Daniel Hilton lleva desde los 18 años forjando la imagen que siempre soñó. Hoy, a los 31, se somete a más de 50 retoques estéticos anuales —desde rinoplastias y pómulos hasta labios o mentón— en una carrera por acercarse al ideal del muñeco Ken, el novio de Barbie. Lo hace, insiste, por sí mismo. “Todas las operaciones que me he hecho han sido por gustarme a mí, no por encajar ni por gustar a nadie. Eso me parece un tremendo error, porque a quien hay que gustarse es a uno mismo”, afirmó en una entrevista en Y ahora Sonsoles.
El acoso escolar, el inicio de su transformación
Hilton asegura que nunca ha seguido patrones ni modas estéticas
Su motivación nace en la adolescencia, marcada por el bullying. “Desde que recuerdo sufría críticas: tenía un poco de sobrepeso, llevaba gafas… Eso causaba rechazo en mis compañeros. Yo siempre tuve un estilo muy definido, una personalidad distinta, pero mi físico no era lo que yo quería”, explica. A los 15 o 16 años empezó a cuidarse más y, en cuanto pudo, recurrió “a la ayuda del pinchazo y del bisturí”.

Hilton asegura que nunca ha seguido patrones ni modas estéticas
Hilton asegura que su identidad siempre fue clara: “Yo siempre tuve una gran personalidad, me diferenciaba del resto. Vestía distinto, me ponía a leer en el recreo, dibujaba… Y eso me alejaba del grupo. Mi físico, en cambio, no representaba quién era realmente”.
En 2017, con unos 20 años, se inició en los retoques estéticos y desde entonces no ha parado. Hoy defiende su imagen artificial como parte de su estilo. “Si me gustan los labios gruesos es porque a mí me gusta así, no porque ahora se lleve. Nunca he seguido patrones ni modas”, subraya.
Con cada retoque me siento mejor conmigo mismo, no busco ser perfecto ni parecerme a nadie más”
Su referente declarado es Paris Hilton, de quien tomó su apellido artístico y a la que considera fuente de fuerza: “Desde que la vi en televisión sentí una conexión. Ella sufría el acoso de los medios y yo, en menor escala, vivía algo parecido. Siempre parecía fuerte, con una autoestima de hierro. Me dije: yo tengo que ser como esa mujer”. También se ha vinculado en lo social con Carmen Lomana, a la que llama amiga.
Las críticas, admite, nunca cesaron: “A mí me criticaban antes y me critican ahora. Es el peaje de dar el salto al mundo público. Pero no me afecta. Sí me sorprende el nivel de odio que hay en redes sociales, cuando por otro lado se habla de concienciación sobre el bullying”.
Más allá de los retoques, mantiene una rutina saludable: “Tiene que haber coherencia. No solo es cuidarse por fuera, también es una dieta equilibrada, caminar 10 o 12 kilómetros, hacer natación”. Y aunque concede que “la belleza interior es importante”, también subraya que “el físico influye, y nadie puede negarlo”.
Hoy dice estar contento con su aspecto, pero rehúye de la etiqueta de perfección: “Me gusta lo que veo en el espejo, pero no me considero perfecto. Siempre hay algo que se puede mejorar. Y si no, al menos mantenerlo”.