Los comerciantes apenas se aprovisionan de souvenirs de la visita papal por miedo a no venderlos
LOS PREPARATIVOS DEL 7-N
Las dificultades para acceder a la zona de la Sagrada Família retraen a la mayoría de los vendedores
Imanes a dos euros con la instantánea de Benedicto XVI, rosarios a cuatro, postales con sencillos fotomontajes, camisetas de baja calidad con el líder religioso y la Sagrada Família a sus espaldas, algunas con la imagen tan difuminada que más de un comerciante del entorno del templo le dice al mayorista que no se quedará ni una, que muy pocos pagarán 15 euros por esa prenda. Y poco más. Ni tazas ni manteles ni platos ni gorras... y, salvo milagro, no los habrá. Nada que ver con la amplia gama de productos conmemorativos de la boda de la infanta Cristina en la catedral.
La crisis lleva tiempo golpeando al sector del souvenir. Se refleja en su catálogo tradicionalmente extenso, a veces hasta el absurdo, caso de las botellas de sangría con forma de toro. Ahora la gente sólo compra lo más económico: chapas, imanes y pins. Las muñecas folklóricas de 50 euros sólo sirven para decorar las tiendas. Además, Benedicto XVI no es Juan Pablo II. Ello da pie a que la inminente visita del Papa se note poco en los comercios de la Sagrada Família y aún menos en los de la Rambla y la catedral.
En todo caso, el viaje del Pontífice servirá para revitalizar, aunque sea por unos días, un sector en lenta decadencia desde hace lustros, el del souvenir religioso. José Mir dice junto al túnel del AVE, en Arman Records, que se ha hecho con un puñado de dedales y otros detalles de bajo precio, que las camisetas son demasiado caras. “Luego el Papa se marcha y lo que nos han vendido te lo tienes que comer. Ahora tenemos un montón de camisetas de la selección española que no hay modo de darles salida”.
Todo estos productos están confeccionados con las mismas planchas que inmortalizan a Messi. Nadie está haciendo nada realmente extraordinario. Los comerciales y mayoristas que pululan habitualmente por la Sagrada Família no muestran interés en el acontecimiento religioso. Tras el Mundial, el Barça vuelve por sus fueros. Y unas reproducciones hexagonales de plástico del templo son lo que mejor se vende.
“La gente se está moviendo mucho más en Galicia –coincide Mir con otros muchos comerciantes–. Los chinos de Badalona te ofrecen hacerte de todo, pero es que el día grande de la visita sólo podrá accederse a la zona con invitación. No sé si será un público apropiado para venderles imanes. Además, ni siquiera está claro que vayamos a poder abrir ese domingo. Aún hay muchas cosas por aclarar. De modo que es mejor no volverse loco”.
A pesar de todo, son días importante para la industria del sector. Exporegalos.com, una empresa de Cornellà con una fábrica en China dedicada a todo tipo de artículos promocionales, ya ha vendido más de 2.000 productos relacionados con el Papa, principalmente a tiendas de la Sagrada Família. “Está muy bien –dicen en la empresa–. El souvenir religioso es una parte pequeña de nuestra producción, que se vende sobre todo en el extranjero, pero estos días experimenta un incremento cercano al 20%”.
El impacto de la visita del Papa a Valencia en el 2006 fue mucho mayor. En aquellos tiempos sin crisis todo era alegría en este valle de lágrimas. Ahora los asiáticos de la Rambla dicen que esperarán a que los comerciales se decidan a hacer ofertas de última hora a fin de librarse de un producto altamente perecedero. Aquí, entre camisetas que animan a la borrachera desaforada, alguna otra, testimonial, proclama el amor por el Papa.
Los comerciantes del entorno de la catedral explican que el souvenir religioso, otrora rey de ventas, es hoy anecdótico. “Ahora los rosarios los compran adolescentes, y no pare rezar, sino para la discoteca”. Además, agregan, comercialmente hablando, el actual Papa no es tan atractivo. “Cuando se casó la Infanta vendíamos recuerdos desde tres meses antes de la fecha hasta tres meses después. Todo tipo de productos. Y cuando el Príncipe se casó en Madrid la gente venía a ver si teníamos algún artículo. Pero estos días nadie nos ha pedido nada”. Ni ofrecido. Por la catedral dicen que aún no han recibido la visita de comerciales. Que si alguien llega ofreciéndoles banderitas, pues a lo mejor le compran unas cuantas.