Montserrat Caballé fue una de las sopranos más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Nacida en Barcelona en 1933, ganó prominencia gracias a sus interpretaciones del bel canto de Rossini, Bellini y Donizetti, además de actuar en las salas más destacadas del planeta. En 1987, participó en uno de los proyectos más ambiciosos de la historia de la música: Barcelona, una colaboración con Freddie Mercury que acabaría sonando en los Juegos Olímpicos en 1992.
A pesar de fallecer el 6 de octubre de 2018, su nombre sigue vinculado a la industria musical en el ámbito profesional. Por la parte más personal, su familia la mantiene en el recuerdo con cada día que pasa, como ha demostrado su hija. La también soprano Montse Martí ha participado este lunes en una entrevista para Y ahora Sonsoles, el magacín vespertino de Antena 3 presentado por Sonsoles Ónega. La conversación ha permitido conocer cómo se movía tras los escenarios.
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La amistad con el que fuera líder de Queen fue uno de los primeros puntos fuertes de la entrevista. En Freddie Mercury: La biografía definitiva, se constató que el británico quedó hipnotizado por la capacidad artística de Caballé, después de verla actuar junto a Luciano Pavarotti en Londres, en mayo de 1983. A partir de ese punto, surgiría una amistad que culminaría en la grabación de Barcelona, que se interpretó por primera vez en el concierto especial La Nit, en 1988.
La intención de Mercury era convertir la canción en el himno oficial de las olimpiadas en la ciudad catalana, antes de que el cantante falleciera en noviembre de 1991. Caballé, considerando que la muerte era demasiado reciente para ella, se negó a participar en la ceremonia de inauguración. A pesar de querer mantener la canción como una obra de Freddie, Montserrat acabó interpretándola con otros tenores a lo largo de los años.
Freddie Mercury y Montserrat Caballé entonando Barcelona
La última voz
Martí también destapó un dato inédito sobre la relación que ambos mantenían: en su lecho de muerte, Mercury pidió escuchar el aria de El Trovador, de Giuseppe Verdi, cantada por Caballé durante sus últimos días. “Ellos llegaron a tener una amistad muy bonita”, confesaba la invitada, comentando que también mantuvieron conversaciones privadas, en las que el artista británico reconocía que padecía sida.
“Me lo dijo. Entonces tuvimos la oportunidad de crear canciones en las que todas tienen significado. Me emocionó porque estábamos haciendo algo muy especial y eso no pasa a menudo; no siempre tienes la suerte de cantar con alguien que se va, que lo sabe, y estar interpretando con él su último adiós”, confesó la propia Caballé en una entrevista de archivo para la agencia EFE.


