El Gobierno llega a Navidad con falta de oxígeno. Ya le ocurrió en julio antes de las vacaciones de verano, cuando pidió tiempo muerto acuciado por los casos de corrupción que salpican a Cerdán, Ábalos y Koldo. La situación para el Gobierno y para el PSOE, inmerso ahora en neutralizar el caso Salazar, no ha mejorado en estos meses. Busca el aire que le pueda aportar el parón navideño, consciente que el último pleno en el Congreso se celebra esta semana y hasta febrero Sánchez y Feijóo no volverán a cruzarse palabras gruesas en la Cámara Baja.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el acto institucional por el Día de la Constitución, del pasado sábado, en Madrid.
Hoy será el último duelo del año entre los líderes de los dos principales partidos, y el lunes que viene Sánchez celebrará la tradicional conferencia de balance del año. Después dejará pasar los resultados de la elecciones de Extremadura, sabiendo que los sondeos no aventuran nada bueno para el candidato socialista. Luego llegará el periodo de asueto, en el que Gobierno confía en que se rebajen los ánimos.
A principios de enero el presidente podría impulsar una crisis de Gobierno
Pero Sánchez no solo necesita un descanso: busca un revulsivo, ya no con Junts para conseguir impulsar una agenda legislativa que está prácticamente paralizada, sino para dar sentido al futuro de su Gobierno, por mucho que quiera aguantar hasta el 2027.
La intención de los socialistas es resistir hasta después de las elecciones municipales, pero la realidad se impone al deseo. Nogueras ya avanzó en una entrevista a Guyana Guardian que no darán apoyo a los presupuestos de 2026, y sin unas cuentas bajo el brazo –y con una oposición del PP cada vez más dura–, el margen de maniobra del Ejecutivo se estrecha hasta límites difíciles de sostener.
Hace semanas que en Madrid se rumorea con una posible crisis de Gobierno para intentar dar un giro e iniciar una nueva etapa ante el ciclo electoral que se avecina, además de responder a la complicada situación en el que se mantiene el Ejecutivo. Ese movimiento podría llegar a principios de enero.
Aragón se encamina a convocar elecciones anticipadas ante la imposibilidad de Azcón de negociar los presupuestos con Vox. En ese escenario Pilar Alegría, portavoz del Gobierno y ministra de Educación, sería la primera en abandonar el Ejecutivo para convertirse en candidata en unos comicios, donde, como en Extremadura, la pugna se dirime en función de las posibles alianzas que PP y Vox estén dispuestos a sellar.
Sánchez debe empezar a pensar en quién ocuparía el cargo de Alegría y si es necesario profundizar en más cambios dentro de en un Ejecutivo que necesita recuperar la iniciativa y el relato. El presidente confía en la resistencia como método, pero la acumulación de frentes abiertos cuestiona si será suficiente y hasta cuándo. El desafío, a partir de enero, será demostrar que aún puede pilotar la legislatura. El margen se reduce a pasos acelerados.