Esta es la 52a entrega de ‘Después de los 60’, la sección de testimonios sénior donde recogemos experiencias vitales en esta etapa de la vida. Nos puedes hacer llegar tu historia a [email protected].
“Hay que aprender a 'despegarse' de lo anterior. Es la parte budista del proceso que enriquece”, dice Sofía Azcona a sus 60 años. Palabras sobre el desapego, uno de los conceptos centrales en el budismo y otras religiones. Esa idea magna que habla de desprenderse de lo anterior, por glorioso que fuese y sin pensar en las repercusiones que no tenerlo en el futuro pueda acarrear, para poder avanzar. Se entiende, desde ese prisma, como una forma de liberación, justo cuando el ejercicio de decir adiós a lo vivido para tomar las riendas de nuevos proyectos está a la orden del día. Muchas veces sin importar la edad, solo con la voluntad de continuar creciendo en el interior, por arriesgado que resulte. Bien lo sabe ella.
Sofía es diplomada en Marketing, con estudios superiores de máster en Logística, Calidad y Transformación Digital, su formación y empeño le sirvieron para posicionarse con solidez en el terreno laboral. Había logrado eso que tantos otros ansían: un puesto de poder. En su caso, como directora de múltiples áreas de una importante fundación. “¿Qué más podría pedir?”, se preguntarán de forma retórica algunos. Los mismos que quizás se sorprendan al saber que, con la sexta década cumplida, le sucedió algo que también está muy a la orden del día: quiso probar otras cosas tras 30 años inmersa en la misma rutina. “De manera voluntaria he decidido dejar mi vida cómoda”, nos cuenta sobre cómo pasó “de ser directiva brillante y premiada a ser boticaria de barrio, donde soy absolutamente feliz”.
“Al tener tantos años de experiencia y ser una empresa muy grande con equipos especializados, el reto era mínimo. Además, yo sentía que todo lo que podía hacer, lo hacía bien”, refiere sobre su día a día en el trabajo antes del gran cambio. No obstante, recalca que, para ella, sentir ilusión por lo que hace es siempre lo más importante. “Tengo algo genético, algo infantil, una curiosidad que me hace reinventarme y meterme en diferentes proyectos”, se explica, alegando también que para ella “esos logros, aunque sean pequeños o no cambien el mundo, son los que hacen que la autoestima se eleve”.
El punto de inflexión llegó cuando despidieron de forma inesperada a una compañera –y amiga–. Ahí lo vio claro: “Me di cuenta de que tenemos que estar preparados para cambiar de ciclo y que eso puede ser muy positivo”. Así, también con su otra licenciatura en mano, esta en Farmacia, tomó la decisión de emprender. Sin rendir demasiadas cuentas al ‘salto al vacío’ que pudiera suponer renunciar a la tranquilidad, y dispuesta a abrir su propio negocio en Leganés, aunque para conseguirlo haya tenido que pedir una hipoteca a 25 años. Así nació 'La farmacia de Sofía', pero el relato es más complejo que el de un simple cambio de rumbo profesional.
Tenemos que estar preparados para cambiar de ciclo y eso puede ser muy positivo
No solo porque regentar su propia empresa sea todo un reto, sino porque “debes renunciar a tu vida pasada; lo que ya has conseguido ya pasó, y de repente pasas a un modelo donde lo que hiciste no cuenta, esos logros aquí nadie los recuerda”. Es la parte emocional del viaje, que la propia Sofía reconoce que “ha sido la más bonita”. “Mi decisión ha sido mía, y con esto me he demostrado que si quieres hacer algo que es viable y no lo haces es porque en realidad no lo quieres con suficiente intensidad”, expresa sobre este proceso.

“Yo sentía que todo lo que podía hacer, lo hacía bien”, recuerda Sofía sobre su etapa laboral anterior.
En ese camino, muchos recuerdos volvieron. “Mi padre me aconsejó hacer la carrera de Farmacia, y me regaló los albarelos, metiéndome un gusanillo interesante”, rememora, para después señalar que “tras ejercer en la parte de distribución, calidad y comercial, la botica era la parte de esta profesión que me quedaba por ejercer”. La inquietud que explica el porqué de apostar por un establecimiento de estas características, en el que, después de décadas instalada en un entorno corporativo, ha descubierto “que todos tenemos las mismas miserias y las mismas alegrías, y que todos necesitamos hablar entre nosotros, desahogarnos”.
En cualquier caso, y por grande que sea su dicha ahora, está claro que la edad ha sido un factor que no ha pasado inadvertido. Al menos, de puertas para fuera, pues reconoce que “los que me rodeaban, excepto algunas amigas valientes, me insistían en que era mucho mejor mantener mi confort dejando pasar los días, que no merecía la pena complicarse”. Algo que ella no ve del mismo modo, porque “uno es joven hasta que deja de querer aprender, y en la botica aprendes mucho”. Además, por distinto que sea el escenario, destaca que “mi experiencia me da un bagaje muy interesante para tratar a los pacientes, equipo de colaboradores, proveedores, compañeras y al barrio en general”.
Historias séniors
‘Después de los 60’
En La Vanguardia queremos recoger tu historia sénior. ¿Has cambiado de vida a los 60 y tantos? ¿Has llevado a cabo un hito personal que te ha sacudido? ¿Has cambiado de pareja, de ciudad, de profesión o de manera de vivir? ¿Has llevado a cabo un viaje transformador o un reto personal? Nos puedes hacer llegar tu experiencia a [email protected].
Los que me rodeaban, excepto algunas amigas valientes, me insistían en que era mucho mejor mantener mi confort porque no merecía la pena complicarse
Una metamorfosis que, más allá de lo evidente, reconoce que le ha venido bien para bajar de la nube y recibir “una cura de humildad enorme, porque yo he sido una crack en montones de proyectos empresariales, entre premios y halagos, y ahora he vuelto a empezar”. De esas lecciones que se pueden aprender con independencia de los años que uno tenga, como bien le mostró a Azcona su padre “sacó el número 1 en una oposición cuando tenía 40 años y 7 hijos”. “Hay que dejar de lado la frase de ‘ya no tengo edad para…’ y demostrar que, con sentido común y cuidando la salud, se pueden afrontar proyectos muy interesantes”, es lo que ella saca en claro.

Azcona, junto a sus compañeros de 'La farmacia de Sofía'.
Ni siquiera hace falta poner sobre la mesa que quedarse en una vida ‘definida’ puede resultar muy cómodo, pero para ella soñar con alternativas no tiene por qué convertirse en un imposible. Ni en sueño frustrado. Sofía invita a que las personas de su misma edad sigan sus pasos si el cuerpo se lo pide, ya que “cuando las ganas de cambiar y de hacer son grandes y el proyecto lo tienes muy claro, el miedo no debe frenarte”. Eso sí, enfatiza que no hay que lanzarse a los retos sin cabeza. Siempre midiendo las fuerzas y considerando todos los escenarios posibles, además de partir de “una reflexión solitaria”. “Se deben pedir consejos, pero la última decisión debe ser personal y meditada para cuando llegue el momento de tirarse por el tobogán”, concluye. Ese desapego que empieza dentro.