Eduardo Barba, jardinero, aclara el mito de los posos del café: “No hay una explicación científica”

Misterio resuelto

Para que cualquier resto vegetal aporte nutrientes reales, necesita pasar por un proceso de descomposición

Eduardo Barba acaricia una hierba urbana, que crece en un espacio conquistado al asfalto en la calle madrileña de Alcalá

Eduardo Barba acaricia una hierba urbana, que crece en un espacio conquistado al asfalto en la calle madrileña de Alcalá

Dani Duch

Si cada vez que preparas café terminas echando los posos en las plantas con la esperanza de darles un extra de nutrientes, puede que estés perdiendo el tiempo. Es una costumbre extendida, heredada de abuelas y vecinos con huertos, pero la ciencia tiene algo que decir al respecto. Y no, no es precisamente un gran secreto oculto de la jardinería.

Eduardo Barba, investigador botánico y jardinero paisajista, lleva años desmontando mitos como este. En la SER recordó que esta creencia es una de las preguntas más recurrentes desde que salió de la escuela de jardinería en 1999. “Es de las cosas que es muy habitual decir, oye, pues mi abuela, mi madre, mi padre les echan los pozos del café a las plantas, a los alcorques de los árboles”.

No tiene base

Los nutrientes se han perdido

La realidad es que estos restos de café son materia orgánica, sí, pero no funcionan como abono. ¿Por qué? Porque durante la preparación del café, el agua caliente extrae los compuestos solubles, dejando los posos sin los nutrientes que podrían beneficiar a la planta. Como lo explica Barba, “ese agua caliente lo que está haciendo es hacer un lavado de esa materia orgánica, extraer todos esos principios.” Así que, en términos de fertilización, el efecto es más bien nulo.

Aun así, hay quienes insisten en que sus plantas se ven más bonitas tras esparcir los posos en la tierra. En estos casos, el botánico no se pelea con la experiencia personal de cada uno: “Siempre que digo que a la gente cuando te dice, ya le he echado los pozos de café y la planta se ha puesto más verde, digo, pues siga haciéndolo. Claro, ¿por qué te voy a contradecir?”. En otras palabras, si crees que funciona y te hace feliz, adelante, pero que no sea por motivos científicos.

Para que cualquier resto vegetal aporte nutrientes reales, necesita pasar por un proceso de descomposición. Barba lo aclara: “No puede ser un abono porque no ha no no ha sufrido un proceso de de descomposición, no se ha compostado.” Las hojas caídas en el bosque, por ejemplo, no nutren el suelo de inmediato; requieren la acción de microorganismos que las transformen en materia aprovechable por las plantas.

Así que, si alguna de tus plantas está en las últimas, echarle café no será la solución. La clave está en seguir buenos consejos de jardinería y entender que, por mucho que se repita una costumbre, no siempre es eficaz.

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