“Me dieron opiniones de todo tipo, algunos me dijeron que me había puesto 10 años encima, otros que me queda genial. Yo me veo muy bien, mis 57 años los llevo bien, y esta soy yo, con el pelo prácticamente blanco. Me he liberado de estar pendiente siempre de mi pelo, estoy muy contenta con este paso. Estoy feliz de dejarlo como lo tengo”, dice Mari Escuder. Ella tiene 57 años, vive en un pueblo de Castelló y hace dos años decidió que era hora de recuperar su color natural de cabello.
“Mi familia me animó a dejarme el pelo blanco porque me oían constantemente quejarme, tenía que ir a la peluquería cada tres semanas para verme bien. Mi hija y mi marido me plantearon por qué no me atrevía. Este apoyo del entorno fue importante para mí”, añade. Como ella, cada vez más mujeres —aunque todavía una enorme minoría— deciden dejarse el color de su pelo natural, con canas, grises y blancos. En los hombres estamos acostumbrados a ello, en la imagen femenina esta tendencia es una evolución hacia la aceptación del cuerpo, a cualquier edad.
Algunos me dijeron que me había puesto 10 años encima, otros que me queda genial. Yo me veo muy bien
Una opción minoritaria
“Es una mínima parte de la población, todavía, la que se deja el cabello blanco o con canas, quizá un 1 o un 2% de nuestros clientes. Aunque ahora quien lo lleva se ha convertido en alguien especial, diferente, divertido”, afirma Carme Molas, presidenta de la Federación Catalana de Peluqueros, Esteticistas y Barberos. Molas explica que durante la pandemia muchas personas dejaron de teñirse por necesidad, y después del confinamiento siguieron sin hacerlo porque descubrieron su cabello natural. “Antes no se habían atrevido”.
El 53% de las mujeres españolas considera una seña de identidad y estilo dejarse las canas, según datos de una encuesta de la marca de productos capilares Pantene, realizada en 2019. El porcentaje de las que se planteaban no teñirse era menor, pero alcanzaba el 21%. Si son pocas las que se atreven es porque no resulta fácil dar el paso, en una sociedad en la que la mujer con pelo blanco es percibida como una mujer mayor o menos capaz.
La seguridad y el empoderamiento llegan por el hecho de autoafirmarse. “Esta liberación tiene que ver efectivamente, en primer lugar, con dejar la pesadez de teñirse, pero en segundo lugar va más allá: es una liberación sobre la propia imagen y sobre la que los demás perciben sobre ti. Es el hecho de decir ‘ya tengo suficiente de dar la imagen que se espera de mí, de estar siempre perfecta y en plena juventud’”, apunta Teresa Moratalla, psicóloga clínica y miembro de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de la Psicología de Catalunya.
Para Itsasne Gaubeca, socióloga especialista en género y fundadora de la asociación Gogara, esta tendencia creciente tiene que ver con el auge del feminismo y con la liberación. “Cuando llegamos a cierta edad, las mujeres nos acercamos a nuestros deseos y a lo que necesitamos con mucha más autenticidad. La pregunta es, ¿por qué son feas las canas? Tiene que ver con la connotación social de la belleza en la feminidad. Las canas han sido sinónimo de hacerse mayor y no ser útil. Creo que a las mujeres siempre se nos ha criticado, hagamos lo que hagamos. Lo importante es que cada una haga lo que le haga sentir bien, sea lo que sea. Si quieres teñirlo, hazlo, pero hazlo porque quieres, no por la presión social”, añade Gaubeca.
Es una liberación sobre la propia imagen, es el hecho de decir ‘ya tengo suficiente de dar la imagen que se espera de mí'
Es el mismo discurso de especialistas como la psicóloga e investigadora Anna Freixas, que en su libro Yo vieja reivindica la naturalidad de los cuerpos, los cabellos, los estilos. “Luce con orgullo los signos de la edad: andares, arrugas, canas… Atrévete con las canas si te ronda el deseo. Verás como tu pelo se suaviza y tus facciones se dulcifican. Canas al viento”, recomendaba en su libro.
Consejos en la línea de la opinión de Marta Pontnou, asesora de imagen, que apuntaba a Longevity: “Había la falsa creencia que las mujeres debíamos cortarnos el pelo a partir de una edad, que no podíamos llevar las canas al aire y que los hombres mejor camuflaban su calvicie… Pero hoy en día hay infinidad de estilos y la libertad para lucir los peinados tengas 60, 70 u 80 años”.
Las canas han sido sinónimo de hacerse mayor y no ser útil. Creo que a las mujeres siempre se nos ha criticado, hagamos lo que hagamos
No siempre es fácil, ni tenemos el glamour de Andie MacDowell
A esa libertad han contribuido actrices, modelos, influencers… Jane Fonda ha lucido hace unos días su belleza y glamour en el Festival de Cannes con cabellos ondulados grises, una melena envidiable. “Estoy tan feliz de haberme dejado las canas. Ya basta de tanto tiempo perdido, tanto dinero gastado, tantos químicos; ya no quiero más”, decía en una entrevista con Ellen DeGeneres. La lista de famosas con canas o pelo blanco es cada vez más larga: Andie MacDowell, Helen Mirren, Emma Thompson, Carolina de Mónaco, Meryl Streep, Ángela Molina, Rosa Tous, la reina Letizia…
Esas imágenes de glamour gris vienen a la cabeza de cualquier mujer harta del tinte, pero hay que ser realistas. “Tus referentes son actrices o famosas, a las que ves con tantísimo estilo, y piensas “yo quiero eso”… Pero realmente eso es difícil de conseguir, si es que lo logras. Tienes que encontrar tu look. No siempre es fácil llegar a la imagen que te imaginas”, reflexiona Mari Escuder.
Para hacer la transición, el proceso dependerá de cada persona, de la cantidad de canas que tenga, de las características del cabello, de la acumulación de pigmentos que ya haya tenido…
Ella llevaba un tinte oscuro desde hacía décadas, y reconoce que el paso hacia su gris natural no fue fácil. “Fui a la peluquería, dije que quería dejarme el pelo blanco, y tuve que hacer un proceso, cortarlo corto, decolorarlo hacia rubio, con matices. En ese proceso en algún momento pensé que eso tampoco me gustaba, que me estaba equivocando. Pero a base de tiempo, de ir cortándolo, fui decolorándolo, y al cabo de un año ya tenía mi color, gris tirando a blanco. Mi peluquera me hizo unos matices. Ahora voy cada dos meses a cortarlo, y dos veces al año, me hace una especie de mechas, queda muy natural”.
No siempre es mejor, por supuesto, optar por el blanco o las canas. “Va a depender del orden de prioridades de la persona”, apuntaba a Guayana Guardian el archiconocido peluquero Víctor del Valle, famoso por transformar a sus clientas de cualquier edad y con cualquier tipo de pelo. “Para hacer la transición, el proceso dependerá de cada persona, de la cantidad de canas que tenga, de las características del cabello, de la acumulación de pigmentos que ya haya tenido…”, apunta el especialista. Aunque reconoce que “la opción más sencilla es cortarlo corto y dejar que las canas se luzcan con un corte potente y que favorezca”.
A cualquier edad se puede lucir una cabellera blanca o una cabeza rapada.
Asumir que envejeces no es sencillo, es un proceso individual de aceptación
No es fácil dar el paso porque “implica liberarse de la imagen que los otros esperan de ti, pero también de la que tú esperas de ti misma; es verte a ti misma con otra edad, de otra forma. Asumir que envejeces no es sencillo, es un proceso individual de aceptación, de aceptar el paso del tiempo. Con la edad pierdes cosas, entre ellas la imagen de persona joven”, dice Moratalla. “Nadie, por mayor que sea, tiene una imagen diferente de sí mismo que cuando era joven, la persona siente que es la misma, aunque su cuerpo no vaya de acuerdo con esto. Y el pelo blanco se asocia claramente con hacerse mayor, aunque a personas jóvenes les pase”, concluye la psicóloga.





