Las escenas que la Policía Municipal de Madrid y los servicios sociales de la comunidad explican sobre las condiciones en las que vivían seis hermanos del distrito de Vallecas recuerdan a la novela Oliver Twist, de Charles Dickens, convertida en una denuncia y un símbolo universal de la infancia maltratada: hambre, suciedad, falta de los cuidados más elementales...
Pero un detalle fundamental diferencia a estos seis hermanos de carne y hueso del personaje de ficción: ellos sí tienen padres. El 27 de agosto fueron detenidos, como avanzó este martes Carlos Hidalgo en el periódico ABC. Los servicios sociales, como ha podido confirmar este diario, estaban detrás de la pista del matrimonio. Otra hija, mayor de edad, alertó a la Policía.

Una furgoneta de la Policía Municipal de Madrid
Esta joven explicó que sus padres sospechaban que la administración iba a retirarles la custodia de sus hijos –tres niños y tres niñas, de entre 4 y 15 años– por las pésimas condiciones en que los tenían, sucios y malnutridos. La denunciante añadió que el matrimonio iba a llevarse a los pequeños a otra comunidad autónoma para tratar de torpedear los planes de los servicios sociales.
Una segunda denunciante, sobrina de los denunciados, ratificó estas acusaciones, lo que precipitó la actuación de la Policía. Cuando los agentes acudieron al domicilio de los niños, en el populoso distrito de Puente de Vallecas, se encontraron con una escena para la que no estaban preparados: la casa parecía la pesadilla de una pareja con el síndrome de Diógenes.
¿Qué dice la ley?
El delito de desamparo a menores
El artículo 229 del Código Penal castiga a quien abandone a un menor de edad o a una persona con discapacidad necesitada de especial protección. Si esta conducta fuera realizada por los padres o los cuidadores de los abandonados, la pena se agrava.
En ese caso la condena puede ir de los 18 meses a los tres años de cárcel. La pena se ve todavía más aumentada si se hubiera puesto en peligro “la integridad física” de las víctimas. Dickens lo dijo en 1838 mejor que el mejor de los legisladores: “Hay quienes tienen a su peor enemigo en sí mismos”.
Capas y capas de suciedad. Una nevera semivacía o con alimentos en mal estado. Paredes con la grasa acumulada... “¿Qué es lo último que habéis comido?”, preguntaron los policías a los niños. “Unas salchichas y un vaso de leche que nos trajo nuestra abuela”, respondieron sin precisar cuándo. La consejería de Asuntos Sociales se ha hecho cargo de los seis hermanos.
Los seis, según han explicado fuentes del departamento, han sido trasladados a un centro de acogida para que mantengan el contacto entre ellos. Un juez de menores se ha hecho cargo del caso. Si los padres proyectaban una despedida a la francesa porque temían perder la custodia de los niños en favor de la Administración, ahora podrían perder incluso la tutela.

Menores tutelados por la Administración
Cinco de los hermanos tenían síntomas evidentes de impétigo, una infección cutánea muy contagiosa que afecta principalmente a bebés y niños de corta edad. Se caracteriza por la aparición de llagas inicialmente rojas en la cara, en especial en la nariz y el contorno de la boca, además de en las extremidades. De origen bacteriano, se ataja fácilmente si se actúa a tiempo.
Pero si no se reacciona de manera diligente (y la falta de higiene es un caldo de cultivo idóneo), las llagas revientan y producen costras de color dorado. Los pequeños tenían tantas que la primera actuación fue trasladarles a un hospital para su evaluación y tratamiento. Solo más tarde fueron derivados a uno de los tres centros de primera acogida que tiene Madrid.
Se trata de instituciones que asumen de forma temporal el cuidado y la educación de menores “que carecen de un entorno que pueda satisfacer sus necesidades biológicas, afectivas y sociales”. El objetivo ahora, explican los servicios sociales, es que los hermanos recuperen su propio entorno familiar, es decir, parientes que quieran y puedan hacerse cargo de ellos.
Si esta opción resultara absolutamente imposible, se les buscaría un hogar de acogida mientras se decide qué pasa con sus padres, que han quedado en libertad con medidas cautelares y a disposición de la justicia. En cualquier caso, los niños no podrán estar en este primer centro de acogida más de tres meses, según la ley de protección a la infancia y adolescencia.