El manual político de Donald Trump se adapta en muchas ocasiones al credo del “matar moscas a cañonazos”.
No hay mejor ejemplo que su idea de bombardear México, y eso que se vende como el presidente menos belicoso de la historia, para acabar con los carteles de la droga que inundan Estados Unidos con fentanilo.
Unos 85.000 estadounidenses se enganchan a los opiáceos cada año por recetas médicas
En este conflicto contra la profusión de los opiáceos y las muertes por sobredosis, tal vez es mejor recurrir a la ciencia.
La Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA), aprobó un nuevo fármaco para tratar el dolor causado por una lesión o cirugía, la razón por la que se abrieron las puertas a las recetas oficiales de a medicamentos altamente adictivos como el OxyContin. Al contrario de estos opiáceos, este analgésico, la suzetrigina, elaborado por Vertex Pharmaceuticals y comercializado como Journavx, no puede volverse adictivo.
Es un producto caro, con un precio de 15,50 dólares por pastilla. Su efecto no adictivo se debe a que trabaja solo en los nervios fuera del cerebro, bloqueando las señales del dolor, sin que pueda acceder al interior com ocurre con los opiáceos.
Este medicamento lo que hace es interrumpir esa vía, por lo que, aunque exista una lesión tisular, el cerebro no lo sabe.
Los investigadores consideran que es el primero de una nueva generación de poderosos medicamentos no adictivos para calmar el dolor.
Vertex, con cuarteles en Boston, realizó dos amplios testados del analgésico, cada uno con unos mil pacientes que sufrían suplicio tras una operación (abdominales o de pie). Al azar se les suministró un placebo o el opiáceo comercializado con el nombre de Vicodin, que es una combinación de paracetamol e hidrocodon o con suzetrigina. Este medicamento se suministra en dos fases, una inicial de 100 miligramos, seguida de 50 miligramos cada 12 horas.
Los resultados indicaron que los efectos secundarios de los que tomaron suzetrigina fueron similares a los del placebo. Su capacidad de rebajar el dolor es equivalente a las de los combinados de opiáceos. Tampoco tiene los efectos secundario desagradables de los opioides, como nauseas o modorra.
Los doctores remarcaron que hay mucha gente que, una vez toman un opiáceo, quieren opiáceos de manera constante.
Unos 80 millones de estadounidenses solicitan recetas contra el dolor cada año. Unos 85.000 resultan adictos anualmente a los opiáceos por receta médica. De ahí a caer en el mercado negro solo hay un paso.


