A las 6.35 horas del sábado ya se acumulaban una veintena de latas de cerveza vacías en la barra de la churrería Grama-Potosí, junto al puente de Can Peixauet, en Santa Coloma de Gramenet. En ese momento en que los últimos noctámbulos se cruzan con los primeros madrugadores la frase de que no se le pueden poner puertas al campo parecía una verdad inmutable. El cercano parque fluvial del Besòs era entonces un coladero.
De nada servía que el Govern hubiera declarado la noche anterior el “cierre inmediato” del parque, entre otras prohibiciones, como la de acceder “a espacios naturales, zonas boscosas, prados, campos de cultivo, rieras y caminos situados fuera de los núcleos urbanos”. Los insumisos madrugadores no podían alegar ignorancia porque numerosos letreros luminosos recordaban que el parque estaría cerrado “hasta nuevo aviso”.
Illa ha ordenado investigar el origen de la peste porcina
Si no hay prórrogas, hasta el día 14 se mantendrá el veto al parque fluvial y al Collserola (el primero en recibir la orden, el 29 de noviembre) y los de las Serraladas del Litoral y la Marina, Sant Llorenç del Munt i l'Obac o Sant Miquel del Fai. Estos parajes, sin embargo, no tienen la presión de las riberas del Besòs, donde príncipes valientes como el escritor Javier Pérez Andújar y su amigo Ruiz de Hita enterraban libros de niños.
Con una longitud de nueve kilómetros en continúa ampliación, un carril bici de cinco kilómetros y 115 hectáreas que pronto se incrementarán, este pulmón para barrios especialmente necesitados depende de los consistorios de Sant Adrià de Besòs, Santa Coloma de Gramenet, Montcada i Reixac y del Ayuntamiento y la Diputación de Barcelona. El hormigueo constante de las 6.35 horas no hacía presagiar nada bueno...
El parque se fue vaciando de invasores a lo largo del día
El parque estaba doblemente cerrado: por la orden del Govern y porque, además, en condiciones normales no se abre hasta las 8 h. Ciclistas, patinadores, corredores y ciudadanos que paseaban a sus perros hicieron caso omiso no solo de las vallas y los letreros luminosos que jalonan todas las entradas y que impedían el acceso, sino de los carteles de “zona de riesgo de peste porcina africana” y las cintas policiales con el “no pasar”.
A pesar de tan mal comienzo, las autoridades han elogiado el comportamiento “ejemplar” de la población. Sigamos con el caso del parque fluvial del Besòs. Aunque tuvo invasores todo el día, a medida que pasaban las horas la afluencia no tenía nada que ver con la de una jornada normal. Casi un páramo. La aparición fugaz de coches patrulla y la antigua policía de balcón de la covid (ahora policía de barandillas) obraron el milagro.
Ni aquí ni en los 79 puntos de control se ha sancionado a nadie. Los Mossos únicamente multarán a los más recalcitrantes y no han explicado a cuántas personas han apercibido o informado. El puente de la Constitución y la Concepción no será tan grande como otras veces porque la primera celebración ha caído en sábado y la segunda en lunes, pero quienes controlan esos 79 puntos tienen marcadas estas fechas en rojo.
A las diez y media de la mañana, José Manuel Martín Castaño ya había depositado unas flores en el nicho de su madre y regresaba en coche a su establecimiento, la floristería Riera, una de las paradas obligatorias para muchísimos visitantes del cementerio de Collserola, la mayor necrópolis de Catalunya (88.000 sepulturas y una superficie de 1.700.000 metros cuadrados, también en constante ampliación).
Cuando saltaron las alarmas, el 29 de noviembre, explica José Manuel, la policía local de Montcada i Reixac puso unas vallas delante de su floristería, en la carretera de acceso, para impedir que se pudiera ir al recinto. “Poco después, las retiraron y las recolocaron más adelante, junto a una bifurcación. Finalmente, las retiraron del todo, aunque allí se han quedado, junto a la cuneta. ¿Cómo prohibir la entrada al cementerio?”.
El cementerio de Collserola, este sábado
Los autobuses 102 y 104 siguen con sus recorridos y comparten con muchos ciclistas la carretera, que cruza la montaña y está expedita. Solo se impide al acceso a los desvíos de Can Cuiàs, Can Catà, Can Fermí o Sant Iscle de les Feixes. Ninguna indicación de las ruedas de las bicis o de los vehículos a motor deban desinfectarse. Los vecinos de las casas que hay en el parque tampoco han recibido indicaciones.
Un helicóptero de Agents Rurals sobrevoló la montaña, pero ni rastro de los siete vehículos de la Unidad Militar de Emergencias que recorrieron esta zona hace unos días. Trabajadores del cementerio les explicaron que están habituados a ver jabalíes. Los lugares donde han hozado en busca de alimento son visibles en todo el recinto, a veces al pie de los nichos. Pero ya no se les ve. Los jabalíes, como ciertos insumisos, son madrugadores.
