Como sucedió justo antes del parón navideño, Pedro Sánchez abrió esta semana la puerta a reunirse con Carles Puigdemont. Fue durante la rueda de prensa en la que hizo balance del curso político que acaba, en un momento en que la relación entre socialistas y posconvergentes no pasa por su mejor momento. Si en diciembre desde Junts pedían al presidente del Gobierno que se someta a una cuestión de confianza en el Congreso –o bien que su partido permitiera en la Cámara un debate sobre la idoneidad de que el dirigente socialista se someta a ese mecanismo parlamentario, un opción sin efectos legales pero sí políticos que al final se archivó–, ahora señalan que Sánchez está “en la prórroga” y le advierten que si no hay avances en su negociación particular el grupo que encabeza Miriam Nogueras no apoyará más las iniciativas del Ejecutivo central.
En cualquier caso, esa reunión ha estado flotando en el ambiente desde que empezó la legislatura, prácticamente. En diciembre del 2023, solo un mes después del acuerdo entre PSOE y JxCat que facilitó la investidura de Sánchez, cuando Puigdemont todavía era eurodiputado, el presidente del Gobierno compareció en el Parlamento Europeo de Estrasburgo para hacer balance de la presidencia rotatoria de España del Consejo de la Unión Europea.
Ese día ambos dirigentes coincidieron en el hemiciclo por vez primera y aunque se barajó entonces la posibilidad de que hubiera un encuentro, que después se rebajó a una foto en los pasillos de la Cámara, al final no hubo nada. Aprovechando la ocasión, desde el atril, el líder de Junts lanzó avisos al Gobierno sobre las consecuencias que tendría un incumplimiento de su acuerdo. Un mensaje que a la postre se ha convertido en recurrente.
Desde JxCat recalcan que les interesa más el contenido de la entrevista con el presidente del Gobierno que la foto
Fue al día siguiente de aquella coincidencia cuando el secretario general de Junts, Jordi Turull, desveló que en el foro de negociación de Suiza entre ambas formaciones se había consensuado que hubiera una reunión formal –sin una fecha determinada– entre los líderes de ambos partidos, si bien en ese momento Puigdemont no figuraba en el organigrama de los posconvergentes, mientras que hoy es su presidente. La ley de Amnistía aún no se había aprobado en las Cortes Generales. Unos días después, en la copa de Navidad de la Moncloa con la prensa, Sánchez confirmó a los presentes que estaba dispuesto a que se produjera esa cita.
En un primer momento se deslizó que se podría celebrar tras la aprobación definitiva el olvido penal, pero entre tanto hubo dos contiendas electorales –las catalanas de mayo del 2024 y las europeas de junio– y luego ya, según fuentes posconvergentes, no se han dado las circunstancias por el contexto político.

El 13 de diciembre del 2023 Sánchez y Puigdemont coincidieron en el Parlamento Europeo de Estrasburgo, pero no hubo reunión
Desde el entorno del expresident afirman que él avala que la cita sea en secreto y que no trascienda, si es preciso, y remarcan que lo que les interesa no es la foto sino el contenido de la reunión. De todos modos, JxCat ha señalado varias veces que ese encuentro –también uno del presidente de la Generalitat, Salvador Illa, con su predecesor– supondría un reconocimiento y una “amnistía política” toda vez que los magistrados del Tribunal Supremo se niegan a aplicarle la ley.
No obstante, en JxCat apuntan que una reunión, aunque ayudaría, no dejaría las discrepancias de lado y cuando la cuestión de confianza estaba sobre la mesa, Puigdemont rechazó que el motivo del descontento de los posconvergentes fuera que no ha habido una reunión. “Que nadie se piense que todo este movimiento lo estamos haciendo porque el señor Pedro Sánchez no se ha reunido conmigo, no pasa nada, podemos vivir perfectamente sin reunirnos”, dijo el expresident el pasado mes de enero.
Cuando el dirigente de Junts era president se vio tres veces a solas con el secretario general del PSOE
Se da la circunstancia que Sánchez es el dirigente de una formación política de ámbito estatal que más veces se reunió a solas con Puigdemont mientras era presidente de la Generalitat. En los dietarios y las memorias del dirigente soberanista aparecen todo tipo de detalles e incluso explica que hubo algún canal de comunicación entre ambos y algún mensaje consensuado en verano del 2018, cuando Sánchez, que apenas da cuenta de ello en sus libros, ya era presidente tras la moción de censura a Mariano Rajoy. Fue a través de una tercera persona cercana a José Luis Rodríguez Zapatero, ahora interlocutor habitual de Junts y una suerte de teléfono rojo entre la Moncloa y Waterloo. Sin embargo, aquel canal se enfrió enseguida y no tuvo continuidad. Tanto es así que el año siguiente, en plena campaña electoral, Sánchez prometía llevar a Puigdemont ante los tribunales y hacía referencia al control de la Fiscalía.

Carles Puigdemont y Pedro Sánchez en el Palau de Generalitat en marzo del 2016, en una cita que pidió el dirigente socialista
Así las cosas, hubo tres citas y después, más allá del citado pleno de la Eurocámara, los dos dirigentes no han vuelto a hablar, según las fuentes consultadas, aunque sí lo han hecho sus intermediarios.
El primer encuentro fue poco después de que Puigdemont fuera investido president. Recibió la petición de Sánchez para una reunión que se produjo un mes después en el Palau de la Generalitat, el 15 de marzo del 2016. El entonces jefe de la oposición y secretario general del PSOE acudió con su propuesta de una reforma de la Constitución bajo el brazo y habló de “tender puentes” mientras trataba de armar en vano una mayoría para ser elegido presidente del gobierno. Además, tanteó el terreno para averiguar si un nuevo Estatut podría llegar a reemplazar el referéndum de autodeterminación. El expresident se desmarcó al tiempo que le pidió que no dijera que en Catalunya había un problema de convivencia. Era la legislatura del 1 de octubre y andaba en otras cuitas el Govern.
Entre ese primer encuentro y los dos siguientes, Sánchez perdería en octubre del 2016 la dirección de su partido para recuperarla ocho meses después, en mayo del 2017. Con todo, cuando Sánchez fue decapitado en el comité federal del PSOE para que el grupo socialista del Congreso de los Diputados permitiera con su abstención la investidura de Rajoy y evitar una tercera repetición electoral, el expresident le mandó un mensaje personal de afecto con una aplicación de mensajería. “Las historia no acaba aquí”, le respondió Sánchez.

Carles Puigdemont, entonces president, conversa con el expresidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero en Barcelona el 25 de agosto de 2017, antes de la manifestación en repulsa de los atentados
Tras volver a su despacho de Ferraz, Sánchez se vio con el expresident en una cena en el Baix Empordà, en el suquet que organiza Pere Portabella en Mas Ventós, en Palau-Sator. Esa cita fue el 21 de agosto, cuatro días después de los atentados de la Rambla. Hablaron a solas y quedaron en seguir con su conversación unos días después en el Palau de la Generalitat, antes de la manifestación de repulsa a los atentados, una marcha a la que acudió toda la clase política de España –mientras los barones socialistas y otras figuras como el lehendakari acudieron a la sede del Govern, los miembros del Gobierno central, del PP, fueron a la Delegación del Gobierno en Catalunya, un hecho que Sánchez calificaría en su Manual de resistencia como un error más de Rajoy en la gestión de la carpeta catalana–.
El tema principal de la conversación que mantenían entonces era el referéndum que estaba previsto para el 1 de octubre, solo unas semanas después. Aquel día el expresident fue fotografiado tanto con Sánchez como con Zapatero en Barcelona; unas imágenes que acompañan esta información y en un primer momento no se hicieron públicas.

Pedro Sánchez y Carles Puigdemont en el Palau de la Generalitat en marzo del 2016, justo antes de su primera reunión
En todo este asunto, siempre según lo que cuenta el expresident, hay además una paradoja. Antes del referéndum del 1-O, fue Puigdemont quien propuso a Sánchez que tratara de articular una mayoría para una moción de censura a Mariano Rajoy y negociar así una salida para Catalunya, pero el líder del PSOE desestimó esa opción. En cambio, menos de un año después, la moción que desalojó al Partido Popular de la Moncloa prosperó sin que tuviera el aval de Puigdemont, quien quedó al margen de la decisión que tomó su partido. La de Sánchez y Puigdemont es, sin duda, una relación con muchos vaivenes y algunos capítulos por escribir.