A las siete de la mañana, el crucero Wind Surf de la compañía Windstar atraca en el muelle de Barcelona. Comparado con los megacruceros que acogen a miles de pasajeros, este barco de 188 metros de eslora parece casi pequeño. Un grupo de taxistas espera que los viajeros bajen de la embarcación para recogerlos. Tienen experiencia y auguran que, como mínimo, hasta las ocho y media no empezará la descarga de turistas. Y tienen razón.
De este crucero sólo unos 300 turistas desembocarán en la capital, pero se añadirán a otros miles que transitan el puerto, sobre todo en verano. De hecho, según datos de 2024, Barcelona es el sexto puerto de cruceros del mundo, con 3.655.981 movimientos de pasajeros.
Antes de llegar a la ciudad, la embarcación partió de Lisboa y paró en diversas localidades, como Cádiz, Cartagena o Palma. El trayecto de muchos de los turistas termina en la capital, y quienes se animan a compartir su experiencia (todos, veteranos de este tipo de viajes) coinciden en dos aspectos: repetirían y hay puertos demasiado masificados.
El sexto puerto del mundo
El Puerto de Barcelona es líder en Europa y sexto en el mundo en cuanto a movimientos de pasajeros, que no han parado de crecer hasta los 3,6 millones del 2024, y que suben un 15,7% desde que empezó el año. Por delante de Barcelona se encuentran los puertos del Caribe y, justo por detrás, Civitavecchia (Roma). En 2025, la infraestructura catalana crece de forma mucho más destacable que el año pasado, con un 15,7% más de movimientos de pasajeros de cruceros en los primeros seis meses del año, y ya tiene 1,7 millones.

El puerto de la capital recibe cruceros de todo tipo de dimensiones
El placer de que todo esté hecho
“Viajar en crucero no es para todos”, advierte Kent, un estadounidense que ha hecho la travesía con su esposa Cristina. “Por ejemplo, no debes conducir a ninguna parte. Dispones de todos los servicios”, apunta. En la misma línea se sitúa una compatriota suya, Jessica: “Me encanta que no debemos preocuparnos de nada, de todo se encarga la tripulación. Es genial tener una habitación que viaja y tú no tienes que arrastrar maletas arriba y abajo”.
Cada día tienes algo que visitar y durante la noche viajas. Así no tienes que preocuparte por alquilar un coche o coger un tren
François y Jean-Luc, dos turistas franceses que también desembarcan del Wind Surf, destacan cómo se aprovecha el tiempo en este tipo de viajes. “Cada día tienes algo que visitar y durante la noche viajas. Así no tienes que preocuparte por alquilar un coche o coger un tren”, subraya François. La falta de preocupaciones se extiende hasta el desembarco, porque un miembro de la tripulación que se encuentra en tierra señala a varios pasajeros donde tienen los taxis que han encargado o donde se encuentran los buses que les esperan desde hace rato.
No es el caso de Katherine y su marido, que tratan de pedir un Uber, tras recibir como un cubo de agua fría la noticia de que un taxi les podría costar 35 euros. Esta pareja, también de Estados Unidos, encuentra en los cruceros la mejor forma de ver varios lugares en poco tiempo. “Puedes ir a varios lugares del mundo que, por otra parte, probablemente no podrías ver. Es más fácil, no tienes que empaquetar ni nada”.
La masificación, de puerto en puerto
Desde Lisboa, en ocho días han parado en Cádiz, Gibraltar, Almería, Cartagena y Palma, detalla François. Entre los cruceristas del Wind Surf hay opiniones dispares sobre las ciudades, pero todos se ponen de acuerdo en lo que se refiere a la última parada, Palma: había demasiados turistas, concretamente, demasiados cruceros.
A algunos locales les gustan los cruceros si tienen una tienda o un negocio turístico, pero si no, no les gustan nada
“Hemos estado en Mallorca, había cinco grandes cruceros y no nos gustó nada. ¡Es demasiada gente! Vas a la ciudad y hay 10.000 turistas”, resopla Kent, que subraya: “Había demasiados cruceros”. El rechazo por otros cruceros, sobre todo los más grandes, es compartido por Katherine, que trata de ser positiva: “Había muchos turistas y grandes cruceros, pero la catedral era preciosa”. Con mayor resignación se lo tomaba la pareja francesa. “Palma estaba muy llena, pero ya sabíamos dónde íbamos”, explica François.
¿Palma y un puerto sin límite?
El puerto de Palma contó en 2024 con 1.840.001 movimientos de pasajeros. La presión de los cruceristas se había tratado de limitar con un acuerdo en 2022 entre el gobierno de Francina Armengol y las navieras. El límite eran tres cruceros por día y un máximo de 8.000 turistas. Ahora, bajo la presidencia del PP, este límite parece haberse desdibujado, ya que el pasado 2 de agosto se superó y por mucho. Dos megacruceros atracaron en el puerto de Palma con unos 15.000 turistas.
Algunos son conscientes de cómo esa presión impacta en los vecinos y que estos modelos de turismo de masas se están poniendo en duda en las zonas más tensionadas. “En los sitios más masificados, la gente no es tan amable, son un poco más ásperos, pero ya ocurre en todas las grandes ciudades”, reconoce Katherine. Con un tono más cínico Kent afirma: “A algunos locales les gustan los cruceros si tienen una tienda o un negocio turístico, pero si no, no les gustan nada”.
Son conocedores del impacto en las personas, porque hasta un punto también lo viven cuando se topan sitios muy masificados. Sin embargo, las consecuencias medioambientales de este tipo de transporte queda en un segundo plano.

Jean-Luc (izquierda) y François (derecha) rechazan el modelo de los megacruceros
¿Y Barcelona?
“Hemos tocado techo”, reconoció la primera teniente de alcaldía, Laia Bonet, hablando sobre los cruceros a principios de este 2025. En este contexto, el pasado julio, el consistorio y el puerto anunciaron la reducción de terminales de cruceros, que pasará de las siete actuales a cinco el 2030. Además, los cruceros más pequeños, es decir, aquellos de menos de 1.000 camas, se consolidan en el Puerto de Barcelona. Según la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA), un tercio de las escalas que se realizan en el puerto son de este tipo de barcos.
Justamente el Wind Surf entra dentro de esa categoría. Las reducidas dimensiones las celebran todos los viajeros. “Te permite tener una relación más cercana con la tripulación y los demás pasajeros”, celebra Cristina. “Nunca iría a uno de esos megacruceros”, añade François, quien destaca que ir con cruceros más pequeños permite ir a lugares menos masificados donde los barcos más grandes no tienen cabida, literalmente. Sin embargo, reconoce que no es una opción para todos los bolsillos.
Preparados para dejar atrás el barco y el puerto, algunos de los pasajeros se van directos hacia el aeropuerto de El Prat y otros permanecerán unos días en Barcelona. Entre este último grupo esperan con ganas ver a los clásicos del turismo de la capital.

Algunos de los viajeros se quedarán algunos días en Barcelona mientras que otros se van directamente al aeropuerto
“Quiero volver al Museu Picasso y la gran y famosa catedral que hace una eternidad que está en construcción”, explica Jessica, que trata de recordar (sin éxito) el nombre de la Sagrada Familia. La icónica obra de Antoni Gaudí está también entre las prioridades de Katherine, que comenta animada: “Ya había estado en Barcelona, espero que esté más bonita y avanzada que hace 20 años”.
Este artículo fue publicado originalmente en RAC1