La idea de la muerte siempre ha sido un terreno fértil para las teorías, especulaciones y preguntas sin respuesta. Pero, ¿qué pasa si alguien asegura tener una explicación lógica y estructurada sobre lo que ocurre cuando dejamos este mundo? Chris Langan, un granjero estadounidense con un coeficiente intelectual asombroso, cree tener la respuesta.
A sus 72 años, Langan no es un pensador convencional. Su IQ, que oscila entre 190 y 210, lo sitúa muy por encima de figuras históricas como Albert Einstein y le da el título simbólico del hombre más inteligente. Pero más allá de su impresionante inteligencia, lo que lo distingue es su teoría conocida como el Modelo Cognitivo-Teórico del Universo (CTMU, por sus siglas en inglés). Según este concepto, la realidad y la mente están intrínsecamente conectadas en una estructura computacional que rige nuestra existencia.
Viaje hacia una nueva dimensión
El enigma de la muerte según un genio del siglo XXI
En una reciente entrevista en el pódcast Theories of Everything con Curt Jaimungal, Langan compartió su visión sobre la muerte. Para él, el fallecimiento no es el fin, sino un cambio de estado. Describe este proceso como la desconexión del cuerpo físico actual para ascender hacia el origen de la realidad. Según su hipótesis, nuestra conciencia, o lo que comúnmente llamamos “alma”, transita hacia una dimensión completamente distinta, inaccesible durante la vida.
Langan rechaza las nociones tradicionales de cielo e infierno, considerándolas demasiado simplistas. En su lugar, plantea que esta transición nos lleva a un estado meditativo en el que todas nuestras vidas pasadas, presentes y futuras coexisten simultáneamente.
Es una especie de supercomputadora cósmica donde las reglas del tiempo y el espacio tal como las entendemos dejan de aplicarse. Sin embargo, este estado no es lo que definiríamos como una “vida después de la muerte”, sino más bien una integración en la estructura esencial de la realidad.
Otro punto fascinante de su teoría es cómo concibe la memoria tras la muerte. Langan sostiene que nuestros recuerdos no desaparecen, sino que quedan almacenados en una especie de “matemática universal”. Aunque estos podrían recuperarse, en la mayoría de los casos no tiene sentido aferrarse a memorias de una existencia pasada, ya que nuestra identidad también sufre una transformación.
Perspectiva única
La panconciencia y la estructura profunda de la realidad
El CTMU se apoya en tres pilares fundamentales: la realidad como información en forma de lenguaje, la idea de que el tiempo es trasversal y conecta diferentes líneas temporales, y la existencia de una “panconciencia”, una conciencia global que emerge de la propia realidad.
Para Langan, este modelo no solo explica la muerte, sino también el papel que juega lo divino, que él define como una propiedad inherente al universo, más que una figura celestial.