoblado en la segunda mitad del siglo X y su castillo fue asediado y tomado por las tropas de Almanzor en el año 985.
A pesar de la antigüedad del poblamiento, las noticias históricas de la iglesia de Sant Llorenç son, hoy por hoy, muy escasas, ya que fue una iglesia sufragánea de Santa María de Querol. Al menos así consta a mediados del siglo XVIII. Se trata de un edificio de planta trapezoidal, de una sola nave, cubierta con bóveda de cañón y con un ábside también trapezoidal.
La bóveda del ábside tiene un pequeño desnivel respecto a la de la nave, desnivel que también se da en el pavimento, salvado por dos escalones. Los muros de la nave son reseguidos a ambos lados por arcos formeros apuntados de piedra bien trabajada que fueron construidos posteriormente en la nave románica. La puerta de acceso, de medio punto, está en el muro sur, ya su lado, en el ángulo suroeste de la nave, se levanta el campanario de planta cuadrada situado sobre el muro de la nave y con un saliente de la línea de fachada.
En el lado sur de la nave y en el exterior hay dos contrafuertes muy posteriores construidos para contrarrestar el desplome del muro de la nave en este lugar. En el lado norte se abre una capilla lateral que sobresale de la planta original de la nave, cubierta con una bóveda de arista, medio derribada. Al mismo lado y frente al presbiterio se sitúa la sacristía, también muy derribada.
El edificio tiene dos ventanas de doble derrame, una abierta en el centro del ábside y otra en el muro de poniente. Los muros exteriores están hechos con mampostería de piedra pequeña, actualmente recubierta con enlucidos muy deteriorados. En el interior la piedra es escuadrada y muy regular, tanto en las bóvedas como en los muros y arcos laterales. La estructura general del edificio, sus dimensiones y el sistema constructivo, no se diferencia de las otras iglesias rurales de la zona hechas en el siglo XII.

En la parte baja del castillo se encontraba un pequeño pueblo también llamado Selmella.
Pep Cunillera
Por la sierra de Selmella
En cuanto a las fuentes orales y la transmisión de la memoria, todavía hay gente que recuerda antiguos habitantes del pueblo entre sus antepasados. Resulta difícil explicar cómo durante una visita organizada al yacimiento con el propósito de dar a conocer el trabajo realizado por los arqueólogos a la gente de la región, un niño explicó que en el cementerio estaba enterrado su abuelo. Este hecho es una muestra de lo hondas que son nuestras raíces y cómo la arqueología puede servir de puente entre el pasado y el presente. De la última época de vida del actual yacimiento, son testigos excursionistas y amantes pero, en general, es la memoria viva la que complementa la arqueología. Estos testigos describen los campos de cultivo con los bancales ya abandonados e invadidos por la garriga, y hablan de los pastores que llevaban las ovejas del Camp de Tarragona en los pastos de verano de Vallespinosa, antiguos caminos y vías de paso por las tierras del término, hoy difíciles de recorrer. Aún está vivo el recuerdo, amortiguado por el tiempo, de algunas historias, como la de las horas de Selmella, la cual explica que la muela donde se alza el castillo servía para medir el tiempo a los habitantes de gran parte del Camp de Tarragona según cómo el sol reflejaba; o la que se llama del Bosque Grande, cerca de Cal Tous; incluso hemos oído hablar del Puig de les Forques, nombre de lugar muy difundido y de reminiscencia claramente medieval, que no se ha podido identificar; y de la Roca Caída de Selmella, curioso topónimo local al que, más tarde, volveremos a hacer referencia. La información oral también nos ha permitido conocer a los últimos propietarios de Selmella, antes de los actuales. Antiguos personajes que han dejado huella en la memoria popular, como es el caso de la historia de la Francesa, personaje que buscaba piedra trabajada, origen, parece, de la leyenda del tesoro y su famosísimo amigo, que no era otro que Salvador Dalí (del que se dice que estuvo en Cal Figueres y visitó el castillo).

Algunas paredes del antiguo castillo todavía no se han derruido.
Enlaces de interés
1https://www.catalunyamedieval.es/castell-de-selmella-pont-darmentera-alt-camp/
2https://raco.cat/index.php/Aplec/article/view/132113/256880
3https://raco.cat/index.php/AnnalsGironins/article/view/53824/65363
4https://www.enciclopedia.cat/catalunya-romanica/castell-de-selmella-el-pont-darmentera
5https://www.enciclopedia.cat/catalunya-romanica/sant-llorenc-de-selmella-el-pont-darmentera
6https://vallsarqueologic.com/wp-content/uploads/2019/05/14_castell_de_selmella_tribuna_2011-2012.pdf
7https://querol.cat/wp-content/uploads/serraDeSelmella.pdf
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