La penalización de las faltas de ortografía en los exámenes de las pruebas de acceso a la universidad (PAU) en esta edición 2025 ha avivado el debate sobre el nivel de expresión escrita que cabría pedir a un estudiante universitario.
Por primer vez en España, todos los exámenes de selectividad contenían una norma consensuada, la sanción de faltas ortográficas en los exámenes de lengua y literatura, así como en los textos largos de otras materias. Este fue el acuerdo al que llegaron las universidades españolas para alinear los criterios de corrección en todas las autonomías de forma que cualquier estudiante afronte un examen de exigencia similar, dado que puede matricularse en cualquier campus.
Incluso en tiempos de correctores automáticos e IA, se considera relevante que cualquier profesional escriba con corrección
Por tanto, las universidades, que son las que impulsan las PAU para ordenar el acceso de los alumnos a sus campus, aunque las organizan los gobiernos autonómicos, han tomado posición: los estudiantes deben expresarse bien, con los acentos en su lugar. Y esa posición no es baladí. Envía un mensaje a todas las escuelas del país: “Si queréis que vuestros alumnos tengan nota para entrar en el grado que desean –tema muy sensible para las familias–, mejorad su expresión”.
Los estudiantes temían que esta medida, junto a otras que se han incorporado en esta convocatoria, les bajara la nota en las pruebas, siendo un obstáculo para entrar en la carrera de su elección.
En Francia, Italia o Portugal el debate sobre la ortografía no se ha dado como en España. “¿Por qué estamos dando tanta importancia a esta noticia?”, se pregunta Montse Crespín, profesora de filosofía de la UB. “Por la inquietud que genera que no se incida en este tema desde etapas preuniversitarias”.
Incluso en tiempos de correctores automáticos e inteligencias artificiales, se considera relevante que cualquier profesional escriba con corrección y sea capaz de transmitir sus ideas con claridad y precisión. En las aulas universitarias se ve la pérdida en competencias lingüística en dimensiones como la ortografía, léxico (se nota la falta de lecturas), sintaxis, presentación y caligrafía.
En expresión escrita, los alumnos de ESO y primaria están en nivel medio bajo, según las competencias básicas de Catalunya
“No es una cuestión menor, lo que ocurre es que no comunican bien las ideas”, afirma Jordi Mir, profesor de filosofía de la Pompeu Fabra (UPF). Lejos de querer difundir un mensaje apocalíptico (“los jóvenes son tan inteligentes y con tan buenos valores como los de hace unos años”) admite la dificultad cada vez mayor en comprender los textos de los nuevos estudiantes. “En algunos casos, sé que lo han estudiado y, sin embargo, no han sido capaces de demostrarlo”.
La coordinadora de las PAU en Catalunya, Pilar Gómez, lo expresó en una reunión con la prensa durante la polémica surgida por las faltas de ortografía, si contaban o no contaban: “Un alumno escolarizado en dos lenguas durante 15 años no debería estar preocupándose por la ortografía”.
Precisamente, el viernes se conocieron los resultados de la evaluación de competencias básicas en Catalunya. Las lenguas no han perdido tanto terreno como las materias científicas. Sin embargo, en la dimensión concreta de la expresión escrita, los alumnos catalanes están por debajo de lo deseable (70). En catalán puntúan con un 66 en ESO y 67 en primaria. En castellano, 68,9 y 70,8, respectivamente.
Un análisis rápido indica que en primaria hay un grueso de la población infantil que no llega a los mínimos (16,7% en catalán y un 23% en nivel medio bajo). En la ESO el problema no es que haya una grupo rezagado que descompense, es que la mayoría se sitúa en la medianía y hay muy pocos en nivel alto.
¿Son las IA aliadas?
Los estudiantes están usando ya los chatbots para elaborar sus trabajos. Como en el caso de la tecnología digital en el aprendizaje, no existe consenso. En general, se cree que la IA puede ser una gran ayuda para mejorar la corrección, la estructura y la confianza en la escritura (si lo que se propone es un texto original). Si se parte de un texto generado únicamente por IA, además de practicar la deshonestidad, se debilitan capacidades como la de comunicarse, la creatividad y el aprendizaje profundo. Los textos, además, tienden a ser uniformes, menos originales y con un estilo estandarizado. Crespín y Mir incorporan el riesgo de ceder espacios de autonomía. Parafrasean a Kant: si dejamos de pensar por nosotros mismos para confiar en otro pensador, perderemos la capacidad de pensar. Y otros pensarán por nosotros.
En el acuerdo de las universidades no solo se valoraba la ortografía, también “la coherencia, la cohesión, la corrección gramatical, léxica y ortográfica de los textos producidos así como su presentación”. Se decidió restar más en las lenguas (20% de la nota) que en otras materias (10%). No en todas.
La forma de restar puntos, más en lengua que en otras materias, en discusión
Esta forma de evaluar genera discrepancias. Gaston Gilabert, profesor de literatura española (UB), opina que deberían exigirse las mismas condiciones ortográficas en todas las pruebas. “Si no, se da el mensaje a la sociedad (y más importante, a las futuras generaciones), que escribir con faltas de ortografía es perfectamente positivo y que lo contrario es solo para especialistas”, añade.
La investigadora en desigualdad educativa y social de la UB, Sheila González, y experta en temas de evaluación, aporta evidencias científicas en sentido contrario. Distingue entre evaluaciones “formativas” (sirven para que el alumno aprenda de sus errores) y “finalistas”, como las PAU, cuyo objetivo no es formar sino evaluar conocimientos en distintas materias para ordenar el acceso a los grados.
González argumenta que si se quiere medir la comprensión lectora de un alumno y se penalizan sus faltas, no se mide la capacidad lectora, sino esta facultad junto a su capacidad de escribir. “Ambas son competencias deseables, por supuesto, pero distintas. “Tradicionalmente, se ha penalizado doblemente a los alumnos que hacían faltas de ortografía, se les penaliza en lenguas y en otras materias cuya evaluación no tenía ese objetivo”.
Otra cosa es, añade, el hecho de que los claustros escolares decidan que en todas las asignatura contarán las faltas, porque lo que se quiere es elevar el conjunto de la competencia de todo el alumnado. En este sentido, las evaluaciones son “formativas”, para que el alumno aprenda además del conocimiento específico (física, matemáticas...etc.) a escribir bien.
¿Un universitario debe escribir de forma aceptable? “Yo descuento por faltas”, admite González, “pero porque en el grado que estudian no hay una materia específica que evalúe su capacidad de escribir y considero que, si la media es excelente, debe ser excelente en todas las habilidades, incluida la de escribir. Pero si ya existiera una materia, no tendría sentido que yo lo evaluara”.