Acabar con el cambio de hora divide a los expertos: ¿resulta adaptativo o perjudicial?

La reforma horaria en Europa

Expertos en sueño respaldan quedarse con el horario de invierno y los físicos alertan de que ello supondría un desfase de tres horas respecto al ciclo natural

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"Yo ya no le veo sentido a esto" declara Sánchez en un vídeo sobre el cambio de hora

El Gobierno español defenderá este lunes ante el Consejo de Transporte, Telecomunicaciones y Energía (TTE) de la Unión Europea acabar de forma definitiva con el cambio de hora estacional. Pedro Sánchez ha defendido públicamente que seguir ajustando los relojes al horario de invierno o de verano ya no tiene sentido porque no hay evidencia científica de que facilite un ahorro energético sustancial y sí de sus consecuencias negativas sobre la salud y el bienestar de muchas personas. A ello se suma, según el Ejecutivo, que la mayor parte de la población, tanto española como europea, está a favor de terminar con esa práctica: un 66% y un 84%, según consultas realizadas en 2018.

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Pero que sean más los que están hartos de adelantar y retrasar los relojes no quiere decir que haya unanimidad ni consenso sobre la conveniencia de la medida y, aún menos, sobre el horario que habría de fijarse. Y el anuncio de Sánchez reavivó la controversia. 

Su propuesta se aleja de las conclusiones del informe que elaboró la comisión de expertos que él mismo reunió hace siete años para estudiar este asunto. Tras evaluar los costes y beneficios de las modificaciones horarias tanto desde el punto de vista económico como de salud –sobre los que los especialistas no tienen una opinión unánime ni concluyente– la comisión aconsejaba mantener el cambio estacional como en las últimas décadas hasta reunir suficiente argumentación compartida para optar por una de las vías.

Es una aberración; es someterse a un desfase de tres horas entre verano e invierno

Jorge MiraCatedrático del departamento Física Aplicada Univ. Santiago de Compostela

Jorge Mira, catedrático del departamento de Física Aplicada de la Universidad de Santiago de Compostela y miembro de aquella comisión, no ocultaba este lunes su frustración por la propuesta de Sánchez. “Es una aberración, es tratar de convertir a España en un país tropical –que no necesitan hacer un cambio de estación porque el sol sale prácticamente a la misma hora todo el año–, cuando no lo es, porque aquí mantener el reloj a piñón fijo fuerza a las personas a someterse a un desfase de tres horas entre verano e invierno”, ha declarado a La Vanguardia .

Y lo ha justificado con un ejemplo muy gráfico: “En Barcelona, el sol sale tres horas y pico antes en junio que en diciembre; si se mantiene el horario de invierno como proponen quienes abogan por suprimir el cambio estacional, en verano amanecerá entre las 5 y las 6 de la mañana (cuando la gente que está activa es muy poca) y a las 8.30, cuando el grueso de la población se ponga en marcha, estará ya acalorada porque el sol ya estará sobre el horizonte más alto que en cualquier momento de diciembre, y eso, con olas de calor cada vez más frecuentes, importa”.

Acompasar la actividad a la luz solar

Hace unos meses, Mira y su colega de la Universidad de Sevilla José María Martín Olalla han publicado un estudio sobre la mejor hora para arrancar el día considerando la variación en la salida del sol. De él se desprendía que los problemas que se atribuyen al actual sistema de cambio horario se han exagerado porque, aunque incordie, resulta necesario para acompasar la actividad con la luz ambiental en cada estación del año. 

Y recordaban que antes de que se implantase el cambio de hora oficial muchos negocios, industrias y organismos ya aplicaban un horario en verano y otro en invierno: en 1810, por ejemplo, las sesiones de las Cortes de Cádiz empezaban una hora antes de mayo a septiembre (a las 9) que de octubre a abril (a las 10).

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Pero hay otras muchas voces dentro del mundo académico que no lo ven así. Los integrantes de la Sociedad Española del Sueño han respaldado rápidamente la propuesta de Sánchez de acabar con el cambio de hora y han defendido que se mantenga de forma permanente el horario de invierno (el que se aplicará la madrugada del próximo domingo) porque “promueve un ritmo biológico más estable, algo que contribuye a mejorar el rendimiento intelectual y ayuda a disminuir la aparición de enfermedades como las cardiovasculares, la obesidad, el insomnio y la depresión”.

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Otras organizaciones como la Time Use Iniciative (TUI) y la Alianza Internacional para un Horario Natural (IANT) –que llevan años pidiendo que se corrija el desajuste entre el reloj social y el horario natural (y sobre cuyas propuestas ha trabajo el Parlamento Europeo para pedir a la Comisión Europea el fin del cambio de hora)–, apuestan por adoptar un horario fijo, pero lo más alineado posible con el horario solar porque, como defienden Mira y Martín Olalla, creen que ese es el “horario natural”. 

Plantean una solución en dos pasos. El primero, poner fin al cambio y que todos los países se queden con el horario de invierno. Con eso, el grueso de países ya tendría los relojes lo más alineados posible con la hora solar para el conjunto del año.

Pero quedarían 7 países (España, Grecia, Bélgica, Francia, Luxemburgo, Países Bajos e Islandia) que el próximo otoño deberían retrasar otra hora su reloj para ajustarse a la zona horaria solar más apropiada según su ubicación geográfica, como se muestra en el mapa que acompaña esta información.

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