Las heridas siguen abiertas un año después de la dana
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Antonio Medina observa des de el balcón de sus casa el efecto de la dana días después de la tragedia y un año después
Es difícil apuntar en una sola dirección cuando la devastación que la dana dejó en Valencia fue tan arrasadora. Pero, sin duda, la avería de miles de ascensores en edificios ha lastrado mucho el día a día de miles de personas. Esta semana, la Asociación de Empresas de Ascensores de la Comunitat Valenciana cifraba en unos 700 los que aún siguen sin reparar. Uno de ellos es el de la finca donde reside Llanos Sáez, vecina de Paiporta, quien explica que es probable que “en tres semanas más o menos” empiecen a reparar los dos de su edificio. Mientras, un tablón vertical impide el paso al foso del ascensor, complicándole un poco más el día a día a los vecinos de los pisos más altos.
También el garaje sigue sin acabar de repararse: cuenta que los operarios un día dejaron todo recogido y nunca más se supo, “debe ser que no había más dinero...”. Que se pongan de acuerdo vecinas y vecinas, que también tienen afectadas sus casas, o sus negocios, como es el caso de Llanos, no está siendo fácil. Lo explica Emilio Carbonell, presidente de la patronal de ascensores, que clasificó en muy grave, grave o leve los diferentes elevadores por reparar. “Pensábamos que a estas alturas nos iban a quedar los muy graves, pero por algún motivo no se han solucionado los leves”, asegura. De los cerca de 700 ascensores pendientes de reparación –de un total de 7.500 que se echaron a perder–, un 40%, es decir, más de 300, tienen bloqueada o paralizada su ejecución. También ha habido problemas de falta de mano de obra –el gobierno valenciano organizó 206 cursos exprés gratuitos para formar personal en oficios vinculados a la reconstrucción–, y rapidez en la reparación, pues asegura Carbonell que “hay que hacer piezas a medida para ascensores de un tamaño concreto. Es como cuando te compras un coche, que estás en cola”.
Guerra de cifras entre Consell y Gobierno por las ayudas concedidas a los afectados
Los ascensores fueron el foco de la preocupación del gobierno valenciano durante mucho tiempo. Tanto, que el vicepresidente segundo para la reconstrucción económica y social, el teniente retirado Francisco José Gan Pampols, llegó a decir en marzo que “nos gustaría tener una solución para esto, pero no la tenemos”. En este paisaje problemático, que el Comité Español de Representantes con Discapacidad en la Comunidad Valenciana siguió muy de cerca, hubo un total de 311 edificios en los que vivían personas con movilidad reducida, 70 de ellos en Paiporta. En este municipio de la zona cero de la barrancà , como sus vecinos se refieren al desbordamiento del Poyo, el Consorcio de Compensación de Seguros ha gestionado allí 23.525 siniestros, seguidos de los de Catarroja, 22.104 siniestros, y Aldaia, con 17.467.
En todos los municipios se ha ido levantando la cabeza, como se aprecia en las imágenes de Paiporta, Algemesí o Chiva un año después de la dana, aunque muchas empresas no se hayan atrevido a embarcarse de nuevo en la aventura de emprender. Según la Cámara de Comercio de Valencia, hay un centenar de empresas industriales que han cerrado este año por los efectos de la dana. Además, la Federación de Polígonos Empresariales de la Comunitat Valenciana apunta que, a pesar de los esfuerzos ya hechos, hay mucho alumbrado afectado –el suministro eléctrico es “especialmente preocupante” en Catarroja, donde se registran cortes diarios, dicen– y sigue habiendo aceras sin reparar, al igual que la señalética, afectada por la riada.
Los agricultores cifran en un 40% el porcentaje de explotaciones agrarias por reparar
También el informe de Cámara Valencia alerta que el 30% de los comercios no sube la persiana. A los pequeños les ha sido más difícil reabrir, pues como ha cifrado CaixaBank Research en un reciente informe, la facturación de los establecimientos de la zona dana permaneció en cotas negativas durante más de seis meses y no se igualó al ritmo observado en el resto del país hasta ocho meses después. Añaden que las pequeñas empresas sufrieron una caída del 98% en su facturación y, un año después, esta sigue más de un 10% por debajo en el mismo periodo del año pasado.
Los que han ido reabriendo han celebrado con clientes y amigos su vuelta a la normalidad, a pesar de las cicatrices, evidentes en las calles de Paiporta, con muchos bajos comerciales cerrados, o en las de Picanya, donde la reconstrucción de sus puentes –en el imaginario colectivo quedará el derrumbe de uno de ellos aquella fatídica tarde– turba el tráfico diariamente. Ese polvo marrón aún tizna sus calles y las obras predominan en muchas avenidas. Incluso condiciona la vida de los escolares, pues 115 centros educativos quedaron afectados por el agua y hay aún más de 3.000 estudiantes de ocho centros que pasan este curso –y es fácil que los siguientes– en aulas provisionales mientras se construyen los nuevos centros. Esta situación que condicionó el inicio de curso en municipios como Alfafar, donde el Ayuntamiento, del PP, acabó recomendando que “por sentido común”, y en contra del criterio de la Conselleria de Educación, se retrasara el arranque de las clases unos días porque a los barracones aún les faltaban detalles por pulir.
Ocho centros educativos, con más de 3.000 alumnos, se reconstruyen de cero este curso
También en la huerta que rodea València sigue percibiéndose el paso del agua. La Asociación Valenciana de Agricultores estima que aún queda más del 40% de las explotaciones, empresas e infraestructuras agrarias por recuperar su estado previo al temporal. Asumen que la reconstrucción “es lenta” en las áreas rurales más gravemente afectadas y que la tardanza en recibir las compensaciones las está retrasando.
En la gestión de la reconstrucción también ha entrado la política y sus relatos. Los municipios recibieron financiación del Gobierno en lo que este define como “un esfuerzo financiero histórico”, al tiempo que afeaba la reconstrucción asumida por el Consell de Mazón. Mientras el ejecutivo autonómico asegura que el Gobierno “infla las cifras de ayudas recibidas” por los colectivos afectados por la dana.
Un centenar de empresas industriales han cerrado y el 30% de los comercios no han reabierto
Mientras tanto, el Ejecutivo central transfirió 1.745 millones a los consistorios para reparar sus infraestructuras municipales y solo hace unos días destinó otros 435 a los operadores hídricos para la reparación de hasta 80 sistemas de infraestructuras que condicionan, fundamentalmente, el funcionamiento del alcantarillado. En total, afirma que ha abonado en ayudas o subvenciones 6.611 millones de euros, financiado o avalado 756.490.004 euros y ejecutado en actuaciones directas 538.815.443 euros; con un balance de ejecución de casi del 48% sobre su montante inicial de 16.600 millones de euros movilizados.
No observa igual estas cifras la Generalitat Valenciana, que asegura que ha movilizado, comprometido o gestionado partidas por más de 2.500 millones de euros entre contratos de emergencia, ayudas directas y otras actuaciones. En su balance exponen que solo en ayudas directas se han destinado casi 1.500 millones de euros a familias y empresas, de los que se ha pagado ya el 60%, lo que supone un volumen absoluto de 894 millones de euros. O el 100% de la ampliación de ayudas de primera necesidad, por pérdida de vehículo, a autónomos sin empleados y a trabajadores afectados por ERTE, que recuerda “se abonaron en tres semanas y sin trámites ni burocracia”.
Asimismo, su plan de recuperación, titulado Endavant , es ambicioso: prevé una inversión de 29.000 millones de euros, pero exige de la colaboración de las otras administraciones públicas, una fraternidad política que a día de hoy se antoja casi una quimera. Casi como otra de las cicatrices que deja la dana.