La crisis de higiene menstrual en Gaza, un grito por la dignidad desde Barcelona

Lectores Expertos

La falta de agua, de intimidad y de productos menstruales tiene consecuencias graves: infecciones, irritaciones y sufrimiento añadido (algunas mujeres intentan retrasar el ciclo con anticonceptivos)

Punto Rojo en la  la Global Sumud Flotilla en Barcelona.

Punto Rojo en la la Global Sumud Flotilla en Barcelona.

Punto Rojo

* La autora forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia

En todas las fiestas, festivales o jornadas públicas a las que voy, sé que encontraré en mejor o peor condiciones, baños con agua, papel higiénico e incluso, a veces, un lavabo dentro del propio cubículo. Pero nunca productos de gestión menstrual. Y lo cierto es que, durante mucho tiempo, ni siquiera me lo cuestioné. Hasta que una amiga me dijo: “tía, ¿y por qué no hay productos para la menstruación en los baños públicos, para nosotras?”. 

Esa simple pregunta me abrió los ojos. Desde entonces, he pensado en ello: ¿cómo puede ser que algo tan básico no esté previsto? He vivido más de una vez la incomodidad de que mi menstruación se adelante o se altere sin previo aviso como fue mi experiencia en la etapa de perimenopausia. 

Pero también hay otros factores para las mujeres: ya sea por estrés, por un tratamiento médico o por otras circunstancias. Y en esos momentos, cuando no hay un producto de gestión de la

menstruación a mano, lo que aparece es la vergüenza, el miedo a traspasar la mancha y, muchas veces, la decisión de haberme ido antes de tiempo. La falta de algo tan esencial puede convertirse en un motivo para abandonar un espacio público que, si de verdad fuese igualitario, estaría pensado también para quienes menstruamos.

Frente a esta realidad, han surgido distintas iniciativas que han dado forma a los Puntos Rojos, cada una con sus propios matices: a veces como espacios educativos, en otras ocasiones como lugares de sensibilización sobre la dignidad de la menstruación. 

En el caso de la Asociación de Cultura Menstrual La Vida en Rojo, los Puntos Rojos son espacios itinerantes y flexibles que se adaptan según el contexto, el público y los objetivos de cada encuentro. Dependiendo de estas condiciones, en cada Punto Rojo se pueden poner a disposición productos de gestión menstrual ecológicos, compartir materiales educativos, fomentar el diálogo sobre la dignidad de la menstruación o acoger actividades de escucha dirigidas a mujeres y personas menstruantes.

Para Coral Herranz, colaboradora de la Asociación: “La menstruación suele quedar fuera de la mirada social, cuando en realidad es un proceso fisiológico presente cada mes. Una mala gestión puede acarrear problemas físicos, emocionales y sociales. Es tan básico como disponer de un método de limpieza tras defecar: si no tienes con qué limpiarte, la situación se vuelve caótica y puede generar problemas de salud. Con la menstruación ocurre lo mismo: es imprescindible contar con productos de gestión menstrual en los baños públicos, porque no se puede ignorar una necesidad esencial de la mitad de la población”.

Una mala gestión de la menstruación puede acarrear problemas físicos, emocionales y sociales

Coral HerranzColaboradora de la Asociación de Cultura Menstrual La Vida en Rojo
Cartel hecho por Rocío Ahumada para el Punto Rojo - Dignidad menstrual. Barcleona, agosto 2025

Cartel hecho por Rocío Ahumada para el Punto Rojo - Dignidad menstrual. Barcleona, agosto 2025

Punto Rojo

La menstruación como crisis humanitaria en Gaza

En las pasadas jornadas de la Global Sumud Flotilla, la mayor misión marítima civil organizada para romper el bloqueo ilegal a Gaza y abrir un corredor humanitario por mar, celebradas en el Moll de la Fusta de Barcelona (29, 30 y 31 de agosto), el Punto Rojo estuvo presente. Allí se recordó algo esencial: la vida también se cuida en el derecho a menstruar con dignidad. 

En Gaza, la falta de agua, de intimidad para la higiene y de productos menstruales tiene consecuencias graves: infecciones, irritaciones y sufrimiento añadido. Algunas mujeres intentan retrasar el ciclo con anticonceptivos tomados sin supervisión médica; otras ven su menstruación alterada por el estrés de los bombardeos y del desplazamiento forzoso. Como confesó una joven gazatí: “Cada vez que me baja la regla, desearía no ser niña”.

Hay mujeres que ven su menstruación alterada por el estrés de los bombardeos y del desplazamiento forzoso

Según el informe Silent Struggles: The Menstrual Hygiene Crisis in Gaza, publicado por UNFPA el 28 de mayo de 2025, la escasez de suministros y la destrucción de infraestructuras impiden que más de 700.000 mujeres y niñas accedan cada mes a productos de gestión menstrual. El resto improvisa con trapos, papel o cualquier material disponible, en refugios masificados, sin agua ni privacidad. 

Una adolescente relató: “Solo tenía una compresa, la envolví en papel higiénico para que me durara. No podía lavarme, el dolor era insoportable”. 

Adriana Romero estuvo en el Punto Rojo. Para ella: “Lo que más me impacta es cómo la utilización de las mujeres y de sus cuerpos sigue siendo una herramienta de guerra, de control y de sumisión. En Gaza, la falta de agua, de higiene mínima y de productos de gestión menstrual provoca infecciones y un sufrimiento añadido, comparable a lo que vivieron mujeres en los campos de exterminio nazi. La falta de intimidad por el hacinamiento, el estrés constante y el trauma generan incluso alteraciones como la amenorrea hipotalámica, que afecta a la salud de todo el organismo. Son tantas cosas… Por eso es tan importante visibilizar estos problemas añadidos que enfrentan las mujeres y personas menstruantes en contextos de barbarie, desnutrición y ausencia de recursos básicos.”

El alivio de tener un producto de gestión menstrual al alcance

Marina, voluntaria del Global Movement to Gaza, en entrevista sobre el uso del Punto Rojo para tener un producto de gestión de su menstruación, compartió lo que sintió: “Llevamos muchos días montando este evento. Ha sido todo muy rápido, con mucho estrés. Yo siempre he sido muy regular, pero este mes no lo fui. Entonces pensé: claro, el estrés está afectando. Al llegar aquí, cuando ya estaba todo en marcha, sentí que mi cuerpo se relajaba y necesité usar el Punto Rojo. Fue un alivio enorme. Muchísimas gracias, y adelante, que se extienda esta idea”.

Su testimonio muestra cómo el cuerpo responde a las tensiones y cómo disponer de productos como compresas o tampones de marcas amigas con la vulva (es decir, sin sustancias químicas nocivas ni perfumes) para momentos de inseguridad menstrual, es muy importante para la dignidad de la mujer y su permanencia en el espacio público. 

Yo siempre he sido muy regular, pero este mes no lo fui. Entonces pensé: claro, el estrés está afectando

MarinaVoluntaria del Global Movement to Gaza

En el contexto de estas jornadas, otras escenas llaman poderosamente la atención: mujeres que sin preguntar ni querer saber qué era el Punto Rojo, simplemente al ver el recipiente con compresas y tampones, toman uno con rapidez y se alejan. Ese gesto, tan simple, ilustra el peso del estigma: la menstruación aún se vive en silencio, sin dar pie a la conversación ni a la normalización.

Menstruar con dignidad: un derecho pendiente

La dignidad de la experiencia menstrual no es solo un asunto individual o íntimo, es una cuestión de derechos humanos y de salud integral. 

Cada Punto Rojo impulsado por activistas, educadoras o artesanas recuerda que la menstruación y el ciclo no pueden seguir ocultos a los ojos de la sociedad. Hacer visible la menstruación es también hacer visible la dignidad de las mujeres en cualquier lugar del mundo.

* Carolina Ackermann Barreiro es educadora comunitaria en salud menstrual y peri/menopausia. Presidenta de la Asociación de Cultura Menstrual 'La Vida en Rojo'. Redactora, investigadora y activista.

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