“Ahora levanto pesas de 16 kilos, hago pilates y 12.000 pasos al día, estoy mejor que nunca con 60 años”: de la tristeza y la soledad tras jubilarse, a recuperar la felicidad a través del deporte

'Después de los 60'

Tras su prejubilación, Lourdes Ramos decidió dejar atrás la sensación de soledad y tristeza para reinventarse a través del deporte y el autocuidado, demostrando que cuidar de uno mismo es el primer paso para recuperar la alegría, la fuerza y la confianza a cualquier edad

Lourdes ha cambiado de vida  gracias al deporte

Lourdes ha cambiado de vida gracias al deporte.

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“Me defino como ‘60 viviendo y 30 cuidando’”, dice Lourdes Ramos, una mujer de 60 años que tras prejubilarse vivió una profunda metamorfosis. Su testimonio no es solo el de una transformación física, sino también el de una renovación emocional y personal, en la que el cuidado de sí misma y de su familia han alcanzado un equilibrio que antaño creyó imposible. Una de esas historias que refleja el complejo camino de la autoaceptación y el crecimiento, en la que han sido cada uno de sus pasos y esfuerzos los que la han ayudado a salir adelante, a ver el mundo de otra forma.

Cuando dejó su trabajo, una mezcla de emociones la invadió. “Soledad absoluta. ¿Qué iba a hacer?”, recuerda. Todo porque parar en seco suponía también el final abrupto de una etapa llena de actividad y responsabilidades más allá de lo profesional. “Mi hija se independizó y me quedé sola con mi marido que es más joven que yo y mi hijo con discapacidad intelectual que tiene 30 años”, expone, además de manifestar que se sentía “sola, gorda, triste… no era yo”. Era consciente de que necesitaba un cambio, pero no terminaba de tener claro qué debía hacer.

Mi hija se independizó y me quedé sola con mi marido que es más joven que yo y mi hijo con discapacidad intelectual que tiene 30 años

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La búsqueda de un nuevo rumbo la llevó a Instagram, donde, tal y como refiere, descubrió “bicheando” -como ella dice- a un grupo de chicas de Elche que habían estudiado Ciencias del Deporte y que ofrecían una forma honesta y realista de cuidarse. “No era una dieta al uso ni que te fuera a costar, no era algo que haces y luego abandonas, sino algo para toda la vida”, explica. En ellas encontró la disciplina y el apoyo que necesitaba para comenzar a cuidar su cuerpo y su mente. “Me llamó mucho la atención porque me dijeron que no todo el mundo valía, y tienes que estar concienciada”, prosigue sobre el que fue su descubrimiento para romper con la idea de que el cuidado personal debía ser algo efímero o sacrificado “después de hacer tantas dietas”. Y así, la constancia y la honestidad con uno mismo se volvieron pilares fundamentales en su nueva rutina.

Guiada por las deportistas, el pasado septiembre empezó a hacer ejercicios de fuerza tres veces por semana, combinados con “pilates y 12.000 pasos mínimos al día”. “Empecé con pesas de dos kilos, y ahora puedo levantar hasta 16, dependiendo del ejercicio”, se enorgullece. A lo anterior cabe sumarle una variación consciente en su alimentación, pero sin renunciar a pequeños placeres. “Puedo tomarme mi chocolate o un vaso de vino”, señala, y sin privaciones ha alcanzado un resultado sorprendente: 15 kilos menos y mucha más confianza. “Me veo con fuerza, con ganas de ponerme pantalones cortos por primera vez en mi vida y hacer cosas que antes no hacía por tristeza o cansancio”, se enorgullece.

Tras perder 15 kilos gracias al deporte, me he visto con ganas de ponerme pantalones cortos por primera vez en mi vida

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La transformación que ha vivido ha tenido un efecto dominó en su vida emocional y familiar. “Estoy feliz, de verdad. Sonrío, bailo, camino, leo...”, relata acerca de una mejoría que se refleja en la relación con su hijo y con su marido. “Nos comunicamos mejor, me enfado menos, y aunque mis fobias a los ruidos [por la misofonía, una sensibilidad selectiva a los sonidos] o la luz no han desaparecido, sí han disminuido.” El giro necesario para afrontar con más tranquilidad el incansable desafío de los cuidados ajenos que asumió durante las últimas tres décadas con menos presión.

El equilibrio llegó también gracias a empezar a compartir las responsabilidades que arrastraba. “He delegado en mi marido, en el centro de ocupación al que va mi hijo, en otras personas... Eso es lo que me ha quitado una carga mental enorme”, manifiesta. “Dije ‘se acabó’, porque yo llevo 30 años cuidándole, y es un cielo, pero es que hasta él está feliz porque me ve feliz”, añade. Una cesión de tareas impensable en el pasado que solo ha conseguido con el deporte. Ese ejercicio que, si bien ha moldeado su físico, también ha hecho maravillas en su cabeza. “Es alucinante lo que el deporte hace por la mente”, asegura, alegando que ejercitarse es lo que ha permitido abrir espacios para la creatividad y la reflexión, antes ensombrecidos por la sobrecarga y el estrés.

Lourdes Ramos Longevity

“Es alucinante lo que el deporte hace por la mente”, asegura Lourdes tras perder 15 kilos.

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Y es que es cierto que lo anterior no borra que el retiro anticipado fue agridulce, después de tantos años trabajando en comercio exterior –en una labor que rememora como “un trabajo muy aburrido”–. “Trabajaba desde casa y quería seguir trabajando, y me sentó un poco mal la reestructuración, pero las condiciones eran buenas para prejubilarme y decidí que era el momento”, explica. Difícilmente hubiera anticipado entonces que hoy se alegraría tanto de haber dado el paso que le ha permitido reencontrarse consigo misma. El punto de partida para verse mejor y reconectar con pasiones que había dejado de lado.

“Hace años hacía fotografía con mi marido, que es periodista, y lo había dejado”, cuenta. Vuelve a captar imágenes en la calle, fijándose más en su entorno y disfrutando del momento presente. “Quiero hacer un proyecto fotográfico, pero sin obsesionarme”, se entusiasma. Y por aquello de que lo que viene de dentro se transmite afuera, sus seres queridos notan mucho su cambio. “Mi hija me dice que estoy mejor que nunca, que no tengo nada que ver con la persona que era hace dos años”, comenta alegre. También su marido, su hijo y su entorno se han beneficiado de esta transformación. La relación familiar ha mejorado porque ella está mejor, más tranquila y con una actitud más amable y abierta.

Mi hija me dice que estoy mejor que nunca, que no tengo nada que ver con la persona que era hace dos años

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Cuando habla de consejos para otras mujeres en su misma situación, su mensaje es claro: “Que piensen en sí mismas, que hagan un esfuerzo por cuidarse y buscar aquello que las haga felices, aunque sea poco a poco”. Cree firmemente que la edad no es un límite para recuperar la salud, la energía y la alegría. “Estoy mucho mejor que hace cinco años, y eso que tengo 60”, afirma con convicción. Un mensaje de esperanza y determinación para aquellas que puedan estar pasando por lo que ella vivió, pues ahora sabe que es posible transformar la oscuridad en luz con voluntad y paciencia.

El ejemplo vivo de que nunca es tarde para renovarse con plenitud. Porque, como ella misma constata, cuidarse a uno mismo puede ser la mejor forma de cuidar a los tuyos. Y en este viaje no ha recuperado Lourdes solamente su salud física, sino que ha dado con un equilibrio emocional que le permite enfrentar la vida con optimismo y serenidad. Lo dice ella misma: “No está todo perdido, nada que ver con lo que pensaba”.

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