* El autor forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia
La doctora Cristina Vehí Gasol, cardióloga del Hospital Clínic de Barcelona y responsable de las consultas de cardiología de los CAP de Magòria y La Marina, ha sido pionera en aplicar la marcha nórdica en el ámbito sanitario. Realizó el primer estudio de prevención cardiovascular con esta disciplina en 2013. Los pacientes realizaron dos salidas semanales, guiados por monitoras tituladas en marcha nórdica, quienes enseñaron la técnica y diseñaron diferentes rutas en el entorno de los CAP. Todos los pacientes aprendieron la técnica en las primeras semanas y no se produjeron incidentes relacionados con la actividad. Tras un año se vio que todos habían mejorado el control de sus factores de riesgo cardiovascular. Desde entonces, la doctora Vehí ha seguido trabajando en el proyecto para dar a conocer esta terapia, demostrado beneficios clínicos, sino también sociales y emocionales. En la actualidad se realizan cuatro sesiones semanales, en estos dos CAP de Barcelona.
La experiencia liderada por la Dra. Cristina Vehí demuestra que la marcha nórdica va mucho más allá de sumar pasos. Se convierte en una herramienta de prevención, en un espacio para socializar, en una vía para recuperar la confianza en el propio cuerpo y en una forma sostenible de incorporar salud a la rutina diaria. Gracias al compromiso de los equipos de atención primaria y a la motivación de los propios participantes, el programa ha superado retos logísticos, ampliado su alcance y logrado resultados tangibles en la mejora de la salud cardiovascular. Pero quizá lo más importante sea lo intangible: la sensación de avanzar en grupo, de compartir conversación, esfuerzo y mejora.
La marcha nórdica, con su aparente sencillez, se consolida así como una forma poderosa de cuidar cuerpo y mente, una zancada tras otra, por los caminos de la ciudad y de la vida. “Queremos que los pacientes dejen de ser sedentarios no por obligación, sino porque descubren que moverse les hace sentir mejor. La marcha nórdica les da motivos para salir, compartir y cuidarse de forma natural”, afirma la doctora Vehí.
¿Qué es la marcha nórdica?
Un método de entrenamiento socializador
La marcha nórdica nació en Finlandia en los años 30 como método de entrenamiento veraniego para esquiadores de fondo. Fue el entrenador Mauri Repo quien, en 1979, sistematizó esta práctica en un manual técnico que más tarde daría lugar a una disciplina con identidad propia. Desde entonces, caminar con bastones se ha convertido en una actividad física completa, segura y accesible, capaz de movilizar más del 90 % de la musculatura corporal, mejorar la resistencia, aliviar articulaciones y favorecer el bienestar emocional. Aprender su técnica es sencillo. Se trata de caminar como hacemos normalmente, moviendo los brazos y las piernas de forma coordinada y alternante, pero sujetando un bastón en cada mano, con el extremo distal inclinado hacia atrás, lo que ayuda a avanzar realizando una ligera presión del bastón contra el suelo a cada paso. La altura que se recomienda para los bastones es la de la cintura o un poco superior, para que el bastón quede inclinado hacia atrás. El bastón tiene en la parte alta, la dragonera (un pequeño guante), que sirve para ajustarlo a la mano y nos permite ampliar el movimiento del brazo hacia atrás, puesto que el bastón tiene un recorrido de vuelta paralelo a las piernas y se evita que nos haga tropezar. El otro extremo, el del suelo, es en punta y de un material muy resistente, tungsteno, que se recubre con un taco de goma para pasear por entornos urbanos, donde el suelo es rígido, evitándose así el ruido y también resbalar. Cuando se camina en entornos naturales, se retira este taco de goma.

Antes de iniciar la tradicional caminata, la Dra. Vehí junto a su grupo de marcha nórdica, realiza estiramientos en el Jardí dels Drets Humans, (Barcelona), una rutina clave que prepara los músculos, previene lesiones, mejora la movilidad, en un espacio donde el ejercicio, la salud y la convivencia se dan la mano.
En esta entrevista para la Red de Lectores de La Vanguardia conversamos con la doctora Vehí para conocer más a fondo esta experiencia y los resultados alcanzados tras más de una década caminando hacia una salud más activa.
Dra. Vehí, para quienes no conocen la marcha nórdica, ¿cómo la describiría?
Pues la marcha nórdica es un deporte muy completo, seguro, fácil de aprender y apto para todas las edades. Lo que lo hace tan especial es que moviliza más del 90% de los grupos musculares y, además, permite socializar, lo que es un gran valor añadido.
¿Y qué diferencias tiene con caminar de forma convencional?
La principal diferencia es que al usar bastones, implicamos muchos más grupos musculares. Esto hace que aumente el consumo de oxígeno y de calorías. Además, mejora la postura y alivia la carga sobre las articulaciones del tren inferior, como la zona lumbar o las piernas, porque el tren superior, es decir, los brazos y el tórax, también participan activamente.
Lo que hace tan especial a la marcha nórdica es que moviliza más del 90% de los grupos musculares y, además, permite socializar
¿Cómo surgió la idea de aplicar esta técnica a pacientes con problemas cardiovasculares?
Surgió al comprobar en la consulta que muchos pacientes no tenían un buen control de los llamados factores de riesgo cardiovascular (la hipertensión, la diabetes o la obesidad) y en muchos, además, había un estilo de vida sedentario. Ahí fue cuando pensé en buscar una actividad física que fuese efectiva y accesible.
¿Y cómo se desarrolló el programa?
Primero dimos a conocer la actividad, que en ese momento era poco conocida aquí. Luego quisimos comprobar si era viable dentro del sistema público de salud. Finalmente, evaluamos su eficacia en la prevención cardiovascular. Los resultados del estudio de investigación que realizamos confirma que se han conseguido los tres objetivos.
¿Qué tipo de pacientes pueden beneficiarse de este programa?
Prácticamente todos los que puedan caminar. Pero nuestro objetivo va más allá: buscamos un verdadero cambio de estilo de vida en los pacientes, que dejen de ser sedentarios y mantengan la actividad física de forma regular y duradera. Y como se practica en grupo, también favorece la socialización, lo que anima a muchos a continuar.
¿Cómo eligieron a los participantes?
Invitamos a personas con enfermedad coronaria y también a aquellas con factores de riesgo, sin enfermedad diagnosticada. Así formamos dos grupos de estudio. Al cabo de un año, todos mostraban una mejora significativa en sus indicadores de salud cardiovascular.
¿La técnica resulta complicada de aprender?
Para nada. La mayoría de los participantes aprendió los movimientos básicos en pocas semanas y, desde entonces, pudieron disfrutar plenamente de las salidas. La adaptación fue muy sencilla y, lo más importante, no se produjo ningún incidente relacionado con la actividad.
¿Cuáles han sido los principales retos del programa?
Uno de los momentos más difíciles fue cuando, tras el primer año, se terminó la financiación. Pero lejos de frenar el proyecto, decidimos seguir adelante: Me formé como monitora de marcha nórdica y así pudimos continuar enseñando la técnica a nuevos participantes. Otro reto importante ha sido implicar de forma activa a los equipos de Atención Primaria. Queríamos que no solo recomendaran esta actividad, sino que la vivieran como parte esencial de la estrategia para mejorar el estilo de vida de los pacientes. Poco a poco, lo estamos consiguiendo.
Me formé como monitora de marcha nórdica y así pudimos continuar enseñando la técnica a nuevos participantes

Paso a paso, bastones y buen ritmo, el grupo de marcha nórdica de los CAPs de La Marina y Magòria, transforma la Gran Vía de les Corts Catalanes de Barcelona, en un camino hacia una vida mas activa y saludable con autonomía y el bienestar compartido.
Y en cuanto a los resultados de salud, ¿han notado mejoras en los participantes?
Sí, los resultados han sido muy positivos. Observamos mejoras en todos los parámetros que evaluamos, lo que demuestra el impacto real de la marcha nórdica en la salud cardiovascular y general. La única excepción fue el control del peso, un aspecto que probablemente requiere una intervención más específica y coordinada con otros profesionales, como endocrinos o nutricionistas. Aun así, el avance global ha sido muy significativo.
¿Han tenido muchas bajas en el programa?
Muy pocas. Los abandonos fueron por motivos personales, ajenos a la actividad. Y curiosamente, quienes se mantuvieron, evolucionaron mucho mejor. Eso nos anima a seguir.
¿Cómo ha sido la acogida por parte de los participantes?
Muy buena. Muchos se animaron tanto que compraron sus propios bastones e incluso invitaron a familiares y amigos a sumarse. La implicación ha sido tan grande que, incluso, un paciente quiere seguir vinculado como “paciente experto” en futuras ediciones. Creo que eso dice mucho del entusiasmo que ha generado la actividad.
¿Qué recomendaría a alguien que quiere iniciarse en la marcha nórdica?
Sobre todo, empezar por una buena base: aprender bien la técnica. Es sencilla, pero hacerlo correctamente desde el principio marca la diferencia. También es importante contar con bastones adecuados. Aunque se puede practicar solo, hacerlo en grupo multiplica la motivación y el disfrute. Hoy en día, además, es fácil encontrar salidas organizadas para iniciarse y avanzar a buen ritmo.
Observamos mejoras en todos los parámetros que evaluamos, lo que demuestra el impacto real de la marcha nórdica en la salud cardiovascular
¿Y qué equipamiento se necesita para practicar marcha nórdica?
Lo esencial son unos bastones adecuados, que pueden adquirirse fácilmente en tiendas deportivas, calzado cómodo, ropa ligera, gorra, fruta y por supuesto, agua para mantenerse bien hidratado. No hace falta mucho más para empezar a cuidarse en buena compañía.

Un momento de pausa compartida y recarga de energía. En el centro, bastones, calzado cómodo, fruta, gorra, mochilas, y ropa cómoda adecuada al clima, forman el equipamiento esencial de una actividad tan sencilla como completa, para seguir cuidando la salud. Pero más allá de lo visible, flota algo que no se ve: la conversación. Las palabras compartidas en ese momento crean un vínculo silencioso que refuerza el bienestar, la motivación y el sentimiento de grupo. Porque hablar, también es parte del la terapia del programa.
¿Qué beneficios aporta en general?
La marcha nórdica moviliza el 90% de los músculos del cuerpo, produce mayor gasto calórico (quema entre un 20-46% más de calorías que caminar sin bastones), menor impacto articular (reduce la carga sobre rodillas, tobillos y caderas), mejora la postura y el equilibrio y aumenta la resistencia y la fuerza muscular (especialmente en espalda, brazos y abdomen). También aporta beneficios emocionales: Reduce el estrés y la ansiedad (caminar en espacios abiertos y naturales favorece la relajación), estimula la concentración y la memoria (coordinar los movimientos de brazos y piernas mejora la función cognitiva), favorece la socialización al practicarse en grupo (fomenta las relaciones sociales y combate la soledad). Aumenta la motivación para hacer ejercicio (es una actividad entretenida y menos monótona que caminar sin bastones) y mejora la calidad del sueño (la actividad física regular ayuda a regular el ritmo circadiano).
La marcha nórdica moviliza produce mayor gasto calórico (quema entre un 20-46% más de calorías que caminar sin bastones)
¿Cree que la marcha nórdica debería tener un lugar más claro en el sistema sanitario?
Sí, porque es una herramienta eficaz, sencilla y al alcance de muchos. Si se integrara en los centros de atención primaria como una opción más de promoción de la salud, ayudaría a prevenir enfermedades y a mejorar la calidad de vida. Además, cuando los profesionales lo recomiendan, el paciente confía más y se implica activamente en el cambio de hábitos.
¿Y cómo ve el futuro del programa?
Ojalá cada vez más personas descubran la marcha nórdica y la incorporen a su rutina. Es una herramienta muy potente, no solo para prevenir enfermedades cardiovasculares, sino también para evitar la fragilidad a medida que envejecemos. El verdadero cambio llegará cuando más profesionales de la salud la recomienden y la integren en su práctica diaria. Ahí está el reto… y también la oportunidad.

Al finalizar la marcha, los bastones se alzan de nuevo para estirar en grupo. Esto ayuda a relajar músculos, prevenir lesiones… y compartir sonrisas.
Perfil de la entrevistada
Dra. Cristina Vehí Gasol
Cristina Vehí Gasol nació en Barcelona el 20/9/1958. Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad de Barcelona en 1981. Inició su formación en cardiología en el Centro Cardiovascular Sant Jordi (1981-1986). Desde 1986 -1990 siguió el programa Mir de Cardiología en el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. Desde el inicio formó parte del equipo de cirugía cardíaca del Dr. Marcos Murtra y compaginó dicha actividad con su incorporación como cardióloga del equipo del Dr. Oliveró en Centro Médico Teknon, donde sigue en la actualidad. Desde 2008, inició su etapa actual de cardióloga para atención primaria en el Hospital Clínic, donde lleva la consulta de cardiología de los ambulatorios de Magòria y la Marina.

Pacientes del programa de marcha nórdica en los CAPs de Magòria y La Marina, liderado por la Dra. Vehí, en el Jardí dels Drets Humans, (Barcelona), antes de participar con entusiasmo en una sesión de marcha nórdica terapéutica, demostrando que la prevención cardiovascular también se camina en grupo y con sonrisas.
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