* El autor forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia
En 2014, mientras estudiaba un máster en Londres, Teófilo de la Cerda enfrentó una dificultad que parecía rutinaria, pero que terminó cambiando el rumbo de su vida: enviar dinero a Chile resultaba un proceso lento, caro y lleno de burocracia.
“Constaté lo difícil y costoso que era transferir fondos desde Chile. Inicialmente, empezamos a conectar con la comunidad chilena en Inglaterra que necesitaba enviar o recibir dinero entre Chile y el Reino Unido y luego se corrió la voz a más países en Europa y Estados Unidos”, recuerda hoy.
Aquella experiencia personal se transformó en una oportunidad. Un año después, junto a sus socios, decidió fundar CurrencyBird, una plataforma que en la última década ha crecido hasta operar en más de 170 países.
La diferencia frente a la banca tradicional está en su propuesta: “Somos una plataforma digital y aplicación móvil que permite enviar y recibir dinero desde y hacia el extranjero de forma rápida, segura y a precios competitivos. La gran mayoría de nuestras transferencias son instantáneas o llegan el mismo día, eliminando la burocracia y los altos costos de las transferencias tradicionales”, explica De la Cerda.
El camino no fue sencillo. Como ocurre con tantos emprendedores, los primeros pasos exigieron apoyos y confianza. “En los inicios fuimos respaldados por programas como Bright Ideas de Inglaterra, Start-Up Chile y Corfo, además de inversionistas ángeles que creyeron en el proyecto, de los que estamos muy agradecidos. Hoy, y desde hace más de 4 años, CurrencyBird se financia exclusivamente con ingresos propios generados por el negocio, sin depender de inversionistas externos”.
Ese despegue inicial dio paso a un modelo de negocio basado en eficiencia y optimización: “Nuestro equipo se encarga de encontrar la mejor ruta para que los fondos lleguen al país de destino, negociando con diversos bancos e instituciones financieras para reducir costos, acelerar los tiempos de envío y garantizar un servicio de calidad”.
El público al que apunta la fintech refleja la amplitud del fenómeno de la globalización. “Atendemos tanto a personas como a empresas que necesitan enviar fondos al extranjero o recibir dinero desde el exterior. En el caso de las personas, ayudamos a quienes quieren enviar apoyo económico a sus familias (remesas), pagar estudios en el extranjero, cubrir arriendos, comprar propiedades o incluso ahorrar fuera de Chile. Para las empresas, facilitamos pagos de importaciones, servicios internacionales como Google, remuneraciones a colaboradores en el extranjero o pago de comisiones por exportaciones”.
Ayudamos a quienes quieren enviar apoyo económico a sus familias (remesas), pagar estudios en el extranjero, cubrir arriendos, comprar propiedades o ahorrar fuera de Chile
A la hora de repasar su trayectoria, De la Cerda no duda en destacar tres hitos. El primero fue atreverse a competir en un sector dominado por bancos. “Uno de los hitos más significativos fue lanzarme a emprender este negocio en una industria dominada por actores grandes como los bancos, donde no es fácil entrar ni innovar. A diferencia de muchos que vienen del mundo financiero, yo era un completo outsider… Aun así, decidí apostar por una idea que nacía desde la experiencia personal y desde la convicción de que las transferencias internacionales podían ser mucho más simples, rápidas y justas”.
El segundo gran paso llegó con la validación internacional: “Un hito clave en nuestro crecimiento ha sido lograr alianzas con bancos e instituciones financieras internacionales… Hoy, en varias ocasiones, son estas mismas instituciones las que se acercan a nosotros para explorar oportunidades de negocio, lo que habla del posicionamiento que hemos construido con esfuerzo, foco y consistencia”.
El tercer hito, quizás el más simbólico, fue apostar por la descentralización. “Quisimos alejarnos del modelo centralizado y demostrar que es posible desarrollar innovación desde regiones. Además, fue una elección profundamente personal: buscábamos una mejor calidad de vida, un entorno más amable para criar a nuestros hijos, con acceso a la naturaleza, una ciudad caminable y tranquila”. Así fue como Puerto Varas se convirtió en la base de operaciones de una fintech que hoy mira al mundo.
El presente y el futuro de CurrencyBird están ligados al aprendizaje constante y a la incorporación de nuevas tecnologías. “Mi misión es seguir aprendiendo y evolucionando junto a CurrencyBird. Me motiva especialmente aprender de las nuevas tecnologías, y hoy estamos trabajando activamente en cómo aplicar inteligencia artificial tanto en nuestros procesos internos como en las soluciones que ofrecemos a nuestros clientes”.
Me motiva especialmente aprender de las nuevas tecnologías, y hoy estamos trabajando activamente en cómo aplicar inteligencia artificial
Pero De la Cerda tiene claro que la tecnología es solo una herramienta: lo importante es el valor que entrega a las personas y empresas. “Lo que busco es ofrecer tecnología que no solo facilite la transferencia internacional de dinero, sino que también simplifique y optimice todo el proceso que ocurre antes y después de un pago al o desde el extranjero. Quiero que las personas y empresas se dediquen a las actividades que realmente les generan valor y no pierdan tiempo en un tema netamente transaccional”.
Como toda compañía internacional, CurrencyBird enfrenta riesgos ligados a la economía global y a la regulación. Él lo asume con naturalidad: “Como toda empresa que opera en el ámbito internacional, CurrencyBird enfrenta desafíos que dependen en gran medida del desempeño de la economía en general, la evolución de los mercados y los cambios en el entorno regulatorio. Más que ver estos factores como amenazas, los entendemos como avisos constantes de que debemos seguir innovando y fortaleciendo nuestra propuesta de valor día a día”.
Las metas son claras y ambiciosas. “¡Todos! Pero partiendo por Latam”, dice cuando se le pregunta qué mercados busca conquistar. Y proyecta: “Quintuplicando nuestros volúmenes y operando en tres nuevos países” en un horizonte de cinco años.
En lo personal, confiesa admirar a “Bárbara Hernández (nadadora chilena de corte internacional) y a muchos amigos y amigas” y reconoce a Cervezas Tropera como su empresa chilena favorita. Sobre el país, es categórico: “Por supuesto que es un buen país para invertir. Existe mucho talento y con ánimo de expandir los negocios más allá de nuestro pequeño mercado. El Estado, en nuestra experiencia, ha sido un facilitador clave en la etapa temprana. Fueron fundamentales para seguir creciendo”.
Sus máximas, dice, son sencillas y esenciales: “Hacer pruebas constantemente y medir los resultados siempre con datos. Pasarlo bien en el trabajo. No hay nada más importante que la familia y la salud”.
Desde el sur de Chile, la historia de CurrencyBird muestra cómo la experiencia personal de un estudiante en Londres se convirtió en una empresa con proyección global. Y confirma que, incluso desde Puerto Varas, se puede conectar a personas y empresas de todo el mundo con servicios financieros más ágiles, confiables y justos.
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