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Esteve Freixa, psicólogo y divulgador, reivindica el valor de la jubilación: “La jubilación es el mejor invento de la humanidad después del fuego y la rueda”

Pensiones

Una reflexión serena sobre cómo el retiro laboral puede convertirse en la etapa más plena, libre y consciente de la vida

Esteve Freixa, psicólogo y divulgador. 

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La jubilación suele imaginarse como un punto final, como un cierre de etapa. Pero para Esteve Freixa i Baqué, psicólogo y profesor, significa justo lo contrario: un punto de partida. En el pódcast donde comparte su experiencia vital, Freixa explica con claridad que jubilarse no es retirarse del mundo, sino abrir la puerta a la vida más libre que jamás hemos tenido. “La mayor parte de la audiencia es demasiado joven como para pensar en la jubilación”, dice, pero aun así ofrece un mensaje que, cuanto antes se entienda, más transforma.

Para él, dejar de trabajar no tiene nada que ver con perder importancia o dejar de ser útil. “La jubilación, el dejar de trabajar, el dejar de considerar que uno es importante, imprescindible y que tiene que continuar al pie del cañón, ha representado para mí un cambio de vida muy positivo”. Después de décadas ejerciendo una profesión, devolviendo a la sociedad aquello que esta ha invertido en nosotros, llega un momento en el que —simplemente— es legítimo empezar a vivir de otra manera.

“Trabajamos para vivir, pero nunca he considerado que hay que vivir para trabajar”

Freixa lo explica sin dramatismos: “Trabajamos para vivir, pero nunca he considerado que hay que vivir para trabajar”. Mientras la vida laboral está llena de obligaciones, responsabilidad y tiempo ocupado, la jubilación ofrece un espacio para la elección personal. No porque lo anterior no fuese vivir, matiza, sino porque era un vivir condicionado. Ahora, en cambio, empieza una etapa en la que el tiempo se abre como un territorio nuevo.

En ese nuevo territorio, lo que importa no es la actividad concreta, sino la libertad de elegirla. Ir a pescar, dibujar, ver cine, moldear barro… todo sirve si nace del deseo y no de la presión. “Puedes dedicarte a lo que te apetece sin prisas, a tu ritmo”, afirma. Y por primera vez en décadas, ese “ritmo” ya no lo marca el reloj laboral ni las obligaciones familiares, sino la propia voluntad.

“Tenemos dos vidas, y la segunda empieza el día que nos convencemos de que en realidad solo hay una”

El mensaje central que quiere transmitir es casi una brújula para la vida. “Tenemos dos vidas, y la segunda vida empieza justo el día que nos convencemos de que en realidad solo hay una”. Esta frase, que él mismo presenta como un juego de palabras, encierra una advertencia. Si la revelación llega demasiado tarde, también llega tarde la posibilidad de aprovechar los años en los que la salud y la energía aún acompañan. “Si nos damos cuenta demasiado tarde, pues eso, es demasiado tarde”.

Su propia experiencia lo confirma: aún tiene la energía para viajar, grabar clases y soportar el calor de largas jornadas de trabajo intelectual. Pero es consciente de que en unos años quizá ya no podría hacerlo. Por eso insiste en la importancia de no posponer la vida para después: la jubilación no es un paréntesis, es una oportunidad que hay que saber reconocer a tiempo.

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En uno de los momentos más memorables del pódcast, Freixa pronuncia una frase que resume su filosofía con una mezcla de humor y lucidez: “La jubilación es, después del invento del fuego y del invento de la rueda, para mí, el mejor invento de la humanidad”. Una afirmación rotunda que presenta la jubilación no como un problema económico ni como una preocupación social, sino como un logro civilizatorio.

A quienes ya están jubilados les manda un mensaje sencillo: “Que descansen y no hagan nada del curso”. Y a quienes todavía están en edad de formarse o trabajar, les deja el curso disponible, pero también una reflexión mayor: la vida no puede vivirse como espera eterna hacia un futuro que llegará solo si la salud lo permite. Hay que empezar a vivir hoy, dentro y fuera del trabajo.

La jubilación, en la visión de Esteve Freixa, no es rendirse: es liberarse. Es el derecho a una segunda vida más consciente, más lenta, más elegida. Una vida en la que, por fin, el tiempo vuelve a ser nuestro.