* El autor forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia
Toni García, premiado como Mejor Docente de España, ha afirmado que no tiene sentido enseñar Matemáticas o Ciencias en inglés, argumentando que estas materias ya son suficientemente complejas en español. A primera vista, su planteamiento puede parecer razonable, pero parte de una visión limitada de lo que significa educar en un mundo global y de cómo funciona realmente el aprendizaje bilingüe.
Enseñar contenidos en una lengua extranjera no confunde al alumnado ni dificulta su comprensión; al contrario, amplía su capacidad cognitiva. Numerosas investigaciones en el ámbito de la neuroeducación demuestran que el bilingüismo potencia la atención, la memoria y la flexibilidad mental.
Cuando un niño aprende Ciencias en inglés, no solo adquiere conocimiento sobre el mundo natural, sino que también entrena su cerebro para pensar, razonar y comunicar en dos lenguas distintas. Este proceso no genera caos mental, sino desarrollo intelectual.
Además, el inglés no es un capricho académico, sino una realidad y la lengua de la ciencia y la tecnología. La mayoría de las publicaciones científicas, manuales universitarios y conferencias internacionales se realizan en este idioma y negar la enseñanza de materias científicas en inglés es limitar las oportunidades de los estudiantes para acceder a ese conocimiento global.
Pretender que aprender en inglés “no tiene sentido” equivale a cerrar una puerta al futuro profesional y académico de los jóvenes que necesitarán desenvolverse en entornos donde el inglés es una herramienta fundamental.
Asimismo, enseñar en inglés no significa traducir contenidos palabra por palabra ni reemplazar el aprendizaje en español. Los programas bilingües bien diseñados se basan en el enfoque CLIL (Content and Language Integrated Learning), que integra el aprendizaje del idioma con el contenido.
En este modelo, el inglés se convierte en un medio para aprender, no en un obstáculo. Los estudiantes desarrollan competencias comunicativas y científicas al mismo tiempo, comprendiendo los conceptos desde una perspectiva más amplia y global.
Enseñar en inglés no significa traducir contenidos palabra por palabra ni reemplazar el aprendizaje en español
El problema, por lo tanto, no está en el idioma, sino en la metodología. Decir que no tiene sentido enseñar Ciencias en inglés sería como afirmar que un niño inglés no debería estudiar Ciencias en español porque le costaría más.
El idioma no determina la dificultad del conocimiento, sino la forma en que este se transmite. Con una preparación docente adecuada y una planificación didáctica coherente, los resultados del aprendizaje bilingüe son no solo positivos, sino enriquecedores.
En definitiva, enseñar Matemáticas o Ciencias en inglés no resta comprensión, sino que multiplica las oportunidades porque los alumnos que aprenden en contextos bilingües no solo dominan contenidos académicos, sino que desarrollan habilidades cognitivas, lingüísticas y culturales que los preparan para un mundo interconectado.
En definitiva, la educación no puede seguir mirando hacia atrás por miedo a la dificultad, sino avanzar hacia modelos que abran puertas y derriben fronteras porque, en realidad, los límites del idioma nunca deberían convertirse en los límites del conocimiento.
* Màrius Folch López es Profesor de Lengua Castellana y Literatura. Teacher of Spanish (ESO and Baccalaureate). Socrates Educa International School
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