Si alguien ha arrasado en la XX edición del Festivalito La Palma, celebrada del 6 a 13 de junio, ha sido Antonia San Juan. Además de presentar una retrospectiva de sus cortometrajes, la actriz, directora y guionista ha recibido la Estrella Polar. Galardón-homenaje porque, según explica José Víctor Fuentes, director del certamen, “es un ejemplo de libertad, y de autonomía financiera al producir. Hace un cine a bocajarro, sin filtros. La esencia del Festivalito”.
La protagonista de Todo sobre mi madre, El Hoyo y La que se avecina, dio una charla muy aplaudida en la que destacó la importancia del lenguaje inclusivo y la independencia económica de la mujer. También participó en varios cortometrajes en La Palma Se Rueda, iniciativa que promueve que cientos de cineastas rueden en la isla bonita. “Yo realicé un corto aquí en 2003 y surgió una amistad”, cuenta Antonia San Juan, y recalca que “siempre apoyo la cultura”. Por eso, asegura, concede esta entrevista aunque “si te digo la verdad, no me gustan nada. Me prodigo lo menos que puedo”.
¿Cómo recuerda su infancia?
No tengo un recuerdo concreto. Lo único que recuerdo es a mi abuela y la playa, en Gran Canaria.
¿Cuándo empezó a notar el deseo de querer ser actriz?
Yo creo que de siempre lo he sentido. La necesidad de actuar era algo que llevaba conmigo de fábrica. No se si era una necesidad de comunicarme. La verdad es que no tengo ni idea, pero iba conmigo en el kit.
Si tuviera que hacer un repaso de tu carrera, ¿cuáles recuerda como los grandes momentos?
Creo que todos los papeles que he elegido han sido importantes para mí, incluso los que menos me han gustado. De todos los personajes que he hecho no podría elegir uno, porque a todos les tengo mucho cariño. Si no, no los hubiera hecho.
Todos los papeles que he elegido han sido importantes para mí, incluso los que menos me han gustado
¿Hay algún director que la haya marcado emocional o artísticamente?
Yo creo que todos. Trabajar con Basilio Martín Patino, Almodóvar, Galder Gaztelu-Urrutia, Guillermo Polo o con los hermanos Caballero en La que se avecina, todos han sido momentos importantes.
¿Cómo decide en qué proyecto trabajar?
Lo primero que hago es leer el guion, y si me pagan bien, lo hago. No sé de antemano los ingredientes que tienen que tener para que me guste, pero lo noto en el momento. Y desde luego es importante que el trabajo esté bien pagado. Para una mujer es importante la independencia económica. Eso siempre lo he tenido muy claro.
A finales de los 90 hacía monólogos en salas madrileñas y siempre estaban abarrotados. Así la descubrimos mucha gente… ¿Cómo fue aquella etapa?
Aquello fue un escalón para empezar y ahí sigo. Escribo mis historias y parece que siguen interesando a la gente. Se crea cierta conexión. Cualquiera que se sube solo a un escenario conecta con el público, o no. Pero desde luego es algo que me ha enganchado siempre. Lo digo mucho, el teatro es mi marido.
Ha dirigido ya nueve cortometrajes y en el encuentro con el público en el Festivalito La Palma ha quedado claro que su trabajo como cineasta genera fascinación. ¿Cómo se ve como directora?
Escribir, actuar y dirigir, para mí, es como un todo. No es que me vea solo como actriz o solo como directora. Aparece una idea y la escribo, pero no hay un planteamiento preconcebido de lo que quiero contar. La desarrollo y la plasmo, sin seguir una estructura previa. Está todo conectado con los monólogos, con lo que leo, con lo que veo… con todo.
Una defensa férrea de la mujer, la importancia del lenguaje, los retrocesos que vivimos o la crítica al patriarcado son algunos de los temas que toca en sus filmes…
Los cortos hablan de temas que me interesan, pero también de historias que surgen espontáneamente. Y de la lectura. Tener un pensamiento libre y crítico y leer mucho es fundamental para crear y para poder analizar lo que ves.
Tener un pensamiento libre y crítico y leer mucho es fundamental para crear y para poder analizar lo que ves

Antonia San Juan, en el Festivalito La Palma.
¿Qué cine le gusta como espectadora?
Me gusta mucho el cine, pero no todo. A ver, no me gusta una película de acción o no me gustan las películas que no dicen nada. Me gusta un cine que me haga pensar.
¿Lee las noticias, está informada de lo que pasa?
Sí, pienso que tengo que estar al día. Me parece que estar informada, saber cómo está el mundo, es un deber moral.
¿Y qué le preocupa de lo que ve y escucha?
Ya nada, no me preocupa nada. Yo soy una espectadora del mundo. Todo me parece interesante, pero desde lejos. Soy consciente de que no voy a cambiar nada, ni puedo cambiar nada. No soy tan narcisista como para pensar que puedo cambiar algo. Sencillamente, observo y veo lo que ocurre. Luego me hago mi burbuja y vivo en ella. Nada más. Del resto, de lo que veo, sé que no puedo hacer nada.
¿Hubo un momento en que pensó que podía cambiar cosas?
No. Eso solo lo puede hacer un narcisista y nunca lo he sido.
¿Se ha conseguido mantener fiel a sí misma en una industria como la del cine?
No es una cuestión de fidelidad, es una cuestión de mantenerte. Pero no lo pienso desde la fidelidad a ti misma, lo pienso desde el trabajo. Siempre he pensado que lo importante era seguir trabajando, por la independencia que da el dinero. No la idea intelectualizada de tener que ser yo misma, sino de tener que mantenerme a mí misma. Por eso siempre he estado trabajando sin parar toda mi vida y exponiéndome.
¿Qué relación tiene con el público, siente su cariño?
La relación que tengo es la que se establece en el momento de la actuación. Pero hay de todo. Hay personas que me quieren y que yo no entiendo por qué me quieren. Y hay personas que no me quieren y tampoco entiendo por qué no me quieren. Debería de parecerse más a ir al médico, que no te dice qué tienes hasta no tenerlo claro. Primero te hace pruebas, una radiografía… Y solo entonces, cuando está seguro, te hace un diagnóstico. Pues con lo del cariño, con lo de juzgar a alguien, debería de ser igual. Yo puedo caerle bien o mal a la gente, pero realmente no saben quién soy en realidad, no conocen mis entresijos.
¿Cómo se definiría?
Decía Oscar Wilde que definirse es limitarse. Yo no me defino porque no me limito.
No soy tan narcisista como para pensar que puedo cambiar algo, observo y veo lo que ocurre, y luego me hago mi burbuja y vivo en ella
¿Le preocupa el envejecimiento?
No, me preocupa todo lo contrario. Me preocuparía morirme con 30 años. Pero envejecer, no. Envejecer es parte de la vida y yo quiero estar.
Acaba de cumplir 64 años. ¿Siente que se penaliza a las actrices por cumplir años?
No quiero reivindicar nada de eso, porque a mí me va muy bien. No me siento mayor, pero no tiene nada que ver con el cine, porque yo nunca he dependido de él. El cine conmigo ha sido a cuenta gotas. Además, yo nunca vendí juventud ni vendí belleza. Eso me ha librado de muchas cosas. Mi mundo es el teatro, y es otra cosa. Ahí soy yo la que escribe, la que cuenta. En el otro, soy espectadora, como el resto de la vida. Pero en el otro soy empresaria, autónoma, independiente… Es importante ser tu jefa.
¿Qué supone ser su propia jefa?
Ser tu jefa te da libertad.
¿Y puede ser duro el mundo laboral como autónoma?
Lo duro es esperar en tu casa que te llamen. Eso sí que es complicado. A ver, en la vida algún riesgo hay que correr. Y entre esperar a que te llamen o moverte tú por tu cuenta, yo siempre lo he tenido claro. No me gusta nada esperar.
¿Cómo se cuida físicamente?
Sigo una serie de hábitos como comer bien, hacer deporte todos los días, no fumar, y no drogarme. Nunca en mi vida he fumado ni me he drogado. Además, hago ayuno, siempre lo he hecho, y luego el resto del tiempo intento comer bien. Sin ser una talibana exagerada, pero bueno, intento cuidarme y llevar una vida tranquila y normal.
Sigo una serie de hábitos como comer bien, hacer deporte todos los días, no fumar, y no drogarme, y además hago ayuno
¿Qué deporte hace?
Pues, si puedo, hago deporte todos los días. A diario hago pesas. Pero cuando cuando ando de viaje, siempre hago algo también. Aunque esté en un hotel, busco tiempo para hacer flexiones, sentadillas, lo que pueda, para mantenerme. También salgo a caminar siempre que me es posible.
Emocionalmente, ¿cómo se cuida?
He estado 25 años en psicoanálisis, con lo cual mi salud mental es muy buena.
Se conoce usted muy bien entonces…
Casi. En realidad uno nunca se llega a conocer del todo. Siempre te sorprendes a ti misma, y aparte, una sorpresa de vez en cuando también viene bien.
¿Qué legado te gustaría dejar?
Me da igual. Una vez que esté muerta, me da igual. Si no me recuerdan, que me archiven. Me da lo mismo lo que pase luego, que hagan una sopa con mi culo si quieren. A mí lo que me importa es disfrutar del ahora.
Uno nunca se llega a conocer del todo, siempre te sorprendes a ti misma, y una sorpresa de vez en cuando viene bien
¿Recuerda la primera vez que sintió que la trataban como a una señora?
Bueno, es que a mí me gusta que me traten como una señora. Señoritas son las putas, las que se anuncian en las revistas. Una señora es la que trabaja y gana dinero. Así que yo no soy una señorita. Me resulta ridículo que una mujer pida que la llamen señorita porque siente que va a ser más joven. No te vas a ver más joven, tú la edad la tienes y eso hay que celebrarlo.
Hace poco entrevisté a Rosa María Calaf para esta sección y decía que le parecía incómodo que le dijeran ‘qué bien te conservas’.
Total. Si te dicen qué bien te conservas respecto a ti, todavía, pero respecto a esa idea que hay de la juventud, de que parezcas más joven, como de veinte años, es ridículo. Lo importante no es cómo te conservas, no somos sardinas, sino cómo te sientes. Eso es lo que hay que cuidar.
¿Cree que en la ficción actual hay espacio para las mujeres reales y de edad senior?
Me gustaría cuestionar eso de las mujeres reales. Es un término que se ha empezado a usar mucho y me hace pensar en por qué siempre nos están marcando a nosotras, como etiquetándonos. ¿Por qué se inventó eso? Nadie plantea hablar de hombres reales, pero sí de mujeres reales. Real eres tú, porque estás viva. Yo soy real, ella también [señala a otra mujer sentada en un banco enfrente]. Decir ‘mujer real ‘me parece que puede ser excluyente ante otras que no se cuidan, o envidioso hacia la que se cuida… Todas somos reales, todas. Ah, esto me está quedando polémico y no quería ser polémica.
Como entrevistada es difícil, pero sus reflexiones son muy interesantes…
¿Te parezco difícil? Ya te dije que no me gustan las entrevistas, aunque cuando me pongo a hablar de algo que me interesa se me olvida un poco…
¿Alguna vez le han pedido que se suavizara?
Alguna vez, pero soy como soy. Me interesa mucho mi trabajo y trato de hacerlo lo mejor posible, siempre.
¿Ha pensado en la jubilación?
No, esto me encanta y no estoy cansada de nada. Mi cabeza no tiene fecha de caducidad, por lo cual nadie me puede poner límites. Una mujer con discurso es una mujer con poder. Yo sigo interesada por todo, leo más que nunca… Entonces ahí no hay fecha de caducidad. Eso es para quien solo vende imagen. No es mi caso, ni lo ha sido nunca. La imagen acompaña mi discurso, pero solo lo acompaña, no lo protagoniza. Y mis palabras, mi mente, no tienen fecha de caducidad. Como dije en el Festivalito, planeo morirme a los 85, aún me queda energía de sobra.