Uno de los principales indicadores que caracterizan a todo asesino en serie es una infancia marcada por la tragedia o por determinados traumas que se gestaron en dicha época. Como, por ejemplo, ser víctima de malos tratos por algún miembro de la familia o la sobreprotección de una madre.
Además, si hay violencia y muertes injustificadas de las que el futuro asesino ha sido testigo o si su vida rige bajo una educación centrada en el fervor religioso -todo gira en torno al pecado y al castigo-, esta lacra psicológica le marcará de por vida y se traducirá en una psicopatía. Hoy conocemos cómo algunos de estos criminales se convirtieron en los peores asesinos en serie de nuestro país.
Hombre lobo, hermafrodita y primer asesino en serie español
1. Manuel Blanco Romasanta
Nadie podía imaginar que tras esa apariencia de hombre débil y frágil (medía tan solo 137 centímetros), se escondía un perverso asesino en serie que en las noches de luna llena se transformaba –y así aseguró él mismo durante el juicio- en un sangriento hombre lobo. Manuel Blanco Romasanta, el licántropo de Allariz, sembró de terror las villas de la comarca.
De hecho, el propio Manuel explicó ante el tribunal que sus macabros asesinatos estaban motivados por un sortilegio. Una bruja le había maldito y, desde entonces, no podía controlar aquel impulso salvaje por matar y comerse a sus víctimas. Eso sí, “la maldición sólo dura trece años y la semana pasada se cumplió el plazo y me curé”, soltó a preguntas del fiscal.
El hostelero “amable” y asesino en serie de Vitoria
2. Koldo Larrañaga
“Empezamos a discutir por el dinero que ya me había adelantado y me dio un empujón. En ese momento vi un destornillador encima de una máquina y, como me tenía agarrado por el cuello, lo cogí y empecé a clavárselo varias veces de cintura para arriba hasta que quedó tendido en el suelo”.
Así describió Koldo Larrañaga, el denominado asesino en serie “amable” de Vitoria, cómo acabó con la vida del empresario Agustín Ruiz en 1999.

Koldo Larrañaga, captado por una cámara de seguridad tras matar a Agustín Ruiz
No era la primera vez que la Ertzaintza se encontraba con un escenario tan dantesco. En los últimos meses se habían producido dos asesinatos similares en un corto espacio de tiempo, aunque los investigadores estaban en un punto muerto: no había hilo del que tirar.
Hasta que nueve meses después, el autor volvió a asesinar y su víctima, una abogada de 28 años, dejó sin saberlo la prueba definitiva que llevó a la caza de este criminal despiadado.
‘El Arropiero’: psicópata, legionario y necrófilo que disfrutaba matando
3. Manuel Delgado Villegas
“Pero Manuel, ¿cómo has podido venir aquí para acostarte con una muerta?”, preguntó el inspector de policía Salvador Ortega. “Así es mejor porque no habla”, respondía Manuel Delgado Villegas. Esta conversación que el agente, ya fallecido, contó cientos de veces a los medios de comunicación refleja el grado de crueldad del considerado el mayor asesino en serie de España.
El criminal, de habla un tanto particular y apodado El Arropiero, se refería a la que había sido su novia, la Toñi, de aquella forma tan despectiva. Ella era una de sus últimas víctimas de las 48 confesas, aunque las autoridades solo pudieron probar ocho.

Manuel Delgado Villegas 'El Arropiero' detenido por la policía
No había pruebas suficientes, ni tampoco testigos, faltaron acusaciones particulares y por supuesto, una necesaria colaboración policial a nivel europeo, algo que en aquel momento, era mucho más complicado que ahora.
Todo ello derivó en algo insólito: no hubo juicio oral sino que la causa quedó archivada. Y en vez de enviar al Arropiero a la cárcel, el juez ordenó su internamiento en el centro psiquiátrico penitenciario de Carabanchel. A su llegada, varios psiquiatras le examinaron y determinaron que Manuel era un peligroso psicópata. Poseía el cromosoma XYY, también conocido como de Lombroso o de la criminalidad.
‘El Mataviejas’: “Todos los hombres han sentido alguna vez deseos de violar a su madre”
4. José Antonio Rodríguez Vega
El del Mataviejas es uno de los casos de asesinos en serie que más impactaron en nuestra sociedad debido principalmente a la elección de sus víctimas: ancianas. ¿Matar a una persona mayor para después robarle?
A la mayoría de nosotros nos parecen incomprensibles esta clase actos. ¿Qué tipo de persona es capaz de asesinar a mujeres de la tercera edad en el interior de sus casas y después campar a sus anchas? José Antonio Rodríguez Vega fue una de ellas.

José Antonio Rodríguez Vega 'El Mataviejas' una vez detenido
Su apariencia bonachona, casi rozando lo místico, le sirvió para ganarse el favor de dieciséis mujeres. Pero, como todo criminal que se precie, ya en sus inicios apuntaba maneras, algo que la policía pasó por alto.
El ‘Asesino de Valdepeñas’ y unos crímenes casi perfectos
5. Gustavo Romero Tercero
“Matar a Rosana no fue fácil, sobre todo por las dificultades morales”. Pese a su aparente arrepentimiento, esta afirmación no es cierta. Gustavo Romero Tercero, más conocido como el Asesino de Valdepeñas, tenía claro su deseo de abusar de Rosana Maroto desde el primer momento. Y no solo eso.
El criminal, haciendo gala de un “perfecto uso de sus facultades mentales”, la estranguló y planeó deshacerse del cadáver arrojándolo a un pozo. La ocultó de tal forma que la joven se convirtió en una desaparecida más en España.

Gustavo Romero, una vez detenido en 2003
Este no fue su primer homicidio. Cinco años antes, una pareja de novios moría a manos del valdepeñero sin que las autoridades lograsen averiguar la identidad de su autor. Un chivatazo, una muestra de ADN y la localización del arma utilizada en los tres asesinatos ayudaron a darle caza y evitar con ello que fuesen crímenes perfectos.
La cocinera ‘mataviejas’ de ancianas en Barcelona
6. Remedios Sánchez
Dolores, una anciana de Barcelona, daba un paseo cuando Mari se le acercó desesperada. Le pidió ayuda porque había perdido las llaves de su casa y, como la encontró tan nerviosa, la invitó a la suya a tomar una manzanilla. Poco después llegó Pepita, su amiga del alma y también octogenaria, le presentó a la desconocida y quedaron en verse en otro momento.
Cuatro días después, Pepita apareció muerta: fue asesinada de forma violenta. Cuando Mari se enteró, acudió a visitar a Dolores, pero esta rehusó ver a nadie; tan solo intercambiaron unas palabras a través del interfono. Aquello le salvó la vida. Su nueva amiga en realidad se llamaba Remedios Sánchez y era una asesina en serie.

Remedios Sánchez durante el juicio
Durante un mes, esta cocinera puso en jaque a los Mossos d’Esquadra: asfixió y mató a dos ancianas más, lo intentó con otras cinco y perpetró ocho robos con violencia. Gracias al olfato de Josep Lluís Trapero, por entonces jefe de investigación criminal del cuerpo, fue detenida portando la dirección de una de sus víctimas. Acababan de atrapar a la Mataviejas.
‘El Matamendigos’: esquizofrénico y necrófilo obsesionado con la muerte
7. Francisco García Escalero
“Lo maté. Estuvimos bebiendo en un parque al lado del cementerio y tomando pastillas, me las pedía el cuerpo para poder hablar mejor. Luego le dije dónde íbamos a dormir y en el cementerio sentí las fuerzas, me daban impulsos, cogí una piedra y le di en la cabeza, le quemé con periódicos y me fui a dormir al coche”.
Así describió Francisco García Escalero a las autoridades uno de sus crímenes. Durante años mató y quemó de forma cruel a varios indigentes . La Policía no lograba dar con el Matamendigos, un asesino en serie que sembró el pánico en la ciudad de Madrid a finales de los ochenta.
Tras perpetrar su último asesinato, el homicida quiso suicidarse lanzándose a un coche, no lo consiguió y terminó en el hospital. Fue allí donde confesó sus fechorías. Por primera vez, los médicos le creyeron. Anteriormente, nadie le dio importancia al tener esquizofrenia, pero aquella tarde, Escalero se liberaba por fin de las “voces” que lo incitaban a matar.