Las escuelas, esos edificios públicos que no tienen climatización

Un país cada vez más cálido

Las administraciones proponen medidas reactivas, pero carecen de proyectos a medio plazo para las reformas

Comunidad energética del institut Quatre Cantons , placas solares en la azotea del instituto ubicado en Poble nou

Instalación en el tejado de placas fotovoltaicas del instituto Quatre Cantons de Barcelona

Ana Jiménez

Las escuelas no fueron construidas para el calor extremo ni se han adecuado sus edificaciones a esas temperaturas. En realidad, su acondicionamiento térmico es impensable para cualquier otro edificio público cuyos trabajadores no soportan temperaturas por encima de los 27ºC, el límite establecido para trabajar en buenas condiciones. Pero los profesores lo hacen en los meses de calor y los niños lo soportan.

El argumento de las administraciones era que los colegios esquivaban los dos meses de calor más fuerte, julio y agosto, y el mes de junio podían recurrir a horarios intensivos y, en septiembre, no empezaban hasta mediados de mes. Pese a estas explicaciones, la realidad de fondo es la misma por la que en Catalunya aún hay escuelas en barracones (desde 2010), y, en cambio, ninguna sede de las administraciones públicas, empresas, centros sanitarios, de espectáculos, bibliotecas o centros cívicos están en módulos prefabricados. 

o la misma razón por la que en Madrid se mira hacia otro lado. Desde 2016 los sindicatos están denunciando altas temperaturas en las aulas, especialmente pertinaz es CC.OO. Se hace caso omiso de los aviso de inspección de trabajo en una cincuentena de centros y en sus guarderías. El gobierno madrileño asegura que ha multiplicado por cuatro en este curso las inversiones en las actuaciones para mejorar el confort térmico.

Es cierto que en grandes ciudades como Madrid y Barcelona se viven peor las altas temperaturas por el efecto de isla de calor que genera el pavimento y la falta de arbolado. Y porque algunas medidas, como abrir ventanas, aumentan el ruido en las clases.

En todo caso, ya no son dos meses de calor al año sino cuatro, con picos intensos que superan los 29ºC, con los que aún se puede, según los especialistas, lidiar y rebajar unos grados el calor en las aulas sin sistemas de aire acondicionado integral. Es decir, con ventilación cruzada, aireación de noche, persianas bajadas en horas punta, toldos y ventiladores portátiles o de techo. O bien portátiles, más conocidos como pingüinos . Esto es lo que consta en los planes de respuesta rápida a las necesidades urgentes diseñados por algunas autonomías.

Entre las propuestas también se encuentran otras medidas, la más común es establecer un refugios climático en el interior de la edificación (el comedor, la biblioteca) dotado eventualmente de aparato de aire. En el exterior, se han sombreado con toldos los patios e incorporado fuentes de agua para evitar los golpes de calor.

Desde el punto de vista organizativo, se ha dado flexibilidad a los centros. En algunos casos, éstos reducen una hora lectiva al final de cada jornada, en junio y septiembre, o permiten a las familias recoger a sus hijos a partir de las 12. Pueden, asimismo, cambiar a los alumnos de aulas y reducir el ejercicio físico. Todo ello con recomendaciones de hidratación para evitar golpes de calor.

Las instalaciones de climatización sostenibles requieren actuaciones previas de aislamiento térmico

“Todas estas medidas siguen sin paliar los efectos de las altas temperaturas que los centros afrontan con los recursos que buenamente son capaces de conseguir para mitigar sus efectos”, se lamenta CC.OO. en un documento reciente en el que insta a realizar protocolos concretos, recomendaciones y orientaciones, así como invertir en las reformas pertinentes.

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La administración es consciente de que las altas temperaturas no se combaten con un ventilador de techo. Ni arrebañando a los niños en el comedor. Éstas son actuaciones reactivas. Por encima de los 29ºC se necesitan instalaciones para garantizar el confort. Sistemas eficientes, sostenibles y... robustos. Por poner un ejemplo, las escuelas infantiles de Barcelona sí están acondicionadas, pero un 30% ha tenido averías en las últimas semanas porque los aparatos han funcionado más horas y con más exigencia. Según el gremio de instaladores, las averías en viviendas y oficinas han aumentado en esta última hora de calor casi un 25%.

En general, el problema es que el parque de edificaciones en España es antiguo (muchas escuelas están celebrando sus centenarios) lo que no ayuda a instalar climatizaciones modernas (renovables, sostenibles, domotizadas). Se requiere previamente actuaciones costosas (cambio de cubiertas de tejados y fachadas, carpintería, instalaciones eléctricas, calderas...etc.). Los fondos europeos React-EU dieron un empujón, pero no suficiente para ver placas solares en institutos y escuelas.

Cada colegio es diferente por su orientación, la altura topográfica, el año de construcción, la estructura, los materiales y el estado de mantenimiento. También por su ubicación geográfica sometida en mayor o menor medida a los rigores del clima. 

Como señala un arquitecto municipal de Barcelona, pese a laas diferencias, las propuestas a la carta no son la solución porque salen caras en construcción y mantenimiento. Hay que categorizar los centros, definir criterios técnicos y establecer líneas de actuación sobre un calendario, acompañado de presupuestos. Esto es lo que ha planeado el Consorci d'Educació de Barcelona para sus escuelas de primaria (los institutos son gestión autonómica). Pero no es extrapolable a todo el territorio. Se requieren inversiones de gran calibre que, hasta el año 2022, tras un intenso verano, nunca se habían planteado para los colegios. No, en todo caso, como en Alemania cuyo gobierno aprobó la semana pasada un proyecto de ley para destinar a los estados federados y los municipios 100.000 millones de euros para financiar inversiones en infraestructuras modernas, incluidos colegios.

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Una ventilador intenta paliar el calor reinante en el comedor de la Escola Pompeu Fabra de Barcelona. foto David Airob

En realidad, en 2021 sí se dispuso de una cantidad de dinero considerable. El Gobierno puso en marcha un plan para la mejora de eficiencia energética en edificios públicos con fondos europeos por valor de 1.080 millones (Pirep) que tenía el objetivo expreso de reducir el consumo de energía no renovable e instalar sistemas eficientes de energía. Lo gestionaban gobiernos autonómicos y ayuntamientos que podían destinarlo a los edificios públicos que mejor consideraran. 

La Vanguardia hizo un análisis entonces del destino de esos fondos en Catalunya (no el resto de autonomías) con un resultado desolador para el confort de los niños, muchos de los cuales aún están escolarizados en aquellos barracones de la crisis económica (que, por suerte, tienen aire acondicionado). Cuando se recibieron los fondos, poco más de un centenar de centros, del total de 3.500 existentes en Catalunya, estaba construido ya con criterios de confort térmico. Pues bien, los ayuntamientos que son los que gestionan las escuelas infantiles y primarias recibieron 184 millones de euros en total. Sólo 9,9 millones fueron para escuelas. El resto se destinó a reformar centros cívicos, bibliotecas, teatros y el propio edificio del ayuntamiento. 

Las propuestas de los gobiernos autonómicos son reactivas: toldos, fuentes y ventiladores, según CC.OO.

El fondo gestionado por el Govern ascendía a 78,7 millones de euros y se decidió repartirlo en varios de sus departamentos. A Educación le tocó  6,5 millones. Se renovaron 3 institutos (Figueres, Tortosa y Tarragona). 

Cuatro años después de los fondos europeos, nadie duda de que son necesarias más inversiones. Pero, ¿Quién financiará los costes? El Ayuntamiento de Barcelona ha ideado que parte del impuesto turístico costee las reformas. 

De lo que no cabe duda es que el calor será un campo de batalla política en los próximos años.

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