El caso del donante danés cuyo semen fue usado en 67 clínicas de 14 países y que ha dado lugar a, al menos, 197 niños nacidos vivos (10 en España) pone al descubierto las lagunas del sistema de donación de esperma como consecuencia de la falta de una regulación común en toda Europa.
Sin un registro europeo unificado de donantes, es fácil que una persona pueda dar semen en varios países o en diversas clínicas sin que nadie lo detecte, lo que dificulta tanto el control del número de descendientes como la trazabilidad del material reproductivo.
De hecho, en este caso se excedieron de largo los límites legales de nacimientos de un mismo progenitor que fijan Bélgica o España, y el uso del esperma no se bloqueó hasta que no se confirmó la presencia de una mutación genética cancerígena en varios hijos.
La regulación española
“En España tenemos un registro único, nacional, donde cada donante se identifica con un número y eso evita que pueda donar en más de una clínica y permite controlar que su semen no se utiliza para más de seis niños nacidos vivos; si eso, en lugar de un sistema nacional fuese de ámbito europeo, se habría evitado un escándalo como el que nos ocupa”, afirma Luis Miguel Malca, andrólogo y director del banco de semen de la Fundació Puigvert.
Y agrega que la existencia de un registro único de donantes de esperma interconectado para toda Europa también habría funcionado como cortafuegos para la propagación de la mutación genética cancerígena de la que era portador el donante danés. “El problema es la cantidad de hijos, porque con seis la diseminación genética y la probabilidad de que esos descendientes desarrollaran cáncer sería mucho menor”, enfatiza.
Si se hubiese aplicado el límite de 6 descendientes, la propagación de la enfermedad no se les habría ido de las manos
También Rocío Ribera, directora del laboratorio de andrología de la clínica IVI Valencia, focaliza el escándalo del caso danés en los 197 descendientes. “La enfermedad que ha transmitido ese donante es muy difícil de detectar porque es un mosaicismo germinal, es decir, que unos espermatozoides la tienen y otros no, y eso no se analiza en los donantes de forma rutinaria; pero si hubiesen aplicado el límite de seis descendientes, la propagación no se les habría ido de las manos”, dice.
Tanto Malca como Ribera enfatizan que los donantes son sometidos a diversos filtros de salud física, mental y de cribado genético antes de aceptar su esperma, lo que en teoría los hace más “seguros” para la salud de la descendencia que cualquier pareja masculina convencional. “Los filtros que aplicamos son rigurosos y excluyentes, por eso en la mayoría de bancos sólo se aceptan como donantes entre el 10% y el 15% de los candidatos que llegan”, dice Malca.
Los filtros son rigurosos y la mayoría de bancos sólo acepta como donantes al 10%-15% de los candidatos
El primer filtro es una historia clínica exhaustiva del candidato y de su árbol genealógico para saber qué enfermedades tienen o han tenido sus abuelos, padres, primos, tíos o hermanos, que se complementa con una evaluación psicológica para descartar problemas temperamentales. A eso suman análisis de sangre y de orina para descartar enfermedades infecciosas, un análisis de calidad del semen, y un cariotipo por si hay cambios inusuales en los cromosomas.
Por último se realizan cribados genéticos de como mínimo las seis enfermedades recesivas que la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) considera más prevalentes, como la fibrosis quística o la talasemia. No obstante, la mayoría de clínicas amplía esos cribados. Las hay que analizan entre 200 y 300 genes en busca de otras enfermedades recesivas y otras que analizan un gen completo para conocer todas las mutaciones que presenta.
Aún así, “es imposible abarcar todo; no se pueden analizar todas las enfermedades genéticas y menos las que son multifactoriales, las que no dependen de un único gen ni solo de la genética; el riesgo cero y la garantía de tener el 100% de recién nacidos sanos no existe, porque además los genes también mutan”, coinciden Ribera y Malca.

