Del estrés temprano a la fascinación por la ultraderecha: los líderes autocráticos se sirven de la ansiedad juvenil

Salud mental

Los científicos vinculan el auge de los trastornos de ansiedad entre adolescentes al estrés materno en el embarazo y la falta de atención de calidad en los primeros años de vida

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Crecer bajo señales de que el entorno es hostil moldea el cerebro del niño y lo programa para reaccionar de forma exagerada ante desafíos futuros 

Getty Images

¿Por qué cada vez más adolescentes sienten ansiedad, incluso en entornos donde aparentemente “no les falta de nada”? Un artículo publicado en Science por los científicos Peter Gluckman (pediatra y biomédico de renombre internacional que actualmente dirige Koi Tū: El Centro para Futuros Informados de la Universidad de Auckland) y Mark Hanson (uno de los principales investigadores sobre las vías de desarrollo de las enfermedades del Reino Unido) plantea que la clave puede estar en cómo vivieron en sus primeros años, incluso mientras estaban en el seno materno. 

Pero lo más llamativo de su planteamiento no es que vinculen el significativo aumento de los trastornos de ansiedad en los jóvenes de entre 12 y 19 años con factores sociales como el estado emocional de la madre  durante el embarazo o los cuidados en su más tierna infancia, sino que asocien ese estrés temprano con la fascinación que los discursos de extrema derecha produce en una parte significativa de adolescentes.

Un cerebro entrenado para reaccionar de forma exagerada

Gluckman y Hanson explican cómo las condiciones ambientales en las primeras etapas de vida -incluso antes del nacimiento- pueden moldear significativamente el cerebro en desarrollo de un niño, en particular los sistemas responsables de la regulación emocional y el funcionamiento ejecutivo. 

Según los investigadores, cuando los niños crecen bajo señales (ambientales o biológicas) que les transmiten que el entorno es hostil -como puede ser el estrés de la madre durante el embarazo o a la falta de atención de calidad en la infancia temprana- su cerebro puede programarse para reaccionar de forma exagerada ante desafíos futuros. Es decir, se preparan para la adversidad, se habitúan a mantenerse en alerta para anticipar peligros y, si esas amenazas previstas nunca llegan a materializarse y su entorno real no justifican ese nivel de alarma, esas respuestas emocionales exacerbadas pueden dar lugar a trastornos de ansiedad.

Los autócratas comprenden la necesidad de crear una sensación de incertidumbre o miedo y los jóvenes de hoy son particularmente susceptibles a esas influencias 

M. Hanson/P. GluckmanInvestigadores Univ. Southampton / Univ. Auckland

Y la ansiedad y el miedo, recuerdan los autores, se asocian con una preferencia por un liderazgo fuerte, de modo que “el reciente descenso de la participación de los jóvenes en los procesos democráticos puede ser una reacción al lamentable estado de la política democrática, pero también una manifestación del deseo de un liderazgo más autocrático y fuerte que inspire una sensación de seguridad”.

Porque los líderes autocráticos, explican, se sirven de esa ansiedad, comprenden la necesidad de crear una sensación de incertidumbre o incluso miedo para manejar las reacciones de la gente, y “los jóvenes de hoy pueden ser particularmente susceptibles a estas influencias”.

Una madre se distrae con el móvil mientras acuna al recién nacido

Las pantallas interfieren en la interacción entre padres y bebés 

Jajah-sireenut/ iStock

Desde el punto de vista de la salud mental, Gluckman y Hanson enfatizan que el desajuste entre las respuestas emocionales y el entorno se ve agravado por la celeridad y dinamismo de los cambios sociales y tecnológicos a los que se enfrentan los adolescentes y que también sufren los mayores. 

Más de la mitad de las mujeres embarazadas manifiestan síntomas de estrés o ansiedad, y cada vez son más los estudios que alertan de la pérdida de interacción (o de calidad de la misma) entre padres y bebés debido a la interferencia de las pantallas que acaparan la atención de los adultos. Y todo ese estrés ambiental y temprano es el que acaba condicionando el desarrollo del niño y condicionando su respuesta emocional a los desafíos que ha de ir enfrentando. 

Si los factores que producen estrés los tenemos delante de las narices, para qué vamos a buscarlos en la niñez, aunque es ahí donde comiencen

Luis Valero AguayoCatedrático Psicología Univ. Málaga

Luis Valero Aguayo, catedrático de Psicología de la Universidad de Málaga, asegura que el artículo de estos investigadores es interesante pero no deja de ser “una hipótesis teórica” que podría tener razón pero que es muy posible que también haya otros factores más directos e inmediatos que podrían explicar la elevada ansiedad de los adolescentes, como que están sometidos a más presión en todos los aspectos de su vida y que la sobreprotección hace que desarrollen miedo al fracaso. 

“Si los factores que producen estrés los tenemos delante de nuestras narices, ¿para qué vamos a buscarlos en la niñez, aunque es ahí donde comiencen?”, ha cuestionado Valero en respuesta a SMC España.

Por contra, Maite Garaigordobil, catedrática jubilada de Evaluación y Diagnóstico Psicológico en la Universidad del País Vasco, opina que este artículo “representa una contribución muy valiosa” al desplazar la explicación de los trastornos de ansiedad desde factores inmediatos a trayectorias de desarrollo temprano y la apoyan estudios previos que citan. 

“El artículo interpela a los sistemas educativos, sanitarios y de protección social a replantear su rol en la promoción de la salud mental desde la primera infancia” y alerta que “el costo para las sociedad de replantear este enfoque sobre el desarrollo emocional puede ser enorme”, justifica en declaraciones a SMC España.

La necesidad de medidas preventivas

“Las sociedades se enfrentan a una carga emergente de problemas de salud mental, especialmente en los jóvenes”, afirman Gluckman y Hanson en su artículo, que subrayan que más allá de ayudar a los afectados los políticos y las instituciones deberían adoptar medidas preventivas desde una perspectiva que abarque toda la vida. 

En esta línea, proponen políticas públicas para apoyar la salud mental de las madres y de los cuidadores tanto durante el embarazo como durante los primeros años de vida, así como mecanismos que garanticen que las familias tengan los recursos económicos, emocionales y de tiempo para interactuar con sus hijos y prestarles atención de calidad.

A este respecto, el doctor Alberto Ortiz Lobo, psiquiatra del hospital de día Carlos III-La Paz, asegura a SMC España que la mejor prevención de los problemas mentales (no solo de los trastornos de ansiedad) es establecer políticas sociales que garanticen el bienestar infantil protegiendo a los niños de situaciones de violencia, abusos y negligencias. Y coincide con los autores del artículo en que eso supone “habitar entornos sociales de igualdad, con los recursos socioeconómicos y comunitarios necesarios, viviendas dignas, acceso a una escolarización inclusiva y madres y padres con tiempo suficiente para cuidar y acompañar”.

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Gluckman y Hanson insisten en que no abordar ahora el impacto del estrés temprano y los problemas de ansiedad de los jóvenes no tiene consecuencias solo para los afectados ni es un problema personal de las familias, sino que tiene efectos sociales preocupantes. 

”Sin unas funciones ejecutivas adecuadamente formadas en la edad preescolar (de 3 a 5 años), es probable que se produzcan consecuencias adversas a largo plazo tanto para los individuos como para la sociedad, no solo en términos de la gestión de la carga de las enfermedades mentales, sino también en términos de sus efectos sobre la cohesión social y la productividad”, señalan. 

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