¿Existe la mayoría que dio la investidura a Pedro Sánchez? Y, si aún resiste, ¿hasta cuándo es viable?
Estas son las dos grandes cuestiones que se plantean después de destaparse uno de los casos más graves de corrupción que ha afectado al PSOE. Siempre con prudencia, puesto que no saben qué puede haber aún más allá del trío Cerdán-Ábalos-Koldo (el juez ha encargado varios informes más a la UCO), el presidente y sus más estrechos colaboradores empiezan a tratar de tapar las vías de agua.
El primer paso lo dio el propio Sánchez el pasado lunes, cuando lanzó la consigna de la resistencia con un mensaje claro de desafío en dos direcciones: uno dedicado a los críticos del partido, que en su entorno consideran casi irrelevantes, para cortocircuitar cualquier pretensión de pedir un congreso extraordinario que promueva un relevo en el liderazgo, y otro a la oposición, emplazando a Alberto Núñez Feijóo a que presente una moción de censura. Pero eso no es suficiente.
No hay mayoría suficiente para tumbar al Gobierno, pero también se tambalea la que sostiene a Sánchez, ya desde antes del caso Cerdán, dados los vetos cruzados entre las posiciones de partidos como Sumar o Podemos y Junts. Aun así, el rechazo a una eventual alianza entre el PP y Vox, junto a las carpetas abiertas del Ejecutivo con sus socios son el pegamento que, de momento, impide la caída de Sánchez.
Los aliados no quieren que Sánchez presente una cuestión de confianza en la que tendrían que mojarse y darle su apoyo
Eso no significa que los aliados no sufran la enorme incomodidad de dar apoyo a un partido implicado en un caso de corrupción y habrá que ver qué ocurre si surgen nuevas revelaciones policiales. De momento, han sido los socios de Sánchez quienes le han pedido que no se someta a una cuestión de confianza. Tampoco el presidente era partidario, puesto que Podemos habría mantenido una letal indecisión hasta el último minuto sobre su apoyo o incluso los morados podrían provocar que la perdiera. Pero sobre todo los socios no desean mojarse en una votación de respaldo a Sánchez en el Congreso.
Las formaciones de izquierda no tienen alternativa y entregar el Gobierno a la derecha les resultaría muy difícil de explicar, aunque Podemos ha visto una oportunidad clara de arañar votos a Sumar con un discurso muy duro contra Sánchez, a quien acusan de amparar la corrupción y la guerra. Podemos espera que haya elecciones anticipadas en algún momento para recoger los frutos del desencanto con el PSOE y Sumar, pero quizá ahora es demasiado pronto y les conviene un mayor desgaste de la coalición gobernante.
También para ERC es muy incómoda la situación, ya que los republicanos siempre han pregonado ser el partido de las “manos limpias”. Pero Esquerra justificó la investidura de Salvador Illa a cambio de una financiación singular para Catalunya y el traspaso de Rodalies. Son dos cuestiones de gran complejidad que requieren tiempo. De hecho, en las próximas semanas tendrían que empezar a verse tímidos frutos en ese sentido. ERC está haciendo un seguimiento exhaustivo de las negociaciones entre los gobiernos central y catalán sobre estos dos ámbitos. En el caso de EH Bildu ya han dejado claro que mantienen su apoyo a Sánchez sin fisuras.
Los dos partidos que podrían cambiar de bloque por motivos ideológicos son el PNV y Junts. En el caso de los nacionalistas vascos lo que más pesa es el apoyo de los socialistas al lehendakari Imanol Pradales. Si los peneuvistas retiraran su apoyo a Sánchez, el PSE podría replicar con la misma moneda en Vitoria, incluso aliarse con EH Bildu y desalojar al PNV del Gobierno vasco. A ello hay que añadir que Feijóo ha sido especialmente duro con el PNV en los últimos tiempos. El último episodio fue la negativa del PP a permitir la cesión de un palacete en París que los peneuvistas reclamaban como sede del gobierno vasco en el exilio durante la guerra civil. El PNV quiere seguir, pero también teme que los tejemanejes de Santos Cerdán en Navarra puedan salpicar, por ejemplo, a sus socios del PSE. Los peneuvistas se mueven con prudencia para dar tiempo a conocer el alcance de la bomba.
Si gobernara el PP, Junts vería cómo se cambia al fiscal general, se ponen trabas a la amnistía, se veta el catalán en el Congreso...
Junts ha hecho perder alguna que otra votación al Gobierno relativa a la política fiscal en coordinación con el PP. Pero tampoco tiene interés en que caiga Sánchez y se convoquen elecciones. En primer lugar porque quizá sus diputados no serían decisivos y después porque están pendientes de culminar varios acuerdos con el Ejecutivo, como la oficialidad del catalán en Europa. Precisamente, la actitud del PP en esta materia es una fosa muy difícil de superar entre ambos partidos. La posición de los populares en materia lingüística, muy sensible para los de Carles Puigdemont, no ha sido ambigua ni mucho menos.
Para empezar, el PP maniobró de forma insistente en Bruselas para impedir la oficialidad del catalán en Europa. A continuación, Isabel Díaz Ayuso despreció el uso del catalán y el euskera en la conferencia de presidentes autonómicos. Y, por último, la ponencia política propuesta para el congreso del PP prevé eliminar el uso de las lenguas cooficiales en el Congreso para dejarlo solo en el Senado.
Solo esto sería suficiente para que Junts no desee unas elecciones que pueda ganar Feijóo. Pero hay otro motivo incluso más relevante, que es el frente judicial. Si cae Sánchez, también lo haría el Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz, y un nuevo Gobierno del PP elegiría a alguien para el puesto que los independentistas temen que propiciase una “persecución” de quienes aún tienen pendientes causas relacionadas con el procés. De hecho, la propia ley de amnistía aún no ha podido aplicarse.
El Tribunal Constitucional dictará sentencia sobre esa norma antes de acabar el mes, pero el Supremo ya ha mostrado su disposición a no aplicarla en el caso de Puigdemont y varios líderes condenados por considerar que el delito de malversación no es posible amnistiarlo cuando haya enriquecimiento personal o afecte a los intereses de la UE. Hacia otoño se espera que el Tribunal de Justicia de la UE se pronuncie sobre si este caso afecta a los intereses de la Unión a raíz de una cuestión prejudicial presentada por el Tribunal de Cuentas. Si el pronunciamiento del TJUE fuera favorable a la validez de la amnistía, el camino para su aplicación total estaría mucho más despejado, puesto que no tendría sentido que el Supremo también presentara esa misma cuestión prejudicial al TJUE como tenía previsto antes de amnistiar a Puigdemont. Todo ello lleva a pensar que el ex president podría regresar para final de año con plenas garantías.
Para Junts es urgente resolver con éxito alguna de las carpetas pendientes, sea la amnistía o el catalán en Europa. La del traspaso de la inmigración resulta complicada, puesto que la ley pactada entre ambos tiene que pasar por el Congreso y ahora mismo Podemos la rechaza de plano. En su reunión con Sánchez, Jordi Turull y Miriam Nogueras pidieron un nuevo interlocutor del PSOE para proseguir con las negociaciones que tenga autoridad suficiente como para que después los ministros cumplan con lo acordado. Turull estaba en permanente contacto con Cerdán y Sánchez busca ahora a un sustituto.
En el lado izquierdo del PSOE se dirime una batalla distinta. Podemos se desmarca por completo de Sánchez, a quien atribuye corrupción y un ánimo belicista por no romper con Israel. Los morados no se reúnen con el presidente, pero tampoco pueden alinearse con el PP y Vox. Acentúan la distancia con el PSOE para marcar diferencias con Sumar, que a su vez intenta despegarse pese a mantenerse en el Gobierno. Un ejercicio de equilibrio complicado que lleva a Yolanda Díaz a ausentarse ayer de la sesión de control del Congreso como gesto de repulsa a Sánchez.
Todos los aliados del presidente tienen motivos para continuar como hasta ahora, pero no saben cuánto aguantarán. Como la pescadilla que se muerde la cola, la fragilidad del propio Sánchez les arrastra y eso aún debilita más al presidente. Si la mayoría de la investidura ya estaba cogida con pinzas antes de estallar la bomba Cerdán, ahora cualquier pequeña sacudida puede hacer que se venga abajo.