Casaio emergió este fin de semana como la última frontera de la crisis del fuego de este agosto en Galicia, a la que las esperadas y tan esquivas lluvias se resistieron a poner fin, como sucedió en el conjunto del interior occidental de la Península. Esta parroquia del municipio de Carballeda de Valdeorras, en la zona más alta de Galicia, en los límites de Zamora y León, tiene tradición de reducto. En ella se asentó en la década de 1940 la Ciudad de la Selva, un conjunto de campamentos guerrilleros antifranquistas de intensa actividad. Y cuenta con la joya natural del considerado el bosque más antiguo de Galicia, de tejos. Esta zona de Ourense, así como otras de Asturias y, sobre todo, León siguieron ayer azotadas por las llamas, en ocasiones, de nuevo junto a áreas habitadas.
En la provincia leonesa fueron desalojadas de sus casas ayer más de 300 personas, en diez localidades, fruto de nuevos focos o de la reactivación de alguno de los declarados al inicio de esta crisis. Es el caso del de Fasgar, en el municipio de Muria de Paredes. Este incendio, de nivel 2, el de máxima peligrosidad por el riesgo para personas y bienes, comenzó el pasado 8 de agosto, según la Junta de Castilla y León, Gobierno que, a diferencia del gallego, no ofrece datos de las superficies ardidas.
Ourense, la provincia del fuego
La concentración cercana al total en la provincia de Ourense de los incendios que ha sufrido Galicia durante el mes de agosto carece de precedentes y rompe con toda la tendencia histórica del flagelo del fuego forestal en territorio gallego desde la década de 1970. Como el mayor foco, el iniciado en Larouco, Valdeorras, se extendió al sur de Lugo no se dispone de datos por separado de Ourense, si bien en los boletines diarios de la Xunta se observa que más del 90% de la superficie ardida, que ya supera las 90.000 hectáreas, se hallaría en esta provincia. Este dato no tiene parangón con las crisis anteriores. En el hasta ahora peor año del siglo, el 2006, con 95.947 hectáreas calcinadas, el 37% correspondía a Ourense. En el ejercicio más terrible de siempre, 1989, con 198.643 hectáreas ardidas en Galicia, el 22% estaba en Ourense, como el 49% y 62% del 2017 y del 2022, así como el 55% del periodo 2014-2023. Esta vez pesó la geografía de la ola de calor en España, pero también la deriva que se percibe en los últimos lustros.
De lo que sí informaba la Junta es de que ayer por la tarde había en su territorio once incendios de nivel 2, dos de ellos, declarados durante la tarde. Otros tres, los de Fasgar, Anllares y Lamas de Cabrera, comenzaron hace más de dos semanas. También tiene esa antigüedad uno de los dos que anoche seguían fuera de control en Galicia, el de Chandrexa de Queixa, con 19.000 hectáreas ardidas, si bien la Xunta aseguró a lo largo de toda la jornada que estaba cerca de estabilizarlo.
Los pronósticos de lluvias en las zonas más afectadas se fueron desvaneciendo a lo largo de la semana
El sábado sí consiguió controlar el peor de todos, el de Valdeorras, el más grave de este agosto junto al de Molezuelas, Zamora. Para apagar estos focos brutales, de más de 30.000 hectáreas quemadas según las estimaciones oficiales y mucho más de acuerdo con los datos procedentes del satélite europeo Copernicus, se aguardaba desde comienzos de semana que ayer llegasen las primeras lluvias a las zonas más afectadas, a Ourense, León y Zamora, así como Asturias, donde ya hubo alguna precipitación esta semana, y a Cáceres, para la que las predicciones de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) resultaban menos favorables.
Sin embargo, el viernes, las previsiones de lluvia ya eran mucho menos prometedoras que en jornadas previas. “Meteogalicia todavía nos da algunas opciones de que llueva un poco mañana”, se escuchaba el sábado en Valdeorras como un intento de buscar la esperanza. El propio obispo de Ourense, Leonardo Lemos, recomendó hace días a los sacerdotes de su diócesis que intensificasen sus plegarias para que acabe de una vez la plaga de los incendios.
El rezar para que llueva no parecía haber funcionado a última hora de la tarde ayer. La Xunta ya avisó el viernes de que habrá que esperar hasta el miércoles para que se produzcan chubascos significativos en las zonas afectadas por el fuego. No obstante, fuentes del Gobierno gallego expresaban su confianza en que para entonces la crisis ya esté casi resuelta. El presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, se afana en destacar que consiguió evitar daños personales y materiales de gran magnitud, mientras PSOE y BNG critican con dureza su gestión. La nacionalista Ana Pontón, jefa de la oposición, reclama un “punto de inflexión” en la política forestal y de ordenación territorial en Galicia.
En Ourense, León y Asturias proseguía ayer la lucha contra las llamas, otra vez con vientos adversos
Pero la crisis aún no ha terminado para los vecinos de Carbaballeda de Valdeorras, que vieron este fin de semana con las llamas al lado de su casa, ni tampoco para los de varios municipios leones, como los de Soto y Amio y Molinaseca,con fuegos declarados ayer. Y es que en vez de lluvia, en la España quemada hubo ayer calor y viento


