El examen final de Pedro Sánchez

Mar de fondo

La crónica política, más bien judicial y de sucesos a tenor del grueso de su contenido, se niega a asumir que estamos en el verano avanzado y que debiera dejarnos reposar por un tiempo de tanta escandalera. El “antes hacía menos calor” que oímos a todas horas en boca de todos, tiene un equivalente entre los periodistas viejunos: “Antes, en verano no pasaba apenas nada”. Y llevan razón. A un día de empezar el mes de agosto el protagonismo informativo debiera ser para una tintorera varada en cualquier playa o para la plaga de turistas británicos que siguen una dieta a base únicamente de alcohol para después saltar sin miedo a las piscinas de los hoteles directamente desde los balcones de sus habitaciones.

En cambio, desde que empezamos a sudar hemos pasado del preveraniego caso Leire Díez, la fontanera del PSOE, al asunto Cerdán. Y de éste, sin solución de continuidad, al escándalo Cristóbal Montoro para finalizar, de momento, con la decisión del Tribunal Supremo de enviar a juicio al fiscal general del Estado, Alvaro García Ortiz.

No basta con armar una mayoría para ser investido si después no hay presupuestos

De por medio, a modo de aliño, hemos escuchado al inefable Koldo García pidiéndose una cubanita para el fin de semana –que pagó usted con sus impuestos– o aleccionando a una profesional de la compañía sobre la necesidad de acudir a una cita marcando culo y pezones. De remate, añadía Koldo, que todas las mujeres son unas putas y para ejemplificarlo explicaba que basta con tirar quinientos al suelo para conseguir lo que uno pretenda de ellas. Soy feminista porqué soy socialista, es una frase que le escuchamos en su día al exministro José Luís Ábalos. Ni el trío Mariano Ozores, Fernando Esteso y Andrés Pajares llegaron tan lejos en la época del destape. Por añadir, ya en el terreno de lo casi anecdótico, sumémosle al guiso la guerra de los currículums falsos que le ha costado la dimisión a Noelia Núñez, la joven promesa del PP que promocionó Alberto Núñez Feijóo en el recién congreso extraordinario de su partido. Y que ahora tiene su contraparte en el comisionado del Gobierno para la reconstrucción de los daños causados por la dana escogido por Pedro Sánchez, José María Ángel, que falsificó su título universitario para acceder hace décadas a una plaza de funcionario. Éste último, por cierto, todavía no ha dimitido. Hay días en los que es difícil no dejarse llevar por el tópico literario para definir España como un esperpento valleinclanesco.

El resumen del fin de temporada nos pone ante los ojos un país hecho política e institucionalmente unos zorros. Porque más allá de la agenda judicial y del y tu más al que juegan los dos grandes partidos, la actividad legislativa se mantiene también en el plano de excepcionalidad. Leyes cuya presentación se aplaza por falta de garantías para su aprobación o directamente tumbadas por el Congreso están a la orden del día. Con lo que la sensación de que el edificio gubernamental socialista amenaza ruina es cada vez más compartido, algo que las encuestas también empiezan a acreditar. Mientras tanto, Pedro Sánchez resiste, sí. Pero con una credibilidad tan lastrada que sus discursos ya no consiguen el efecto vigorizador que antes lograban. El púgil sigue de pie, pero con la cara, y quien sabe si también el ánimo, tremendamente dañados por los golpes que le han alcanzado de lleno en el rostro.

Spain's Prime Minister Pedro Sanchez addresses journalists after a meeting with King Felipe VI of Spain at the Marivent Palace in Palma de Mallorca on July 29, 2025. (Photo by JAIME REINA / AFP)

Pedro Sánchez, en Palma de Mallorca

JAIME REINA / AFP

Este es el panorama con el que nos marchamos de ferragosto , por decirlo a la italiana manera. A la vuelta, y con la salvedad de lo que ocurra en el flanco de la corrupción y en los juzgados, el Gobierno tendrá una oportunidad de demostrar que efectivamente está en condiciones de continuar. Sánchez se ha comprometido a presentar presupuestos. Será la primera vez que lo haga en lo que llevamos de legislatura. Pero no bastará con eso. Debe conseguir aprobarlos. De no ser así, el Gobierno entrará con honores en el terreno de la ilegitimidad democrática en caso de no convocarse elecciones. No basta con armar una mayoría para ser investido si después no pueden aprobarse ni una sola vez en todo un mandato unas cuentas públicas. Esa será la reválida de Sánchez. Si no la supera, podrá seguir resistiendo, por supuesto. Pero tendrán toda la razón todos y cada uno de los que lo acusen de cínico cada vez que en un discurso pretenda erigirse como el hombre que pretende salvar a España del autoritarismo. Los presupuestos de 2026 son un examen final.

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