Los diarios en los que Joël Le Scouarnec anotaba, con todo lujo de detalles, sus fantasías y agresiones sexuales son la prueba más contundente contra este cirujano francés, juzgado por violar a 300 niñas y niños cuando estaban dormidos en el quirófano o se despertaban de la anestesia en salas de reanimación. Y esos diarios, muy protagonistas en la sesión de ayer, han sido también claves para localizar a las víctimas de este médico. La mayoría se han enterado ahora, por lo escrito en esas hojas, de lo que les hizo este cirujano cuando eran solo unos niños.
Los gendarmes encargados de esta investigación han confesado, en ese juicio, que en un primero momento se plantearon si contar a esas víctimas –hoy mayores de edad– lo que les había hecho ese médico, o no decirles nada. Tenían claro que la mayoría no se enteraron en su día de las agresiones y ese baño de realidad podía pasarles ahora una cara factura emocional.
El dilema de los gendarmes
Contar o no a las víctimas que no se enteraron de nada lo que les hicieron de niños en un quirófano
Un dilema de complicada resolución al poner en la balanza los pros y contras del paso que se iba a dar. Si no les decían nada, el cirujano se habría llevado a la tumba su secreto. Con ese silencio no había justicia.
Así que al final se acordó localizar una a una a esas víctimas –tenían una media de 11 años cuando ocurrieron los hechos– y dejar que leyeran lo que el médico había escrito, sobre ellas, en esos diarios. Una de ellas se suicidó después de descubrir lo que Joël Le Scouarnec le había hecho en un quirófano.
Fueron localizadas más de 300 víctimas, aunque el final la causa quedó acotada a 299 agresiones sexuales, tras descartar las violaciones que ya han prescrito. Esos diarios del horror relatan 25 años de la desviada conducta de este monstruo.
El juicio está demostrando, sin embargo, que sin los diarios –ahí escribió: “Soy un pedófilo, un sádico y un masoquista. Y soy feliz por ello”– los 20 años de cárcel que se piden para este médico están prácticamente asegurados.
Y es que Joël Le Scouarnec ha reconocido, en las ocasiones en las que ha pedido la palabra, buena parte de los hechos imputados. Y ha reconocido ser consciente de que el daño causado a esas víctimas “es irreparable”.
Un inesperado anuncio
“Voy a contar violaciones que no se saben”
“Me he hecho esta pregunta (si sufrió violencia sexual de pequeño) muchas veces, pero nunca he encontrado en mi pasado nada que pueda explicar mi comportamiento”. Parte de la jornada de ayer se centró en encontrar una explicación a la conducta de Joël Le Scouarnec, que ahora dice estar dispuesto a reconocer violaciones por las que no ha sido acusado. “No quiero mentir más”. Recuerda que su padre tuvo problemas con el alcohol, con algún episodio oscuro con un sacerdote, y que su madre no era cariñosa. Sobre su exesposa, el cirujano dice que la engañó “durante treinta años”. Afirma que ella “desconocía lo que yo hacía”, aunque hace años intuyó que podía sospechar algo. Y así lo escribió también en sus diarios: “Hay un cataclismo”. Pero nadie le denunció. El deseo sexual con su mujer disminuyó al “aumentar mi atracción por esta perversión. Mi vida era la pornografía infantil y la pedofilia”.
Pero Joël Le Scouarnec ha ido más lejos al confesar, sin que nadie se lo haya pedido, que violó también a una de sus nietas, cuando la niña tenía solo un año y medio. Lo afirmó este pasado viernes por la tarde cuando estaba prestando declaración en esa sala de Vannes (Bretaña francesa) uno de sus hijos, padre de esa pequeña.
Añadía así una nueva victima, hasta ahora desconocida a esa lista: “Sí, reconozco que cometí abusos sexuales sobre mi nieta”, dijo. Esas palabras resonaron en la sala y la magistrada se vio obligada a suspender el juicio al entrar en shock el padre y la madre de esa niña –aún menor de edad– que precisaron asistencia en esa misma sala de un psicólogo.
El cirujano confirmaba así que su deseo de violar a esa nieta, escrita también en esos diarios del horror, era más que una fantasía, como se había pensado hasta ahora.
Comportamiento frío
El agente que detuvo al médico afirma que no se sorprendió: “Esperaba que llegara ese día”
En la sesión del juicio de ayer volvieron a salir a colación estos diarios. Fue interrogado uno de los investigadores y el gendarme recordó que al principió Joël Le Scouarnec no reconoció todas las violaciones relatadas en esos cuadernos.
Dijo que mucho de lo escrito allí “era una exageración de sus fantasías”. Pero ahora, con la confesión por parte del cirujano de la violación de su nieta, esas declaraciones quedan como nunca en entredicho. Llevaba a la práctica esas fantasías.

El acusado sospechaba que su mujer podía saber lo que hacía -así lo escribió en sus diarios- pero ahora cree que no supo nada. Mari-France sostiene que no se enteró de nada
Ese gendarme, que es el director de la investigación, reveló ayer que cuando fueron a detener a ese médico el hombre “no se mostró sorprendido, era como si esperara ya la llegada de ese día”, afirmó.
En ningún momento quedó abatido y se encontraron con una persona “reflexiva y fría, que contestaba a todas las preguntas”, aunque sin extenderse en las respuestas.
Pero lo que más sorprendió a los agentes es que no detectaron ni un ápice de arrepentimiento: “Estaba orgulloso de sus desviaciones sexuales, quería dejar claro que era un pedófilo” y les dijo que había escrito novelas –se presume que se refería a sus diarios– relatando sus monstruosos actos.
Y un último detalle que choca con lo declarado por la exmujer del médico, que aseguró no haber detectado nada extraño en su marido. “En muchas habitaciones de la casa había muñecas con juguetes sexuales atados a esos juguetes”, reveló este gendarme. Se veían a simple vista.