Roberto, cerrajero, sobre el precio abusivo de las urgencias: “Se ha llegado a cobrar 1000 euros por abrir una puerta en 10 minutos”

Precios abusivos

Precios de los cerrajeros

Precios de los cerrajeros

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Roberto, cerrajero profesional entrevistado en el canal de YouTube de Adrián G. Martín, admite que en el sector hay artimañas difíciles de justificar. Relata casos en los que, por una apertura sencilla de madrugada, “se ha llegado a cobrar 1000 euros por abrir una puerta en 10 minutos”, una cifra que asegura que nada tiene que ver con el trabajo real ni con los costes del servicio de cerrajería. El problema, explica, es el intrusismo y la presencia de intermediarios que captan llamadas, reparten avisos y multiplican el precio final por un servicio básico.

Un oficio de confianza que algunos han convertido en negocio opaco

Su testimonio no aparece aislado. Humberto, cerrajero con casi dos décadas de experiencia en Madrid y autor del blog de Magdazu Seguridad, describe un fenómeno similar: personas y empresas que se aprovechan de la vulnerabilidad del cliente, especialmente en grandes ciudades, para inflar tarifas de forma desproporcionada. Comenta que ha atendido a usuarios a los que les habían cobrado 200, 300 o incluso 400 euros por abrir una puerta sencilla, sin cambiar bombines ni utilizar materiales especiales.

Tanto Roberto como Humberto coinciden en que el gancho suele empezar mucho antes de que el técnico llegue al portal. Anuncios de “aperturas desde 20 €”, webs sin dirección física ni razón social clara, teléfonos genéricos que derivan llamadas a distintos puntos del país y operadores que evitan dar un precio aproximado por teléfono forman parte del mismo patrón. Cuando el cliente ya está atrapado por la urgencia, todo se decide en el rellano, sin margen real para comparar.

Las experiencias recogidas por Magdazu Seguridad permiten dibujar una referencia de mercado. Una apertura de puerta sencilla en horario normal suele situarse entre 60 y 90 euros, y un cambio de bombín estándar ronda los 80 a 120 euros, siempre con desplazamiento y conceptos desglosados. Cuando las cifras se disparan muy por encima de esos rangos, sin explicación convincente, se está ante una situación abusiva por la necesidad.

Roberto insiste en la importancia de comprobar a quién se está llamando realmente: si es una cerrajería identificable o sólo un intermediario que subcontrata. Ese tipo de empresas, añade, tiende a inflar las facturas y a operar sin transparencia ni facturas claras. Humberto recomienda desconfiar de quien no ofrece, al menos, un precio orientativo por teléfono, se niega a emitir factura o intenta cobrar recargos ambiguos por “mano de obra especial” o “materiales” que nunca se han visto.

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Los expertos coinciden en varios consejos básicos: guardar de antemano el contacto de uno o dos cerrajeros locales de confianza, comparar tarifas siempre que sea posible, exigir factura con NIF o CIF y desglose de conceptos, y documentar cualquier incidencia por si hubiera que reclamar ante consumo. La urgencia no legitima cualquier tarifa. El valor del oficio se defiende con profesionalidad y precios justos, no con facturas imposibles de justificar a las tres de la mañana. Al final, una puerta abierta no debería dejar cerrada la confianza en el profesional de verdad.

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