La serie más sobresaliente y cautivadora de la historia ya está accesible en Filmin.

Friday Night Lights era una serie demasiado americana para triunfar fuera de los Estados Unidos. Se centra en el equipo de fútbol americano de un instituto de un pueblo deprimido de Texas donde el orgullo local depende del resultado que da el marcador los viernes por la noche. La afición no son solamente los padres de los jugadores y los antiguos veteranos: los Dillon Panthers son de todos en un sitio sin otros pasatiempos. Y, partido a partido, esta serie, que Filmin acaba de incluir en su catálogo, demuestra ser la mejor serie de la historia (y la más emocionante).

La iniciativa se basa en la obra de no ficción de H.G. Bissinger, quien residió en la localidad texana de Odessa para examinar el contexto del equipo de fútbol de la zona, publicando sus hallazgos en 1990. Posteriormente, en 2004, el cineasta Peter Berg llevó esta narrativa al cine, adaptándola a la ficción. Sin embargo, presentaba restricciones: la totalidad de la dimensión humana, la exigencia deportiva, las aspiraciones adolescentes, las esperanzas frustradas, la dinámica del sistema y la falacia de la promesa estadounidense no podían ser plasmadas en un metraje de dos horas.

Al año siguiente, ya estaba inmerso en una nueva iniciativa: una versión para televisión que le permitiría explorar a fondo las posibilidades de la comunidad en un pueblo de Texas. Dicha serie debutó en octubre de 2006. Kyle Chandler y Connie Britton encarnaron a Eric y Tami Taylor, una pareja que se muda a Dillon tras la contratación de él como director técnico del equipo de fútbol americano del instituto. Pronto descubre que, si el equipo sufre derrotas, el interés de los residentes puede tornarse sumamente adverso: en ese lugar, las expectativas se centran en los más jóvenes.

El elenco, cabe destacar, es coral y trasciende lo deportivo. La narrativa sigue a Jason Street (Scott Porter), el mariscal de campo estrella y estudiante modelo, quien sufre una grave lesión en el primer encuentro de la campaña. También se enfoca en Juliet Taylor (Aimee Teegarden), la hija del entrenador, quien coquetea con Matt Saracen (Zach Gilford), el mariscal de campo suplente, un joven con una vida familiar compleja: su madre lo abandonó, su padre está en el ejército y él vive con una abuela que presenta síntomas de demencia senil.

También aparece Smash Williams (Gaius Charles), cuya velocidad es incomparable, o Tim Riggins (Taylor Kitsch), capaz de dar lo máximo cuando no está recuperándose de la noche anterior. Y, girando en torno al equipo, encontramos a Lyla Garrity (Minka Kelly), la capitana de las animadoras y descendiente de un prominente hombre de negocios de la zona; Tyra Collette (Adrianne Palicki), que ve en los jugadores una forma de huir de ese lugar de mala muerte; o Landry Clarke (Jesse Plemons), el compañero inseparable de Saracen, que no comprende cómo puede dedicar tanto tiempo a lanzar un balón en un deporte tan viril y combativo.

En los dos primeros capítulos iniciales, la cámara de Peter Berg oscila hasta un punto casi exasperante. El estilo documental que busca para la ficción casi eclipsa la narrativa. No obstante, el guionista Jason Katims reconoce que la emoción es fundamental en un análisis de personajes como el que presenta Friday Night Lights: los resultados deportivos son relevantes, pero igualmente lo son todos los dilemas, presiones y emociones que surgen mientras el juego está en curso. Cada estrategia del entrenador Taylor, quien es terco y algo rústico, como su esposa a veces le señala, sirve como un recurso para que los jugadores superen un sistema injusto y brutal. Un claro ejemplo de esto es la situación en la que la única vía para acceder a una educación universitaria de calidad depende de anotar un touchdown.

Con cinco temporadas, logra lo que parece inalcanzable repetidamente. Se trata de una producción que no pierde de vista su esencia como drama deportivo juvenil, al tiempo que trasciende esa etiqueta: una exploración de los sentimientos en un contexto masculino, donde cada faceta de los personajes se aprehende desde una perspectiva madura. Superó una huelga de guionistas, la de 2007 que redujo la cantidad de capítulos de su segunda temporada, y una cancelación, después de esa misma segunda temporada, lo que la llevó a un canal de cable.

Ante la incertidumbre sobre cómo gestionar la evolución de los personajes, especialmente aquellos que debían transitar hacia la universidad, Jason Katims optó por una sustitución progresiva del elenco, asegurando que la narrativa no se viera afectada. Es notable que, si bien en la temporada inicial descubrió a un intérprete como Jesse Plemons, quien ha sido nominado al Oscar por El poder del perro y es requerido por cineastas como Yorgos Lanthimos y Alex Garland, la segunda etapa introdujo figuras como Michael B. Jordan, conocido por Creed, Sinners y Black Panther, además de Jurnee Smollett, candidata al Emmy por Lovecraft Country y vista recientemente en Smoke.

Y, gracias a la habilidad de Katims para superar los prejuicios, la temporada final recibió una nominación al Emmy a Mejor Drama y obtuvo los premios a Mejor Guion y Mejor Actor, para Jason Katims y Kyle Chandler, respectivamente. Las designaciones de “drama deportivo”, “adolescente”, “deprimente” o “muy americana” parecían conformar una mezcla perjudicial que haría que diversos segmentos de la audiencia se distanciaran de la oferta; en cambio, estas contribuyeron a forjar una de las series más singulares, emotivas y emblemáticas de la sociedad de Estados Unidos que se han presenciado.

Friday Night Lights es, sin duda alguna, la serie cumbre de todos los tiempos. Existen otras, lo reconozco, pero ninguna puede arrebatarle esta distinción. Échenle un vistazo ahora que Filmin la ha vuelto a poner a disposición, por favor. Son 76 capítulos de desarrollo, de consideración y de sentimiento.