Hablan los agricultores: “Quien causa un incendio sin querer nunca lo supera”

España en llamas

La gente del campo pide que no se les criminalice: los fuegos también pueden ser accidentales

José Manuel Roche, agricultor

José Manuel Roche, en uno de sus maizales 

LV

José Manuel Roche, de 50 años, agricultor y líder agrario, que se ha manifestado en Bruselas en defensa del sector, es hijo, nieto y bisnieto de agricultores y ganaderos de Teruel. Su voz resume el malestar de muchos otros ante la facilidad con la que algunos hablan de pirómanos, incendiarios e incendios provocados. “No todos los incendiarios son pirómanos y no todos los incendios provocados son criminales. Si un rayo causa un fuego, ¿es un suceso provocado o más bien accidental?”, se pregunta. 

“Los agricultores que originan por accidente un incendio no lo superan en la vida”, añade este profesional del campo. Le pasó a un amigo, en cuyo nombre habla (el interesado aún no se ve capaz y han pasado ya diez años). En julio del 2015, un agricultor de la comarca de las Cinco Villas (Zaragoza) fue imputado por un incendio que comenzó en un campo de cereales y que arrasó 15.000 hectáreas. Unas 1.500 personas de los pueblos de Luna, Orés, Asín, Farasdués y Biota fueron evacuadas. Todo se produjo a raíz de la chispa de una cosechadora.

José Manuel (a la izquierda), en una manifestación en Bruselas con otros compañeros de UPA

José Manuel (a la izquierda), en Bruselas con otros compañeros de UPA 

LV

“La tensión psicológica que vivió aquel hombre durante un año fue enorme, a pesar de la campaña popular para su exoneración. No fue un imprudente. Eran adecuadas las condiciones para la siega (que interrumpimos cuando la temperatura es superior a 30 grados, la humedad inferior a un 30% y la velocidad del viento supera los 30 kilómetros por hora). Pero los accidentes se producen. Y saltó una chispa”.

Es una situación “habitual”, explica José Manuel Roche. Sucedió en julio del 2024 en uno de sus terrenos, en Lechago, cerca de Calamocha (Teruel), un municipio de unos 25 habitantes y que en los noventa tenía 200. Unos de los que se han expatriado son sus propios hijos, que ya no le tomarán el relevo, atraídos por las ventajas de la ciudad. “La agricultura y la ganadería existirán mientras exista la humanidad, pero los agricultores y los ganaderos que hemos conocido darán paso a otras cosas...”.

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Será el reino de los monocultivos y la producción industrial. “Seguiremos comiendo cordero, pero quizá ya no sea cordero de Aragón, sino de Nueva Zelanda”, sentencia este hombre del campo que durante cinco años alternó las tareas agrícolas con el trabajo en una brigada de extinción de incendios. “No se dice mucho, pero la mayoría de brigadistas son agricultores o hijos de agricultores. Él también es el secretario general en Aragón de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA).

Cuando la chispa de una cosechadora inició un fuego en sus trigales de Lechago, ardieron unas 25 hectáreas de monte bajo, pero los agricultores de la zona se ayudaron y apagaron pronto las llamas. “Ganaderos y agricultores somos los principales interesados en cuidar el monte: nos lo jugamos todo. Una cosechadora no baja hoy de los 300.000 euros. Si muere el ganado o si arden los campos y la maquinaria, ¡es la ruina!”.

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Pequeños incendios como aquel no salen en la prensa, pero “a veces, y es inevitable, sucede lo peor, como en las Cinco Villas. Mi compañero pasó el peor año de su vida, criminalizado como autor de un grave incendio. Y muchas personas leen autor y no se paran a pensar qué tipo de autor. Insisto, ¿es el rayo el autor ? ¿Lo fue él? No, fue un accidente. Hay agricultores ya endeudados que se embarcan en más gastos para dotar sus máquinas de sistemas antichispas que cuestan 25.000 euros”.

“Muchas personas que han visto el fuego salir de debajo de sus cosechadoras no vuelven a subirse en estas máquinas y tienen que pagar para que otros les hagan el trabajo. Presenciar un fuego, aunque sea uno que se controla rápidamente y que ni siquiera sale en el telediario, no se olvida nunca. Quien vive algo así no se recupera del todo jamás. Y menos si encima ha de vivir un año con la imputación de un delito que finalmente queda reducido a un accidente, como pasó en el del 2015”.

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