Casi 30 años después de que las escuelas catalanas introdujeran la elaboración de un trabajo de investigación como objetivo educativo esencial en bachillerato y con la irrupción de las inteligencias artificiales (IA), los profesores piden una reformulación del modelo.
El treball de recerca (TR) es una investigación individual de año y medio que los alumnos crean desde sus intereses. Está formado por un marco teórico, una práctica, una memoria y una defensa oral ante un tribunal de profesores. La Generalitat lo impulsó en 1996 dándole un valor alto, con un 10% de la nota de bachillerato (ahora la ley socialista lo rebaja a un 5%).
Se asemeja a los proyectos de investigación universitarios y requiere que el estudiante movilice numerosas competencias académicas y personales. Desde sus inicios, contó con el apoyo inmediato de profesores, familias, empresas y universidades. Tal es el consenso de su importancia que es habitual responder a encuestas de hijos de amigos.
La consellera Carme Laura Gil, que ayudó a asentar el TR en su mandato (1999-2003) recuerda a La Vanguardia que fue clave la implicación de las universidades con reconocimientos a los mejores trabajos. También se sumaron miles de entidades con sus propios premios. “El alumnado estaba muy motivado porque lo convertía en un estudiante superior”, recuerda. “Pero han pasado 30 años y el contexto es distinto por lo que hay que reformularlo y contextualizarlo a la actualidad”.
Hace 30 años, los alumnos consultaban las hemerotecas, ahora hay IA capaces de elabroar un TR en segundos
Al principio, los alumnos consultaban en fuentes bibliográficas y hemerotecas. Tras la generalización de internet y la irrupción de las IA esto ha perdido algo de sentido. Verónica Sánchez, directora pedagógica del colegio Padre Damián recomienda no perder el horizonte de los objetivos del TR: fomentar la autonomía, desarrollar competencias de investigación y comunicación y conectar con los temas que les motivan para hacerlos crecer.
Para Sánchez, como para Joan Cumeras, director del instituto Santiago Sobrequés de Girona, o como para Joan Riera, profesor de Daina-Isard de Olesa de Montserrat, las IA obliga a poner más énfasis en el rigor y ayudan a mejorar la creatividad (como una lluvia de ideas inicial). En paralelo, también se aprende a trabajar las técnicas de investigación, respetar la autoría, citar correctamente y justificar con solidez todo el proceso.
Pocos profesores cuestionan sus beneficios por mucho que suponga un trabajo adicional.
Las horas de tutoría no están reconocidas, aunque algunos centros encuentran la manera de integrarlas. Eso implica que la calidad de acompañamiento, esencial para asegurar entre otros aspectos la veracidad y el rigor de la información, depende del seguimiento del profesor. Los hay muy motivados y siguen a sus alumnos incluso en verano. Otros, no tanto.
En algunos centros se promueven los trabajos de 3 o 4 alumnos dada la escasez de tutores que siguen hasta 6 alumnos.
Además, hay una cuestión de equidad, pues condiciona, aunque no lo determina, el bagaje cultural de los padres y su agenda. Todo contribuye al aprendizaje del estudiante y cuanto mñas se implican los familiares, mejores son los resultados. Pero, ¿qué sucede con aquellos alumnos cuyas familias no pueden aportar?
Por su parte, hay alumnos que se lo toman no como una oportunidad para tener una experiencia rica en conocimientos y experiencia, para conocerse más a sí mismos y para actuar con vierta libertad, sino como una tarea más que hay que sacarse de encima. Y, a diferencia de otros tiempos en los que acudían a webs donde compraban los TR, una IA puede elaborarlo en segundos.
Finalmente, para acabar de definir el estado de la cuestión, también las IA son un campo de pruebas en docencia y se usan para ayudar a la corrección.
¿Tiene sentido, se pregunta Cumeras, llevando a la exageración la cuestión, que un TR lo elabore una IA y sea ella misma la que puntúe el resultado?
Para Riera, no es un requisito académico más, es un aprendizaje que les prepara para el futuro en muchos sentidos. Y en este contexto tecnológico, no se pueden poner puertas al campo, pero es necesario saber cómo usar las IA mejorar en su el conocimiento de su uso para que el TR no se devalúe y ayude a los alumnos a tener una experiencia vital de calidad.
“Las IA son aliadas del aprendizaje y es una batalla perdida intentar limitar su uso”, vaticina Sánchez.
A continuación algunos ejemplos de treball de recerca de los últimos años.
Sergi Jardí
“Creé una IA para identificar imágenes”
Modelizar una IA (2023-2024)
Sergi Jardí (Mora d’Ebre, 2006) se planteó una temática de informática teniendo en cuenta que no disponía de laboratorios cerca de su casa. Los números siempre se le han dado con facilidad. Definió su trabajo en el colegio Sagrada Familia de Tortosa en el ámbito de la tecnología. “Creé una IA capaz de distinguir un perro de un gato”. ¿Con qué finalidad? “En realidad quería retarme con el proceso de creación”. Aprendió a programar con lenguaje Python. Diseñó seis modelos, los entrenó con miles de imágenes y se quedó con uno.
A partir de ahí distribuyó una encuesta sobre la fiabilidad de las fotografías creadas por IA. Resultó que a mayor edad, más fallos. “Es la primera vez que te enfrentas a un trabajo de esta envergadura, te obliga a tener mucha disciplina y trabajar con rigor. Necesitas un tutor que te acompañe en todo el recorrido”.
Por Intel·ligències artificials: xarxes neuronals i visió artificial recibió el premio Argó de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). Esa era la universidad que había elegido.
Lamentablemente, no pudo matricularse en física y matemáticas, un grado de 20 plazas al que solo acceden las notas más altas. Cumplía el requisito: obtuvo un 13,64 sobre 14 en las PAU, pero un fallo en el proceso de preinscripción (¿falló la plataforma? ¿su ordenador?, no sabe) impidió que quedara registrada su solicitud. El Departament de Recerca i Universitats no pudo resolverlo. No se ha trasladado a Barcelona en este curso para estudiar otra carrera por el coste que supone y estos meses se ha dedicado a trabajar y a estudiar alemán. Está deseando que llegue septiembre para, ahora sí, empezar a formarse.
Tristan Operiano
“No me imaginé llegar tan lejos sin ayuda”
Aerodinámica de los chasis (2024-2025)
Acaba de defender su treball de recerca ante el tribunal con el orgullo de no haber caído en la tentación de haber escogido un tema fácil para sacárselo de encima. Le ha resultado un esfuerzo ímprobo pero le han puntuado un 10 sobre 10.
Tristan Operanio (Barcelona, 2007), hijo de una familia de origen filipino, es alumno de Maristes Anna Ravell, centro de Sants-Montjuïc de Barcelona.
Se propuso trabajar en el área de la mecánica de automoción. “Me interesa la mecánica y me planteé cómo sería un chasis con la mejor aerodinámica posible”.
Se puso en contacto con todas las empresas de automoción, pero no obtuvo ni una respuesta positiva. No se desanimó e indagó en Google. En español y en inglés. También en chino porque encontró mucha información en webs chinas (se ayudó del traductor).
Entonces, dedicó el verano a aprender a programar con un software libre para modelar, renderizar, animar, iluminar y crear gráficos en 3D. Hasta que puso manos a la obra y logró diseñar un chasis en formato digital.
Con ello, su tutor Marc Llanes, ya daba por bueno el trabajo. “Pero quería traer a la vida el proyecto digital”. Así que maquetó con cartón y silicona su diseño y creó un túnel del viento con un secador y ventilador creando un circuito de aire continuo. Puso hilos sobre el chasis para testear el coche. Y lo testó.
“Nunca había hecho algo así por mi cuenta, acompañado por el tutor, pero sin ayuda de nadie. No imaginaba que llegaría tan lejos”.
Descarta la carrera universitaria porque “no estoy hecho para las matemáticas”. Se matriculará el próximo curso en un grado superior de formación profesional, en un ciclo de mecánica, que es su pasión.
Wassima Rachdi
¡Ni sé cuántas horas dediqué al trabajo!
Investigación sobre el cáncer (2021-2022)
Wassima Rachdi (Barcelona, 2004) se tomó el TR como el primer trabajo en el que estrenaba su autonomía de decisión en libertad. Podía decidir el contenido, la metodología, los centros de apoyo a los que acudir...
Se tomó muy en serio la elección del tema. “No fue fácil porque yo no sabía qué quería hacer, pero sí que lo que hiciera me tenía que gustar”.
También pensó en retarse: lo que investigara contribuiría a la ciencia de alguna manera. Aún añadió una exigencia más: lo presentaría en inglés.
Para buscar su foco de interés, leyó y leyó, se fue inclinando hacia artículos científicos y dentro de éstos, se decantó hacia los de medicina. Tras una travesía de incertidumbre, “un día vi la luz”. El faro fue una proteína guardiana del genoma humano y su relación con el cáncer.
La tutora, Carmen Villares, del Institut de Sales, de Viladecans, sin desanimarla y atendiendo a la excelencia académica que había demostrado hasta entonces Wassima, le advirtió sobre su ambición. Le dijo que quizás necesitaba una base teórica universitaria de la que carecía.
El TR se basó en el gen TP53 y la demostración de que las células cancerígenas, en ausencia de nutrientes, presentan una tasa de división más lenta durante la proliferación. “Leí mucho, me entrevisté con profesionales, busqué laboratorios para poner a prueba mi hipótesis. ¡Ni sé cuántas horas dediqué al trabajo!”. Ni le importa, bien destinadas están. Se inscribió en el programa Joves per la medicina de la Fundació la Pedrera y visitó hospitales.
“Hay un antes y un después del TR. Creces tanto... Ves lo que te apasiona y demuestras de lo que eres capaz”. Wassima cursa 3º de Medicina en el campus de Bellvitge de la UB.
Gal·la Renom
¡Corres al laboratorio para ver el resultado del experimento!
La lactosa (2023-2024)
Gal·la Renom (Badalona, 2006) se planteó crear una barrita que anticipara la hidrólisis de la lactosa de un café con leche fuera del cuerpo para ayudar a los intolerantes a digerir mejor la leche. “Me encantaba el proyecto porque si salía bien podía ser útil a muchas personas y mi dedicación aportaba algo a la ciencia”.
Éste es un trabajo, asegura, largo en el tiempo por lo que es importante encontrar lo que realmente apasiona. “Si te hace ilusión, le dedicas todo el tiempo que puedes. Yo me saltaba clases para ir a Tarragona, desde Barcelona, porque las pruebas experimentales las hacía en el laboratorio de la Universitat Rovira Virgili (URV) con la ayuda de una investigadora”.
Primero informarse bien, luego plantear la hipótesis, finalmente confirmarla o no. “Hace mucha ilusión ver si sucede lo que habías planteado , incluso cuando no sucede, porque entonces te planteas más preguntas”.
Descubrió que esta enzima está inhibida por el café con lo que no pudo demostrar lo que perseguía. “¿Cuánta leche se había usado? ¿Contaba la variable temperatura? Llegas a conclusiones inesperadas y eso también es emocionante”.
Acompañada de su tutora, Cristina Benaiges, de la Escola Súnion, de Barcelona, aprendió a buscar fuentes y citarlas adecuadamente, a sintetizar y a redactar bien. “Probaba con mis abuelos y si me entendían es que lo había sabido contar”.
El TR de Gal·la fue premio UB-Santander de la facultad de Biología. “¿Si me hubiera perdido el TR? No me lo puedo ni imaginar”, responde como si fuera un agujero importante en sus últimos años.
Aunque el laboratorio le ha gustado, quiere explorar más posibilidades. Se ha matriculado en la facultad de medicina del Clínic para descubrir si el contacto con los pacientes le apasiona tanto como el de las moléculas.
Jan Cánovas
“Todo el pueblo se implicó con ilusión”
Cortometraje sobre la muerte (2022-2023)
Jan Cánovas (Olesa de Montserrat, 2005) estudió bachillerato artístico en la Cooperativa Daina-Isard de Olesa de Montserrat. Dedicó su TR a la muerte, a raíz del fallecimiento de una persona muy cercana por un cáncer. “Vi cómo la muerte toca a todo el mundo de una manera distinta y me propuse expresarlo en un cortometraje musical”.
Investigó cómo se ha vivido la muerte a los largo de la historia y en diferente culturas y su expresión en la literatura, el arte, el cine. “El duelo se vive de formas muy diversas, desde el punto de vista cultural y personal. Quise expresarlo como lo haría un artista con la imagen, la música y la ficción”.
El trabajo era muy ambicioso, según su profesor Joan Riera, pero estaba acorde, consideró, a la capacidad y talento de Jan. Creó un guion, compuso la música, escribió la letra. Dirigió el casting. Encontró una fuerte complicidad entre sus vecinos que participan desinteresadamente cada primavera en la Passió d’Olesa, manteniendo viva una de las tradiciones de teatro popular más antiguas de Europa.
“Decían que sí muy rápidamente y colaboraron delante y detrás de la cámara, en la producción, la organización, el vestuario”. En verano de 2022 definió seis días de rodaje, con siete actores principales. “La gente del pueblo se organizó para no estar de vacaciones”. Como anécdotas, el sacerdote es su propio padre y la estilista su novia, que definió un eje narrativo con el vestuario.
El resultado es un cortometraje conmovedor y convincente (se puede ver en Youtube). En el último fotograma logra condensar la diversidad de formas de honrar a una persona fallecida.
Inimaginable contar las horas dedicadas, tampoco la satisfacción de crear y producir una obra de estas características con absoluta libertad. Y la emoción de dedicarlo a la persona fallecida.
La memòria d’una ànima eterna, un curtmetratge musical sobre la mort, ganó el premio Domènec Font al mejor treball de recerca de comunicación de la Universitat Pompeu Fabra (UPF). Premio del Consell de l’Audiovisual de Catalunya y premio de la escuela de diseño y artes visuales LCI Barcelona. Jan está en el segundo curso de comunicación audiovisual de la UPF.