Cambio de tendencia en las elecciones de los adolescentes respecto al bachillerato. Crece la modalidad de ciencias y tecnología, decae algo la de humanidades y sociales y se retrae claramente la de arte. Este interés por el científico, detectado desde hace tres años, puede deberse a la preocupación por el futuro laboral (una inquietud que los jóvenes expresan cada vez con mayor frecuencia) y/o el interés de las chicas por la opción del bachillerato científico.
Hasta la pandemia, el grueso de alumnos de primer curso de bachillerato en Catalunya (52.112 en el curso 2020-2021) se repartía de manera equilibrada entre ciencias y tecnología (23.958 alumnos) y humanidades y ciencias sociales (26.481). Un 46% cada uno. Solo una minoría optaba por el artístico (4.233, el 8% restante).
Las mujeres, que eran menos en las clases de ciencia, están alcanzando la paridad
Pero en los últimos años la demanda de ciencias ha ido creciendo en detrimento de las otras modalidades. El pasado curso alcanzaba casi el 49% mientras que el social representaba algo más del 44% y el artístico rondaba el 6%.
El Departament de Educació y FP no ha analizado aún los datos, pero una primera hipótesis apunta a las expectativas de los alumnos que podrían estar apostando por tener una mejor empleabilidad e ingresos que supuestamente les darán las carreras científicas. Así lo plantea Ismael Palacín, director de la Fundació Jaume Bofill. “Estamos viendo que los chicos muy jóvenes, los que ahora son adolescentes, están muy preocupados por el trabajo que tendrán en el futuro”, afirma. “Creen, como muchos profesores y padres, que deben optar carreras científicas porque así conseguirán buenos puestos de trabajo en el futuro”. Para ello miran estratégicamente a largo plazo y optan por el área que les va a situar mejor, optando por materias en las que se jugarán el acceso a la universidad.
Asimismo, Palacín estima que la tendencia podría crecer más si muchos alumnos dominaran materias instrumentales y no temieran enfrentarse a asignaturas como matemáticas y física.
Las mujeres
La segunda hipótesis de este cambio de tendencia está relacionada con las mujeres. Las chicas son mayoría en todas las modalidades de bachillerato, excepto en ciencias. En humanidades son el 58% y en arte, el 78%. Incluso en la modalidad del general, una opción muy residual, son poco más de la mitad.
En cambio, en ciencias y tecnología se quedaban hasta hace unos años a cinco puntos porcentuales de la mitad (45%). En el curso que terminó en junio, las estudiantes que eligieron el científico ya eran el 49%.
“Esta tendencia podría ser resultado de las campañas de igualdad y de promoción de vocaciones científicas y tecnológicas femeninas”, asegura Montse Alsina, presidenta de la Societat Catalana de Matemàtiques. Pero puntualiza que habría que estudiar si estas jóvenes se sienten más atraídas por el ámbito de la sanidad o el de la tecnología. Teme que sea más lo primero que lo segundo pues en las matriculaciones en las facultades de matemáticas no han notado un aumento significativo de matriculaciones femeninas.
La modalidad de arte plástica y artes escénicas ha perdido alumnos en los últimos años
En contraste a estos datos, el bachillerato de arte ha perdido fuelle en Catalunya. En el curso 2020-2021 había 4.233 alumnos matriculados, tanto de la rama de artes plásticas como en la de artes escénicas y música. En el curso pasado, este número había bajado a 3.426. Pese a la apuesta de la administración por impulsar las plazas, estas han pasado del 8% al 6% del total.
En Barcelona, donde se ha impulsado especialmente el artístico, también se ha notado el descenso de alumnos desde hace tres años hasta el punto de que el Consorci d’Educació está valorando revisar la oferta actual. “Tenemos la matrícula más baja de los últimos años”, admite Laia Pérez, coordinadora del área de bachillerato en el Consorci d’Educació. “Si en una zona no hay demanda, podemos trasladarlo a otra donde sí la haya”, explica.
Entre las variables posibles a esta tendencia coincide con Palacín en que los alumnos buscan la opción más conservadora (el científico) ante la zozobra laboral. Pero añade que podría contar el hecho de que han aumentado los ciclos formativos de la familia artística lo que lleva a descartar el bachillerato a alumnos decididos por formarse en arte. De hecho, la demanda de estudios de FP de música, danza o teatro está creciendo.
Para Maria Paczkowski, profesora de arte en el instituto Puigvert y formadora de profesores, la visión de las artes en las escuelas es antigua, compartimentada por disciplinas. “La lucha eterna en el claustro sobre el lugar que ocupa el arte para entender al ser humano”, indica. “El arte no es algo elitista, algo que se le ocurre a un genio, sino que ayuda a pensar el mundo, pero está perspectiva no está aun en las familias y las escuelas”, lamenta.
Sheila González, profesora de la UB, lamenta que la universidad ya no se entienda como una etapa de formación amplia sino como un periodo en el que aprender una formación útil. “Hace años, había una prueba de selectividad y elegías según la nota, pero ahora las materias que ponderan son cada vez más imprescindibles para entrar. Y la competencia está en las carreras del ámbito científico. El sistema obliga al joven a ser estratégico”, añade la investigadora en desigualdad educativa y social.
Finalmente, Alsina confía que la bajada de competencias matemáticas de los alumnos de primaria y secundaria reflejada en las competencias básicas de los últimos años pueda subsanarse antes de que el alumnado evaluado y calificado a la baja elija el tipo de bachillerato. “Esta es una tendencia positiva, que no se quiebre”, confía la matemática.