Amparo, una de las afectadas por la devastadora DANA que azotó Valencia hace 100 días, ha sufrido un nuevo golpe. Tras meses de espera, recibió 26.640 euros en ayudas públicas para intentar reconstruir su vida, pero una sofisticada estafa bancaria la dejó sin un solo céntimo. La damnificada ha contado su desgarrador testimonio en el programa Y ahora Sonsoles, donde ha explicado cómo los estafadores consiguieron su confianza y vaciaron su cuenta.
Perdió 26.640 euros en cuestión de minutos
Un fraude con datos personales que parecía real
El engaño comenzó con un mensaje de texto que Amparo ignoró, pero minutos después recibió una llamada de supuestos agentes de su banco. “Nos llaman y nos dicen nuestro nombre completo, el de mi marido y hasta el DNI de mis hijos”, relata. Con esta información detallada, los estafadores lograron que la familia confiara en ellos. “Nos dijeron que se estaban realizando transferencias sospechosas y que iban a ayudarnos a anularlas”, explica.

Amparo lamenta la falta de alertas en su banco: “¿Cómo es posible que nadie detectara nueve transferencias seguidas?”
Siguiendo las instrucciones de los falsos operadores bancarios, Amparo y su marido fueron autorizando una serie de traspasos, convencidos de que estaban deteniendo un fraude. “Nos hicieron confirmar códigos que, según ellos, servirían para bloquear las transferencias, pero en realidad les estaban dando acceso a nuestro dinero”, lamenta. En total, se realizaron nueve movimientos de 2.960 euros a diferentes cuentas, sumando la cifra total de 26.640 euros.
La víctima, tras notar algo sospechoso en el último traspaso, llamó al número de atención al cliente de su banco y fue entonces cuando le confirmaron la peor noticia: “Me dicen que me han hackeado la cuenta y que han sacado todo el dinero”. Su incredulidad creció al descubrir que en apenas una hora y media, los delincuentes abrieron seis cuentas a su nombre y realizaron movimientos entre ellas sin que saltaran alarmas de seguridad en la entidad financiera.
Amparo no solo ha perdido las ayudas que le correspondían, sino que ahora enfrenta una situación crítica, pues el dinero estaba destinado a indemnizar a los empleados que tuvo que despedir tras la destrucción de su negocio. Con su testimonio, lanza una advertencia a otros damnificados: “Dimos muchos datos bancarios durante la DANA porque recibimos ayuda de distintas organizaciones. Hay que extremar la precaución”.
El caso pone en evidencia la creciente sofisticación de las estafas financieras y la necesidad de que los bancos refuercen sus protocolos de seguridad. “¿Cómo es posible que no se active una alerta tras tantas transferencias seguidas?”, se pregunta Amparo. Mientras tanto, la política advierte que los ciberdelincuentes cada vez son más difíciles de detectar y subraya la importancia de no facilitar información bancaria por teléfono. La maldad humana, lamenta Amparo, “no tiene límites”.