Además de causar la pérdida de cuatro vidas, y eso es lo peor, la ola de incendios que asola España este verano es tan inmensa que parece imposible destacar una desgracia: 400.000 hectáreas calcinadas, al menos 170.000 de reservas o parques naturales... Pero, incluso así, un nombre sobresale: Fasgar, en el Bierzo (León), donde las llamas arden ininterrumpidamente desde las 17:24 horas del 8 de agosto, es decir, desde hace ya 22 días.
Fasgar, de apenas 25 habitantes, la mayoría de los cuales no han abandonado sus casas, es el epicentro de este desastre, pero numerosos municipios de la zona viven conteniendo la respiración: Garaño, Molinaseca, Viñayo, Piedrasecha, Portilla de Luna, Sagüera de Luna, Vegapujín, Posada de Omaña, Lombillo de los Barrios, Torrecillo y Barrio de la Puente. Muchos pueblos de la comarca han sido desalojados dos y tres veces.

Los incendios arrasan miles de hectáreas en León, Zamora y Galicia
No fue un pirómano ni un incendiario, recuerdan los vecinos de León afectados por el peor incendio forestal o el de mayor duración en España desde que hay registros. Aquel viernes de hace 22 días el rayo de una tormenta seca inició las llamas, según todas las hipótesis. Fue, como decía hace poco en esta web José Manuel Roche, agricultor y líder agrario de Teruel, un incendio provocado, aunque no intencionado.
Las tormentas secas se caracterizan por una gran profusión de rayos y truenos, aunque no llueve. En realidad, sí llueve, pero las gotas se evaporan antes de tocar tierra por las altas temperaturas y la sequedad del suelo. Rayos y viento son un cóctel muy peligroso y ya habían propiciado incendios en el pasado, pero no tan graves como este. La lengua de fuego sigue descontrolada y exhibiendo una virulencia que dificulta su extinción.
Ni los militares de la UME han visto nada igual en sus 20 años de historia”
La Junta de Castilla y León admitió este jueves las “dificultades” que afrontan las autoridades para frenar el avance de las llamas. Los responsables de los medios aéreos de la UE desplazados a León también reconocen que jamás habían visto tal voracidad. Los vecinos, que no pueden más, ya no confían ni siquiera en un milagro. Muchas noches se han acostado, de madrugada y exhaustos, con la creencia de que el fin estaba cerca, pero...

Un bombero observa uno de los incendios de León
Pero por la mañana han comprobado una y otra vez que eran falsas esperanzas. La falta de lluvias y el calor no son los únicos aliados del fuego. El viento es el tercer vértice del triángulo. Los vendavales en la región han avivado focos que parecían controlados y han vuelto a obligar a desalojar pueblos que creían haber recuperado la normalidad. La bajada de las temperaturas nocturnas que frenaba las llamas era solo un espejismo.
El fuego de Fasgar, como ya se le conoce, aunque son decenas los municipios afectados, tiene dos focos, en Igüeña y Colinas del Campo de Martín. Ahora mismo es el punto rojo que más preocupa en Castilla y León, que es tanto como decir en toda España porque hay una docena más de incendios activos, pero ninguno tan descontrolado como este. Miles de hectáreas ya han sido arrasadas en la comarca de Omaña y en tierras del Bierzo.
El fuego, que avanza con facilidad por una difícil orografía en la que los medios terrestres poco pueden hacer, ha quemado casi totalmente el abedular de Montrondo, un bosque de gran interés ecológico y una joya natural, que esta generación y las próximas ya no volverán a ver tal como fue. La directora general de Protección Civil, Virginia Barcones, ha admitido que “preocupa mucho” este incendio, “el más desfavorable de todo el país”.
Sí, la ola de incendios es tan inmensa que parece imposible destacar una desgracia, pero se pueden dar algunos datos. La mayoría de fuegos, salvo el de Fasgar, están estabilizados o controlados (no extinguidos, aunque van en la buena dirección). Desde aquel 8 de agosto, 35.691 personas han sido evacuadas y se ha detenido a 53 presuntos incendiarios. Contra el peor de todos, sin embargo, no hay nada que hacer. Fue un rayo.