Convivencias fallidas

Que la semana empiece con un terremoto de magnitud 5,5 en Andalucía debería interpretarse como una premonición telúrica. Relativamente cerca, en Torre Pacheco, los movimientos sísmicos tienen una dimensión xenófoba que, en la Cope, Antonio Herraiz diagnostica como “convivencia fallida”. Herraiz explica la cronología de los hechos e insiste en que se trata de turbulencias sociales que conviene “no ignorar ni minimizar”.

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La Guardia Civil de Murcia y la policía local controlan los accesos por carretera a Torre Pacheco 

Pablo Miranzo / EFE

En Onda Cero Carlos Alsina aporta un punto de vista que contribuye a lo que, abducidos por el perverso encanto de las modas retóricas, denominamos “crear contexto”. Sobre los protagonistas de las cacerías humanas y las autodefensas hiperventiladas, Alsina hace pedagogía y dice: “La delincuencia de los otros sirve de coartada para ejercer la delincuencia propia”. 

Una vez más, los medios de comunicación deben encontrar el modo de separar el grano de la actualidad de la paja de la información, tanto en el caso del terremoto como de la convivencia fallida de Torre Pacheco. Ni ignorar, ni minimizar, de acuerdo, pero ¿cómo se puede controlar la tentación de exagerar y explotar los hechos con furor sensacionalista? El atajo más fácil sigue los principios de la actualidad y se conforma con conexiones presenciales y una acumulación de testimonios que alimenta las tertulias y las mesas de análisis. Unos testimonios que, con la eficacia de un termómetro, transmiten el nivel de fiebre ambiental. En este caudal de emociones, hay reporteros que mantienen los escrúpulos de la información y que, evitando tentaciones carroñeras, respetan los límites de la crónica. la información y, por extensión, del periodismo.

¿Cómo controlar la tentación de contar los hechos desde el furor sensacionalista?

En Els matins (TV3), Ariadna Oltra entrevista a Oriol Junqueras. La periodista intenta que el líder republicano se ciña a respuestas concretas, que eviten el encanto adictivo de las digresiones. Junqueras expresa la preocupación de ERC de que el gobierno de Pedro Sánchez quiera incrementar el gasto militar en 11.400 millones de euros y apuesta por una propuesta de financiación singular que no excluya a nadie. Y aprovechando una rendija del diálogo, recupera el hábito profesoral de hacerse preguntas y responderlas él mismo. Es un método clásico, que paraliza parcialmente a sus interlocutores y que, volviendo a la propuesta de financiación, le permite decir: “¿Es difícil? Sí, es difícil. Y justamente por eso, lo intentaremos”.

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Sobre cuál es la predisposición de ERC para conseguir un buen acuerdo, Junqueras propone una actitud filosóficamente interesante: “Tenemos que ser entusiastas y escépticos al mismo tiempo”. Cada vez que oigo hablar de escepticismo, que algunos consideran la filosofía más fácil que existe, no puedo evitar recordar las palabras del actor y escritor Colin Bowles: “El escepticismo empieza cuando, sentado en la iglesia entre un policía y una monja, constatas que te ha desaparecido la cartera”.

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