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Dolorosa cancelación en Disney+: “Diez grandes episodios… no fueron suficiente”

Adiós, risas

Quizá no debería sorprender que, en esta nueva era de Disney de satisfacer a Donald Trump, una comedia gay haya sido cancelada

No puede ser que 'Clásicos Modernos' solo tenga 10 episodios cuando tenía esencia de 10 temporadas y 100 episodios. 

No puede ser que 'Clásicos Modernos' solo tenga 10 episodios cuando tenía esencia de 10 temporadas y 100 episodios. 

Christopher Willard

La sitcom Clásicos Modernos tenía todos los elementos para ser un éxito. Estaba producida por Ryan Murphy, un hombre actualmente más atado al drama y al terror con American Horror Story, Monstruo o 9-1-1 pero sobre todo al éxito. Los creadores eran dos pesos pesados de la comedia americana: Max Mutchnick y David Kohan, quienes en 1998 habían levantado Will & Grace. Y, para rematar la jugada, actores tan consolidados como Nathan Lane (Solo asesinatos en el edificio) y Matt Bomer (White Collar) eran los responsables de provocar carcajadas en el público. Pero de nada sirvió el esfuerzo: la serie ha sido cancelada tras una sola temporada.

“Diez grandes episodios… no fueron suficiente”, ha reconocido Mutchnick en sus redes sociales tras comunicar la triste decisión. La serie, que en España se emite en Disney+, había sido cancelada por Hulu en Estados Unidos, una plataforma también propiedad de Disney. “Pero nos encantó hacer cada uno de los episodios. Echaremos de menos nuestra serie tan especial. Gracias a todos los que la vieron”, han querido agradecer a los espectadores.

¿Por qué era especial? Posiblemente por su forma de reivindicar la sitcom en unos tiempos en los que, a excepción del hermano de Sheldon Cooper con El primer matrimonio de Georgie y Mandy, las comedias rodadas con público en directo tienen problemas para encajar en la televisión. La fórmula, además, era reconocible: intentaba llevar la comedia de Will & Grace al siglo XXI a partir de la convivencia entre tres amigos homosexuales en una exclusiva comunidad en Palm Springs, en el desierto de California.

Nathan Lane era Bunny Schneiderman, un adinerado empresario de alrededor de 60 años que invitaba a sus mejores amigos a vivir con él tras llegar a la conclusión que quizá no encontraría nunca a su media naranja romántica; Matt Bomer era Jerry, más joven, auxiliar de vuelo, que compensaba su justa inteligencia con mucho corazón y mucho músculo; Nathan Lee Graham era Arthur, un experto en moda, con la lengua más viperina del conjunto; y, finalmente, Linda Lavin era Sybil, la madre de Bunny, que de repente se encontraba viviendo con ellos tres.

Nathan Lee Graham, Nathan Lane y Matt Bomer. 
Nathan Lee Graham, Nathan Lane y Matt Bomer. Hulu

La producción, de hecho, conoció la pérdida durante el rodaje cuando Linda Lavin, cuya primera aparición televisiva fue en Las enfermeras en 1963, murió a los 87 años. Mutchnick y Kohan se enfrentaron con ternura a la situación, incluyendo la muerte en la ficción en un episodio aplaudido por la crítica. De cara a la segunda temporada, que finalmente no será, tenían un plan: incluir en más episodios a Pamela Adlon, conocida por Louie y Better Things, tras haber aparecido en la primera temporada como la hermana de Bunny.

En su momento, escribimos que Clásicos Modernos era “un retrato tierno de la amistad” en el que los creadores “se liberan de las obligaciones de la televisión tradicional con un reparto encabezado por tres hombres homosexuales y un sentido del humor que, si bien sirve para cualquier persona en busca de un buen chiste, está arraigado en la cultura, las costumbres y las dinámicas propias de los hombres homosexuales”. Era fácil “reírse con las ocurrencias, los diálogos con ritmo y la química entre unos actores que se nota a la legua que están pasando un buen rato con estos bombones desenfadados de personajes”.

Teniendo en cuenta lo que cuesta encontrar una comedia que haga reír de verdad, a pleno pulmón, la cancelación de Clásicos Modernos es desesperanzadora: pocas comedias entienden tan rápidamente qué chistes les funcionan, cómo explotar las dinámicas de personajes y tienen un reparto que sabe desde un buen principio cómo sacar oro de los diálogos del guion. Pero quizá no debería sorprender que, en esta nueva era de Disney de satisfacer a Donald Trump con despidos ideológicos, acuerdos judiciales para satisfacer al presidente y borrados de personajes LGTB, una comedia gay haya sido cancelada.