Salvador Dalí es uno de los pintores más influyentes y universales de la historia del arte. El oriundo de Figueres tuvo una infancia similar al estilo que definió durante gran parte de su carrera, llegando a creer un sorpresivo mensaje de sus padres: que era la reencarnación de su hermano mayor, también llamado Salvador, que murió de meningitis con siete años. Sin embargo, su trayectoria está dividida en dos grandes etapas, marcadas por un contundente antes y después.
Esta ocurrencia ha servido a Inés Moreno, más conocida como Traumatóloga Geek en redes sociales, para contar su historia. La divulgadora suele indagar en el pasado para explorar personajes y ocurrencias vinculadas con la medicina y su profesión, desde Florence Nightingale hasta el rey Sancho I de León. En esta ocasión, se ha centrado en el pintor catalán para contar su transformación artística a raíz de un accidente.
“No sé quién necesita escuchar esto, pero no todo lo que se rompe está perdido. A veces lo que te parte, te libera, y si no me crees, quédate. Salvador Dalí: el genio del surrealismo. Obsesivo, perfeccionista. Cada trazo, una operación. Cada línea, un control absoluto. Mira esta obra. La persistencia de la memoria, 1931. Relojes derretidos, sí, pero cada centímetro está medido, calculado. Dalí pintaba como como si tuviera un bisturí en la mano, hasta que en 1980 sufrió una caída en su casa”, explicaba.
“Fractura del húmero derecho, su brazo dominante, su herramienta más poderosa. Y lo perdió. No volvió a pintar igual. No porque no quisiera sino porque su cuerpo ya no se lo permitía. Tras una fractura, sí, hay secuelas que no siempre se curan. El brazo ya no sube igual. La fuerza disminuye. El pulso se vuelve inestable. Y lo más duro es que muchas veces no recuperas lo que perdiste. Eso le ocurrió a él. Pero Dalí no se rindió, se transformó”, desvelaba.
Cabeza rafaelesca estallando
Evolución obligada
“Abandonó la precisión quirúrgica. Se lanzó al trazo libre, al gesto crudo, a la emoción desbordada. Mira esta obra: Cabeza rafaelesca estallando, 1982. Ya no hay control. Hay furia, movimiento. El dolor convertido en explosión visual. Y entonces pasó algo extraordinario. Su cerebro buscó nuevas rutas, lo que llamamos reorganización neuromuscular. ¿Y si no se trata de volver a ser quien era sino de descubrir quién puede ser ahora? Dalí lo hizo. Y desde ahí, fue inmortal”, remató.
Sobre Sancho I, Moreno destapó la que podría ser una de las primeras dietas milagro de la historia: “Le cosieron la boca, dejando solo una pequeña apertura, para que pudiera beber con pajita. Lo ataron de pies y manos para evitar que comiera escondidas. Lo sometieron a baños de vapor, masajes y ejercicios forzados. Durante 40 días, Sancho vivió un auténtico calvario, pero el resultado fue sorprendente. Perdió más de 100 kilos y recuperó su movilidad”.


