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De empresario de la noche y una vida de adicciones, a dejarlo todo por la fe: “He bailado con el diablo; pero a los 61 me siento dichoso”

’Después de los 60’

Pablo R. era modelo y empezó a montar discotecas como empresario, pero se dio cuenta que esa vida de excesos no le llenaba. Hace una década tuvo una experiencia mística con la fe y lo dejó todo para dedicarse a su espiritualidad. “Le pedí ayuda a Dios”, dice a sus 61

Esta no es la imagen real de Pablo R., ya que quiere mantenerse en el anonimato. 

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Pablo R. pasó la mayor parte de su vida viviendo la noche, dejándose llevar por las fiestas, la farándula y los excesos. De muy joven empezó a trabajar como modelo profesional y a los 18 ya era empresario en el sector nocturno, montando discotecas y ganando dinero. “Me enamoré de la música, del ambiente, y lo veía como un negocio bonito que me permitía tener mucho tiempo libre para viajar y ganar dinero; y caí en un mundo muy superficial sin darme cuenta”, explica. 

Todo empezó a cambiar cuando se dio cuenta de que ese universo no le llenaba. Tras formar una familia, vivir la crisis económica, divorciarse y pasar una depresión, encontró la respuesta en la fe y la conversión espiritual.

Lo veía como un negocio bonito que me permitía ganar dinero y caí en un mundo muy superficial

Pablo R.
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Este barcelonés nació en 1963, y recuerda que en su adolescencia vivió una época de mucha libertad. Habían salido de la época gris del franquismo y la represión, y esa generación sentía que podía probar de hacerlo todo. Él empezó a trabajar como modelo en ese momento. “Me metí en un mundo muy superficial, de mucha vanidad, y estaba en un momento muy dulce; era atractivo y tenía éxito con las mujeres, pero la noche es peligrosa”, recuerda, “yo he bailado con el diablo”. En ese sentido, Pablo confiesa que cayó en la adicción al sexo y que los excesos se apoderaron de su vida sin verlo venir. “El sexo pasó de ser una opción a ser una necesidad”, dice.

Siguió su vida haciendo negocio entre discotecas. Los negocios le iban bien y ganaba dinero. Pero empezó a tocar fondo, tenía carencias y sentía que iba perdiendo los valores. En esa época conoció a la que se convertiría en su pareja durante 18 años y madre de sus hijos, y ahí se planteó dejar el mundo de la noche. “Era un lastre y era incompatible con un proyecto familiar”, explica.

El sexo pasó de ser una opción a ser una necesidad

Pablo R.

Se metió en el sector inmobiliario, pero el momento coincidió con la crisis económica y no prosperó. Aún así, no quiso volver a su vida anterior, pese a darse cuenta que tampoco estaba preparado para tener una estabilidad emocional, y acabó divorciándose. “Te das cuenta de la vida que has tenido y quieres cambiar todo eso, pero no es fácil, porque estás vinculado a un tipo de vida; además, las adicciones no habían desaparecido”.

En ese momento, ya en la cincuentena, que Pablo tocó fondo, sintiendo que había perdido a su familia y encontrándose en una situación económica complicada. Entró en una depresión muy fuerte porque sentía que su ida era un fracaso, y hasta tuvo tentativas de suicidio. Y fue justo ahí cuando algo hizo clic y le hizo conectar con su propia espiritualidad. “Le pedí ayuda a Dios”, dice.

Le pedí ayuda a Dios

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Pablo cuenta que siempre había sido creyente, aunque no practicante, pero que en esos momentos experimentó una especie de llamamiento que le empujó a pedir ayuda espiritual. “Empecé a tener una fuerza interior que me llevaba a ver las cosas de otra manera, no sé de dónde me venía, pero empecé a sentir las cosas de forma distinta y a tener un crecimiento espiritual”, resume.

También sintió que necesitaba cambiar de lugar, y estuvo tres años y medio viviendo en Cuba. “Fue como un retiro, me fortalecí y empecé a entender las cosas desde el amor divino, y puedes estar solo y no tener nada, estar arruinado, y no importa porque sabes quién eres y a dónde vas”, explica, aunque reconoce que es una sensación muy difícil de explicar para aquellos que no la han sentido en sus carnes. 

Fue como un retiro, me fortalecí y empecé a entender las cosas desde el amor divino

Pablo R.

Ahora, con 61 años, va a misa a diario y está en grupos de adoración, pero insiste en explicar que eso son solamente acciones y que la conexión religiosa va mucho más allá. “Te lleva al conocimiento de que Dios está constantemente presente en nosotros en forma de amor, él no puede entrar si no le abrimos la puerta”, explica, y afirma que todo ello le ha ayudado a estar plenamente realizado espiritualmente, a sentirse fuerte.

Como explica Pablo, está comprometido con su proceso, una conversión espiritual que para él ha sido su salvación. No tiene relación con casi nadie de su pasado y aborrece las discotecas o el mundo de la noche, que considera plagado de superficialidad. “Lo que me gustaba, ya no me gusta, y lo que me atraía, ya no me atrae; estoy sin trabajo, no tengo un duro, no tengo nada y estoy solo como la una, pero me siento dichoso”, matiza.

Estoy sin trabajo, no tengo un duro, no tengo nada y estoy solo como la una, pero me siento dichoso

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Pablo explica cómo se siente, su experiencia mística, sabiendo que es difícil que lo que siente se entienda bien, porque no todo el mundo es creyente. “No hay palabras para expresar algunas cosas”, dice, y si intenta explicarse es para intentar ayudar a otras personas que quizás puedan sentirse perdidas y no sepan cómo salir adelante. “Quiero transmitir que hay vida después de la vida y que somos seres espirituales, que no hay que preocuparse tanto por lo material ni estar tan apegados por los problemas del día; es una pena que la gente esté perdiendo la vida por culpa de los miedos, de los apegos y de las cosas materiales, que es lo que menos importancia tiene”. 

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