‘El Maníaco de Volga’, de fontanero a depredador de ancianas: “Mataba sin ruido”
Las caras del mal
Radik Tagirov fue uno de los asesinos en serie más prolíficos de la URSS con 31 víctimas a sus espaldas
‘El Maníaco de Volga’, de fontanero a depredador de ancianas: “Mataba sin ruido”
Eran las 15:17 horas cuando sonó el timbre. La anciana abrió la puerta y, ante ella, un individuo, ataviado con un mono azul desteñido y una linterna de bolsillo en la mano, se presentaba como técnico de la calefacción. El operario le pedía acceder al contador. Una vez dentro, se movió con decisión, la agarró por la nuca y la estranguló con su propia bata sin hacer ruido.
Acto seguido, rebuscó en el bolso de la víctima para llevarse el dinero y huyó sin levantar sospechas. Aquí comenzó el periplo criminal de El Maníaco de Volga, que aterrorizó a mujeres solas de avanzada edad durante casi una década en la antigua Unión Soviética. El goteo sanguinario se extendió a varias provincias y se llevó la vida de treinta y una mujeres.
Espiral homicida
Radik Tagirov nació en mayo de 1982 en la República Autónoma Socialista Soviética de Tartaristán, en lo que entonces era la URSS. Creció en un entorno modesto, de clase trabajadora y, ya desde su infancia, no destacó ni por éxito académico, ni deportivo, ni tampoco por una estabilidad emocional.
No hay constancia pública de que haya sufrido abusos graves de niño, pero sí de que mantuvo un perfil bajo. Esto es, sin grandes amistades, ni siquiera las de su barrio en plena adolescencia, tampoco se documentan relaciones sentimentales significativas, y manteniendo una actitud discreta.
Radik Tagirov con sus compañeros de clase
Al terminar su formación técnica, Radik optó por el oficio de cerrajero, uno que le permitía moverse entre diales, cerraduras y viviendas; quizá inconscientemente empezaba a entrenarse para lo que vendría. Su primer trabajo lo consiguió en Kazán.
De hecho, su primera condena la obtuvo en 2009 por robo menor y pasó varios años vagando, sin un domicilio fijo, sobreviviendo al margen de los sistemas de protección social. Esta fase de inestabilidad personal se convirtió en el preludio de una escalada criminal mucho más oscura.
Radik Tagirov, el 'Maníaco de Volga'
Fue entre marzo de 2011 y septiembre de 2012 cuando se desencadenó la cadena de crímenes que llevaba el sello de Radik Tagirov. Operaba en la región del Volga y el Urales, asesinando mujeres solas, de entre 75 y 90 años, en sus viviendas, muchas veces en apartamentos antiguos tipo Jrushchovkas.
Estas viviendas pequeñas, modestas y funcionales, de una o dos habitaciones y estructura prefabricada, nacieron como solución rápida y barata a la escasez residencial tras la Segunda Guerra Mundial. En ellas vivían familias obreras para salir del paso, aunque durante décadas muchas de ellas construyeron un hogar.
Imagen de cámara de seguridad en la que Radik Tagirov sale de la casa de una de sus víctimas
El modus operandi de este asesino en serie consistía en presentarse como trabajador de instalaciones, “técnico de fontanería”, “electricista” o incluso “empleado de servicios sociales”, logrando que la víctima lo recibiera. Luego, con rapidez y sigilo, las estrangulaba con su propio brazo o con cinturones improvisados, y se apoderaba del dinero y bienes que encontraba.
Una superviviente recordaría que aquel hombre “entró como si viniera a arreglar la tubería, habló bajito, y en un par de minutos ya estaba sobre mí”. Esa descripción aterradora se repitió en declaraciones policiales. En la práctica, la violencia era tan discreta como letal.
Radik Tagirov ayuda a una de sus víctimas antes de asesinarla
Los crímenes comenzaron en Kazán, luego se extendieron a Uliánovsk, Nizhni Novgorod, Izhevsk, Perm, Samara, Bashkortostán y otros quince puntos alrededor de la cuenca del Volga. Para los investigadores, el patrón estaba claro: víctimas vulnerables, viviendas modestas, modus operandi casi idéntico, y un lapso del tiempo cada vez más corto entre un asesinato y otro.
La confesión
La policía en distintas ciudades de Tartaristán entró en alerta cuando los homicidios alcanzaron ya decenas. En agosto de 2012 se estimaban al menos 18 víctimas. Las autoridades ofrecieron recompensas, organizaron unidades conjuntas, pero la dispersión geográfica del asesino convertía la persecución en un laberinto.
En 2012 varias cámaras de seguridad captaron la silueta de Radik, lo que permitió confeccionar un retrato robot del sospechoso.
Retrato robot de Radik Tagirov
Mientras tanto, el miedo se extendía entre la opinión pública: ancianas que vivían solas empezaron a temer las visitas inesperadas y se negaban a abrir la puerta, las comunidades de vecinos se organizaban para acompañar a quienes vivían en plantas altas o en bloques sin ascensor para evitar los asaltos.
En cuanto a este asesino en serie, continuó su periplo criminal de vulnerabilidad, engaño, muerte y robo. Algunos testigos declararon: “Era rápido, no hacía ruido, y salía sin ser visto”. Era como, si tras cada asesinato, Radik se ocultase bajo tierra. De hecho, su detención tardó, pese a la violencia acumulada.
La cobertura geográfica, los medios modestos de los cuerpos policiales locales y la táctica del asesino -tildada de ingeniosa y sigilosa- alargaron su periodo de actividad otros ocho años.
Radik Tagirov, una vez detenido
La detención de Radik Tagirov tuvo lugar el 1 de diciembre de 2020 gracias a una combinación de pruebas: análisis de ADN, huellas de calzado, y testigos que finalmente conectaron los puntos dispersos. Durante los interrogatorios confesó al menos 25 asesinatos, aunque luego trató de retractarse.
“Lo hice para sobrevivir en la calle”, se le escucha decir a los investigadores durante el interrogatorio. En su confesión declaró: “Yo mataba sin dolor, entraba como trabajador y me marchaba sin levantar sospechas”. Aquellas afirmaciones estremecieron a los propios agentes presentes en la sala.
Radik Tagirov confiesa durante el interrogatorio policial que estranguló a sus víctimas
El juicio contra el Maníaco de Volga, como llegó a bautizarlo la prensa del país, comenzó en octubre de 2022 ante el Tribunal Supremo de la República de Tartaristán. La fiscalía solicitó cadena perpetua ante la treintena de asesinatos y agresiones de los que se le acusaba.
Durante la vista, los forenses establecieron un perfil psicológico del criminal: Radik era un depredador oportunista, metódico y organizado, con rasgos de introversión extrema, frialdad afectiva y ausencia de empatía, con una alta capacidad para pasar desapercibido gracias al disfraz y al engaño empleados como arma, y a la ejecución de una violencia rápida y silenciosa.
Radik Tagirov oculta su cabeza durante el juicio
La elección de sus víctimas no era al azar: mujeres ancianas, solas y vulnerables. Y su motivación principal siempre fue el control, el poder y el robo funcional, nunca hubo una pulsión sexual mediante en cada uno de los asaltos. “Me marchaba sin dejar huella”, reconoció en el juicio.
El 21 de marzo de 2024, Radik Tagirov fue condenado a cadena perpetua por 31 asesinatos, tres tentativas de asesinato y 34 agresiones a mujeres de avanzada edad. Durante la sentencia, el juez describió al acusado como “una sombra letal que se coló en los umbrales de la vejez y de la soledad”.
Familiares de una víctima de Radik Tagirov clama justicia
Un familiar de una de las víctimas declaró: “No solo robó a mi madre su dinero, le robó su vida y su dignidad”. El asesino, por su parte, permaneció casi inmóvil cuando se leyó el veredicto, y solo murmuró: “Acepto mi destino”. El Maníaco de Volga se encuentra actualmente en régimen de máxima seguridad en una prisión rusa, sin previsión de libertad.