Grupos religiosos, de meditación, de yoga, de ayuda o ecoaldeas, entre otros muchos, se han convertido en los últimos años en el nicho perfecto para que determinados charlatanes capten nuevos acólitos. Independientemente de ese “disfraz de cordero”, estos supuestos líderes aprovechan una crisis personal, familiar o laboral para influir en sus víctimas hasta que, con el tiempo, pierden el control de su propia existencia quedando a expensas de las surrealistas ideas de estos carismáticos Mesías.
Nadie está a salvo de la manipulación de estos vendedores de humo. Lo dicen los expertos: “Todo el mundo es susceptible de caer en una situación así”. Sin embargo, caer en esta telaraña puede conllevar daños irreparables y, en ocasiones, llevarte hasta la muerte.
El líder de Waco y la peor masacre de la historia
1. David Koresh
“Si el FBI trata de penetrar en el rancho del Apocalipsis sus agentes serán consumidos por el fuego”, amenazó David Koresh, líder de la secta Waco y la “reencarnación de Jesucristo”, tras cincuenta días atrincherado junto a sus fieles. Aquella advertencia vino acompañada de una secuencia de disparos con armas de largo alcance y la promesa de que todo saltara por los aires si las autoridades no cumplían sus exigencias. Así fue.
Tanques con lanzagranadas de gas lacrimógeno intentaron la rendición de los insurrectos, pero el pastor tenía un maquiavélico plan entre manos: incendiar la finca con todos los miembros dentro, incluido niños. Las imágenes de la masacre de Waco fueron retransmitidas por la televisión nacional, en lo que se consideró el peor suicidio colectivo inducido de la historia del país.

David Koresh enseña la Biblia a sus fieles
Una nación entera se conmocionó al ser testigo de esta tragedia civil con 59 adultos y 23 niños muertos. Solo ocho personas pudieron sobrevivir, siete hombres y una mujer. Entre los restos recuperados estaban los de David Koresh, cuya autopsia determinó que había recibido un disparo en la cabeza, aunque nunca quedó claro si uno de sus fieles lo había ejecutado o se había suicidado.
Su cuerpo fue enterrado en el Memorial Park Cemetery, en Tyler (Texas). Tenía 33 años, la edad de Cristo. Una coincidencia macabra. Treinta años después, la polémica intervención del FBI sigue teniendo sus claroscuros.
El Mesías satánico de ‘La Familia’ obsesionado con The Beatles
2. Charles Manson
Que su propia madre lo vendiera a una camarera por una ronda de cervezas tuvo que dolerle y marcar de por vida a un joven Charles Manson, que ya desde niño se sintió excluido de la sociedad. Si no hubiera sido por un tío suyo, que fue a buscarlo para traerlo de vuelta a casa, el pequeño hubiera acabado con una desconocida.
Imaginemos por un momento el calado emocional de la situación y las posteriores repercusiones en la vida de Manson. Nada justifica la violencia, pero es curioso que la mayoría de criminales tienen un punto en común: los problemas en la infancia.

Charles Manson, una vez detenido
Llevado por una necesidad irrefrenable por destacar -algo que de joven sólo consiguió a través de los delitos que perpetraba-, Charles se autoproclamó líder de una de las peores sectas que ha dado Estados Unidos. Se hacían llamar La Familia.
Muchos les recordarán por los asesinatos que cometieron en 1969, cuando de una manera salvaje acabaron con la vida de cinco personas, entre ellas Sharon Tate, esposa del director de cine Roman Polanski. La noticia dio la vuelta al mundo y el rostro de su gurú se grabó a fuego en nuestra memoria. The Beatles inspiraron, sin quererlo, aquella masacre.

Sharon Tate y las otras cuatro víctimas de la Familia Manson
Según Manson, los integrantes de la banda británica eran los “Cuatro Jinetes del Apocalipsis” que habían creado el Álbum Blanco y, particularmente, la canción Helter Skelter. Esta ocultaba un mensaje cifrado que auguraba: el fin del mundo estaba a punto de llegar, un nuevo orden mundial se instauraría y él sería el Rey del Mundo.
“Usted no lo entiende. Lennon, el profeta, me dijo: ‘Charlie, levántate; ¡degüella a esos cerdos que se lo pasan bomba en sus mansiones de Hollywood! El momento ha llegado. ¡Tú eres el Hijo del Hombre y el Ángel Exterminador...!’”, declaró Manson durante el juicio.
Legionario, pederasta y líder de la secta alienígena Edelweiss
3. Eddie González
“Juro por mi honor luchar y pertenecer a la Guardia de Hierro de Delhais hasta mi muerte, defendiendo 3 conceptos fundamentales y universales: amor, justicia y libertad, aplicándolos a mí mismo, caminando por el sendero de la verdad, hasta que alcance la perfección en el planeta Delhais, al servicio de mi príncipe, el Gran Alain”.
Éste es el juramento que todos los futuros integrantes de Edelweiss imploraban para poder convertirse en miembros del supuesto club de montaña con una creencia en planetas extraterrestres y OVNIs.

Eddie González Arenas, legionario, pederasta y líder de la secta alienígena Edelweiss
Su líder, Eduardo González Arenas –más conocido como Eddie-, utilizó esta asociación de ocio en Madrid a modo de secta para abusar sexualmente de niños menores de edad. Más de 400 pasaron por la Asociación Juvenil de Montaña Edelweiss, también denominada Boinas Verdes de Edelweiss.
Años más tarde se descubrió que Eddie captaba a sus prosélitos en lugares de ocio, tales como cafeterías o billares, con la excusa de conocer el campo y actividades de montaña. Poco a poco, les hacía sentirse parte del grupo, necesarios, queridos… en el que nadie podía romper la confianza.

Eduardo González Arenas, Eddie, líder de la secta Edelweiss
Todo lo que ocurriese en la asociación era un secreto y como tal, nadie podía revelarlo. La amenaza de muerte también era una constante. Porque según su líder, los chivatos acabarían siendo ejecutados por seres extraterrestres. Además, Eddie fomentaba la amistad y la camaradería, les aconsejaba mantener relaciones homosexuales y no heterosexuales porque les daría más posibilidades de entrar en el planeta Delhais. Las chicas estaban prohibidas antes de los veinticinco años
También utilizó la famosa frase que el zorro le decía a El Principito a modo de mantra, “si quieres un amigo, ¡domestícame!” y el resto de vivencias de la ficción, como promesas para encandilar a unos niños a los que trataba como los “elegidos”.
Mató a sus padres por orden de Satán
4. Sean Sellers
Matar en nombre de la religión ha sido una constante del ser humano desde el inicio de la historia. Pero cuando se trata de la adoración al Mal y por tanto de Satán, se convierte en un campo de minas donde sus adoradores realizan actos maquiavélicos. Algunos terminan en crímenes terribles como el cometido por el adolescente Sean Sellers. A los diecisiete años, el parricida mató a su madre y a su padrastro influenciado por la lectura continuada de la famosa Biblia Satánica de Anton LaVey y tras sufrir una presunta posesión demoníaca.
Según el joven, el satanismo le condujo hasta una vida digna y los rituales que practicaba hicieron de su entorno un lugar mejor en la Tierra. Tras su condena a muerte, una gran parte de la opinión pública estadounidense esperaba que su nuevo hogar fuese el infierno.

Sean Sellers, el parricida sociópata que mató a sus padres por orden de Satán
En la medianoche del 4 de marzo, Sean Sellers tomó una decisión: matar a su madre y a su padrastro. Satán se lo había ordenado. Tenía que llevar a cabo aquella misión. Se dirigió a la habitación de sus padres, abrió la puerta y, con una pistola Smith and Wesson calibre 44 propiedad de su padrastro, disparó.
Primero a Paul, que murió al instante. Su madre, sobresaltada, intentó escapar, pero no lo consiguió. Sean le disparó primero en la mejilla y después en la cabeza. El parricida recordó ante el tribunal: “Yo estaba allí, mirándolos. Y a mi madre... de la cabeza le salía un reguero de sangre. Me quedé allí y me reí”.

Sean Sellers pide clemencia para evitar la pena de muerte
Una vez cometido el brutal crimen, Sean se duchó y se cambió de ropa. Regresó a la habitación de sus padres y simuló que habían entrado a robar saqueando todo lo que pudo. Forzó la entrada de la casa y escapó hasta el domicilio de su amigo Richard. Allí escondió el arma. Se pasó toda la noche charlando animadamente.
A la mañana siguiente fingió un ataque de histeria cuando entró en la casa y se encontró los cadáveres. La policía interrogó al chico y, aunque había cosas que no cuadraban, nada les indicaba que él había sido el autor de los crímenes. Sin embargo, una llamada del director del colegio de Sean puso sobre aviso a los detectives del caso.
Pastor y líder del Templo del Pueblo
5. Jim Jones
Cuando los soldados norteamericanos entraron en el campamento de Jonestown, ubicado en el país de Guyana, se encontraron a centenares de personas, adultos y niños, alfombrando la gran explanada exterior del recinto. Lo que al principio se erigió como el “paraíso en la Tierra” alejado del diabólico capitalismo, a finales de noviembre de 1978 se tornó en un terreno de muerte para perpetrar el mayor asesinato en masa de la historia.
El responsable de aquella tragedia fue el pastor protestante Jim Jones, quien mediante discursos apocalípticos instó a sus 900 feligreses del Templo del Pueblo, 914 personas que allí se encontraban, entre los que había 300 niños y bebés, para ingerir cianuro y evitar el sufrimiento futuro de la humanidad.

Jim Jones junto a algunos niños de la congregación
Una vez ingerida la dosis mezclada con zumo de uva, comenzaron a sucederse escenas dantescas: desmayos, espasmos y, principalmente, fuertes alaridos a causa de los insoportables dolores que padecían las víctimas.
“Por el amor de Dios, llegó el momento de terminar con esto. Logramos todo lo que quisimos de este mundo. Tuvimos una buena vida y fuimos amados. ¡Acabemos con esto ya! ¡Acabemos con esta agonía! ¡Debéis morir con dignidad!”, gritaba.

Imágenes del asesinato en masa perpetrado por Jim Jones
Sin embargo, él prefirió ahorrarse la agonía del veneno y pegarse un tiro con su escopeta. Cuando las autoridades norteamericanas llegaron a las instalaciones y se toparon con centenares de adultos, ancianos, bebés y niños tendidos en el suelo solo pudieron pedir por sus almas. La muerte alfombraba cada rincón de Jonestown. La prensa definió la tragedia como “el mayor suicidio masivo de la historia”.
El Charles Manson australiano y su secta de adolescentes
6. Archie McCafferty
“Mata a siete. Mata a siete. Mata, mata, mata…”, le susurró una voz de ultratumba antes de blandir un cuchillo de grandes dimensiones en la espalda y el cuello de su víctima. Archie, cubierto de sangre y ante la atenta mirada de sus jóvenes discípulos, comenzaba así una sanguinaria cacería para cumplir la supuesta petición de su hijo recientemente fallecido.
El bautizado por la prensa como Mad Dog (perro rabioso) fue una especie de Charles Manson australiano, líder de una de secta de acólitos adolescentes, que perpetró cruentos asesinatos bajo unas órdenes que solo estaban en su cabeza.

Archie McCafferty, de joven
Bajo las directrices de Archie, la pandilla eligió a su primera víctima: George Anson, de 50 años, un veterano de la Segunda Guerra Mundial y vendedor de periódicos, que todas las noches terminaba borracho en el bar de un hotel.
En un momento dado, el grupo bajó del vehículo: los jóvenes arrastraron al hombre hacia un callejón y allí Archie comenzó a golpearlo con violencia hasta que la voz de su hijo le imploró que matase siete veces. Aquí el criminal cogió un cuchillo y se lo clavó siete veces en la espalda y el cuello de George. Acto seguido, la pandilla emprendió la huida y se fueron a comer unas hamburguesas para celebrarlo.
Cuando preguntaron a Archie por qué lo hizo, el asesino solo atisbó a decir un: “No pude evitarlo. Una voz... era la voz de Craig... me dijo que matara, matara, matara”. Tres días después, la banda volvió a actuar tras visitar la tumba del pequeño. Por segunda vez, la voz del hijo volvió a susurrarle a su padre: “Mata a siete”.