Hace pocos días, una paciente me inquirió: ‘doctor, he leído que los médicos a menudo no siguen los consejos que dan a sus pacientes. ¿Este año usted se vacunará de la gripe y la covid?’. Me quedé azorado. ‘Claro, ya lo he hecho’, le dije. Acto seguido, me repreguntó: ‘Y por qué lo ha hecho usted ?’
Me he vacunado por muchos motivos. El primero, para protegerme. Porque siempre he creído en la ciencia, que nos ha hecho evolucionar como especie. La irrupción de las vacunas -junto con la potabilización del agua, el alcantarillado y la alimentación- cambiaron el mundo al siglo XX. Constituyen las aportaciones que más han contribuido al aumento de la esperanza de vida y que nos permitieron salir de la miseria.
No quiero resignarme a pensar que la desidia en el conocimiento y comprensión de nuestra historia nos condene a tener que repetirla. Sociedades acomodadas que menosprecian recursos que países pobres anhelan poder tener. Enfermedades casi desaparecidas que retornan amenazadoramente gracias a la influencia de líderes políticos insanos, opinadores inmorales y redes tóxicas que difunden mentiras y teorías pseudocientíficas sin ningún fundamento. ¿Olvidaremos cuál era la mortalidad infantil en Europa hace un siglo?
He vacunado a los míos siempre y de todo aquello que la mejor evidencia nos ha ofrecido. Y ahora me he vacunado porque, además, soy médico, y eso me obliga a actuar con responsabilidad hacia mi salud y la de mis pacientes, sobre todo de los más vulnerables. Me he vacunado por coherencia y para ser activamente ejemplarizante.
Me he vacunado por coherencia y para ser activamente ejemplarizante
Me he vacunado por solidaridad porque vacunarse es también un bien colectivo que beneficia tanto los que se vacunan como a los que no pueden o no quieren hacerlo. Y lo seguiré haciendo, a pesar de mi hipocondría y haber tenido este año una reacción postvacunal leve. Pocas decisiones vitales cuentan con tantos argumentos a su favor. Me he vacunado porque defiendo un sistema de salud que tenga en cuenta a todo el mundo y sea protector, sobre todo de los más débiles y los ayude a tener el máximo de horizonte vital.
En un mundo planetario, la salud también es global y una pequeña acción sumada por muchos se convierte en un beneficio colectivo. Y ahora más que nunca los profesionales sanitarios, singularmente los médicos, tendríamos que ser los más abanderados. Nos jugamos también la auctoritas .