Más de ocho millones de personas pernoctaron el año pasado en alguna de las 79.492 plazas de camping de la provincia de Tarragona, entre la Costa Daurada, donde están la mayoría de alojamientos (70.840 plazas), y las Terres de l’Ebre (8.652). Las cifras sirven para explicar la magnitud de un sector en auge, consolidado con una portentosa oferta de servicios y actividades.
Lo que no cuentan los números es que el camping permite vivir, dormir y despertar junto a algunos de los enclaves naturales más privilegiados del litoral tarraconense, más a salvo de la presión urbanística.
El camping
Una forma de vivir junto a extensas playas en el delta del Ebro o cerca de calas casi vírgenes
Si a la ecuación se añade la primavera y se puede sortear el frenesí del verano, el resultado es una experiencia que a más de uno sorprenderá y cambiará la imagen preconcebida de la Costa Daurada. El tiempo corre más despacio en lugares pegados al mar, junto a bosques mediterráneos y tramos del litoral que apenas se han urbanizado o –¡milagro!– en algunos casos se han mantenido casi vírgenes.
Sirvan para este viaje un puñados de recomendaciones, diversas, aunque podrían ser otras. Tiene también mucho interés ampliar el foco para buscar otros enclaves campistas en el interior de Tarragona y de las Terres de l’Ebre.
El camping Prades Park se encuentra en un entorno natural protegido, a 1.000 m de altitud
Un ejercicio muy recomendable, complementario, es el de ir de la playa a la montaña, lo que permitirá descubrir otros rincones naturales alucinantes, como en las Muntanyes de Prades (Camping Prades Park), a poco de convertirse en el alma de un nuevo parque natural, con uno de los cielos estrellados más maravillosos de Catalunya (Parc Astronòmic Muntanyes de Prades).
Si se busca algo distinto, junto al río Ebro y el Matarranya está Port Massaluca (Terra Alta), uno de los campings más pequeños de Catalunya, con actividades vinculadas al turismo fluvial.
El camping Tamarit Beach Resort con su zona para las caravanas junto a la playa, con vistas al castillo y al mar
Pero esta ruta empezará en el mar, a pie de la playa Llarga, en Tarragona, en el histórico camping Las Palmeras, un excelente punto de partida para visitar un enclave natural milagrosamente bien conservado, el Bosc de la Marquesa, con sus playas y calas.
La misma historia del camping está vinculada al espacio natural protegido (Xarxa Natura 2000) que empieza cuando se acaba la frágil playa Llarga, con tres kilómetros de arena fina, que sufre en cada gran temporal. El Bosc de la Marquesa debe su nombre a una aristócrata con raíces en Barcelona, Caridad de Barraquer, propietaria de gran parte del espacio natural, que se negó a vender para que se pudiera hacer un gran complejo vacacional durante la dictadura franquista. Su familia decidió crear uno de los primeros campings de toda la costa de Tarragona, Las Palmeras, hoy regentado por uno de sus herederos, Agustí Peyra.
Las montañas del interior de Tarragona, en Prades, o el río Ebro esconden alternativas de interés
Mirador verde sobre el Mediterráneo, el Bosc de la Marquesa, a cinco minutos a pie desde el camping, abre una puerta que conduce por senderos entre pinares, dunas y algún lirio blanco, en un antiguo camino de ronda, hasta la cala de Becs, conocida como Roca Plana, y la playa del Arboçar (cala Fonda o la Waikiki). Dos regalos de arena y rocas doradas y agua transparente.
Playas de tradición naturista, no hay mejor lugar para comprobar por qué este tramo del litoral catalán se conoce como la Costa Daurada o comprender la obstinación de Roma por instalarse aquí hace dos mil años.
En la costa, entre playas y calas, incluso se puede intuir una antigua cantera romana con la huella aún visible de los sillares de piedra usados para levantar fórums o anfiteatros. El camping Las Palmeras ha impulsado la Fundació Bosc de la Marquesa para proteger este patrimonio natural de casi un centenar de hectáreas, con actividades divulgativas.
La zona merece pausa. Otra buena opción es el camping Tamarit Beach Resort, con 215 bungalows y 472 parcelas. Está ubicado también junto a la arena y el mar, en la playa de Tamarit, y cerca de la desembocadura del Gaià, río ignorado y muy desconocido, y la plana del Vinyet, espacio natural a proteger y restaurar.
Hay establecimientos que son como pueblos, con un sinfín de actividades, y otros que son lugar de retiro
Esta zona limítrofe entre Tarragona y Altafulla es un buen punto de partida para perderse hacia el norte de la Costa Daurada o para recrearse mirando hacia el castillo de Tamarit. Premiado entre los mejores campings europeos, es otra apuesta fiable.
Más al sur, uno de los tramos costeros que más merece la pena por su conservación y valor natural, a pesar de la presión urbanística, es el que va desde Mont-roig del Camp y l’Hospitalet de l’Infant, en el Baix Camp, a l’Ametlla de Mar (Baix Ebre), puerta de entrada al litoral a las Terres de l’Ebre.
El camping Las Palmeras de Tarragona tiene el privilegio de estar junto al Bosc de la Marquesa, frente a la playa Llarga de Tarragona
Un par de campings muy distintos para recrearse con esta zona. El primero, el Playa Mont-roig Resort, uno de esos campings a pie de arena cargados de servicios y un sinfín de actividades de ocio, reputado y también premiado, con seis décadas de historia. Un pueblo campista con capacidad para 1.300 familias (35 hectáreas).
El segundo, el Templo del Sol, camping naturista con solera, junto a la popular playa casi salvaje del Torn, también nudista, en l’Hospitalet de l’Infant, en plena naturaleza. Es un enclave perfecto para reseguir la costa hasta l’Ametlla de Mar y el Perelló, siguiendo el GR, con tesoros a preservar como la Roca de l’Illot, una cala diminuta de enormes atributos que aparece en las dichosas listas de playas top a galope de Instagram o TikTok.
Pocos rivales a la altura de enclaves que regalan amaneceres en paisajes de postal bajo la brisa marina
Una propuesta intermedia, muy familiar, otro establecimiento pionero, el camping Joan de Cambrils, sin salir del Baix Camp. Es un lugar ideal para cargar pilas, también pegado a los arenales, antes de emprender este particular viaje playero hacia el delta del Ebro.
El humedal, valioso parque natural, dispone de varios alojamientos con solera. El Camping Alfacs, en Alcanar (Montsià), también multipremiado, o el popular camping Eucaliptus, en Amposta, los dos históricos y pegados al mar. La playa de Eucaliptus, de casi cinco kilómetros de longitud (400 metros de ancho) responde además al ideal de los arenales deltaicos, enormes, perfectos para perderse.

