En Italia, las montañas están cada vez más concurridas y las muertes aumentan. Un país que cuenta en su historia con una larga tradición de cultura de la altura sube ahora cada vez más a las cimas con el objetivo de lograr una foto para publicar en Instagram, y se acaba, en el mejor de los casos, en el hospital. Las cifras son impresionantes: entre el 21 de junio y el 23 de julio, en los Alpes hubo 83 accidentes mortales y 5 personas continúan desaparecidas. Las intervenciones de rescate han aumentado un 20% respecto al año anterior.
Según el presidente del Cuerpo Nacional de Socorro Alpino, Maurizio Dellantonio, que entregó estos datos al Corriere della Sera, el 60% de las víctimas eran simples excursionistas. Para Dellantonio, la causa del fuerte incremento está en las temperaturas: el gran calor llegó antes y, como consecuencia, muchas más personas buscaron climas más frescos en la montaña.
Sin embargo, muchos creen que el problema es más profundo y, por tanto, más preocupante: “Este dato es la consecuencia obvia de que ha aumentado la presencia de personas que ni siquiera se dan cuenta de que están en un entorno que potencialmente presenta peligros”, afirma Alberto Pirovano, consejero de la sección de Lecco (Lombardía) del Club Alpino Italiano. Las cifras, dice, hay que analizarlas bien: “Los accidentes fruto de las llamadas actividades peligrosas –escalada, ferratas, alpinismo– en realidad están disminuyendo; lo que está explotando son los episodios que afectan a personas que no están mínimamente formadas para la montaña, no solo inexpertas, sino completamente inconscientes. A menudo montan bicicletas de montaña eléctricas, que dan la ilusión de que es fácil, pero no lo es”.
“No es casualidad que la mayoría de los siniestros se den en zonas afectadas por el ‘overtourism’”
“Se ha acabado la época de la educación a la montaña”, coincide Enrico Camanni, autor de ensayos como La montaña sagrada . Pirovano tiene ejemplos para dar y regalar: “Está el cocinero que, al acabar su turno, piensa que puede hacer una excursión a 3.000 metros en alta montaña con chanclas. O aquel grupo que rescatamos el pasado mes de diciembre con hipotermia, porque quería hacer una barbacoa en la cima, como habían hecho unos amigos suyos, sin darse cuenta de que entretanto había llegado el invierno y estaba todo cubierto de nieve”.
Hay un problema de comunicación: “El mayor error, en mi opinión –concluye Pirovano–, ha sido contar que la montaña es accesible para todos. No es casualidad que la mayoría de los accidentes se produzcan en zonas afectadas por el overtourism . Si en una serie de televisión se muestra que se puede llegar tranquilamente a caballo al lago de Braies (1.500 metros), es normal que el verano siguiente haya una fila de gente queriendo ir. Las Dolomitas se han convertido en Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, perfecto: eso implica promoción y protección, pero se está haciendo sobre todo lo primero”.
Hay quien ve también un riesgo contrario: “La montaña no es democrática. Cuanto más subes, menos lo es –dice Luca Franzese, del consejo nacional de socorro alpino y espeleológico–. Es cierto que mucha gente está totalmente desprevenida, pero se debería insistir mucho en la prevención, sin convertir la montaña en un lugar cerrado”.
En solo un mes, ha habido 83 accidentes mortales y 5 personas siguen desaparecidas en los Alpes
Una de las soluciones adoptadas en estos años contra los turistas temerarios es el rescate de pago. En Italia, el socorro alpino puede ser de pago según las normas regionales: es gratuito si se traslada a la persona al servicio de urgencias o se decide su hospitalización, pero puede costar más de 100 euros por minuto o una tarifa fija si el rescate se considera injustificado o si no hay lesión. Una solución que, según Franzese, tiene sus límites: “La persona puede evitar llamar a los equipos de rescate por miedo al coste. Pero retrasar la llamada puede agravar las consecuencias”. En resumen, hace falta una comunicación turística “no aterradora”, pero honesta, concluye Camanni: “Estás entrando en un territorio donde tú eres el responsable de tu vida; no puedes llamar a los equipos de rescate cada minuto”.